Desde la llegada de los padres, el aire en el pueblo ha cambiado. Las miradas de los aldeanos, antes llenas de desconfianza y temor, ahora están mezcladas con una curiosa esperanza. Sin embargo, también siento los susurros a mis espaldas volverse más frecuentes y maliciosos. Es inevitable que hombres como ellos despierten tanto la fe como el miedo en corazones tan inquietos.
Hoy, al pasar por el mercado para recoger algunas hierbas, noto a un grupo de mujeres murmurando cerca de la fuente. Sus ojos se desvían hacia mí y rápidamente se vuelven hacia los padres, que conversan con el alcalde a unos pocos metros de distancia. Sus palabras llegan a mí en fragmentos: "brujería," "hechizos," "peligrosa."
Ya me estoy acostumbrada a tales habladurías, pero algo en la forma en que me observan hoy me inquieta más de lo normal.
Decido moverme con cautela, consciente de que cada paso que doy es observado y juzgado. Mientras me acerco a uno de los puestos, escucho a una anciana que les habla a los padres, su voz temblorosa pero insistente.
—Padres, les pido que tengan cuidado con esa muchacha, Aurora —me señala con su dedo huesudo—. Hay algo en ella que inquieta al pueblo. Es muy hermosa, sí, pero algunos dicen que su belleza es... un poco extraña. Su conocimiento de las hierbas y sus remedios levanta dudas. No quiero decir que sea peligrosa, pero... a veces lo que no entendemos nos asusta.
Los padres escuchan con atención, sus miradas serias pero compasivas. El padre Edmund asiente con respeto.
—Gracias por compartir su preocupación. Sin embargo, como hombres de fe, debemos actuar con cautela. Dios nos enseña a ser justos, y nunca debemos dejarnos llevar por el miedo sin antes conocer la verdad.
La anciana asiente, aunque no parece del todo convencida.
—Solo tengan cuidado, padres. Esa belleza puede esconder muchos peligros.
Me muevo rápidamente antes de que alguien note que estoy escuchando, y me dirijo hacia los campos, donde puedo encontrar la paz que la plaza del pueblo me niega. La brisa es fresca y el susurro de los árboles siempre ha sido un consuelo para mí. Sin embargo, no puedo ignorar el hecho de que los padres han escuchado los rumores sobre mí, y mis ojos quieren soltar esas lágrimas que se han acumulado en ellos.
Mientras recojo las hierbas, pienso en cómo estos rumores comenzaron. Mi conocimiento de las plantas y sus propiedades curativas ha sido tanto una bendición como una maldición. Aunque muchos vienen a mí en secreto, buscando alivio para sus dolencias, algunos no pueden evitar hablar de mí en susurros. No se atreven a decirlo abiertamente, pero sé que mis habilidades despiertan sospechas. Me han llamado "diferente", "extraña"... y aunque nunca lo dicen directamente, puedo sentir que el miedo hacia lo desconocido crece con cada día que pasa.
Más tarde, al regresar al pueblo, veo a los padres de nuevo. Esta vez, están separados, cada uno hablando con diferentes grupos de aldeanos. Observo desde la distancia, notando cómo se mueven con gracia y autoridad. Hay algo en sus presencias que me intriga, especialmente en la del padre Edmund. Su calma, su voz suave pero firme, su inquebrantable fe... Los tres son diferentes a todo lo que hemos visto antes... Él es diferente a lo que he visto antes. Aunque los otros dos padres también proyectan una seguridad y una determinación notables, es el padre Edmund quien capta mi atención de manera especial. Hay una calidez en sus ojos y un brillo de compasión que lo distingue, haciéndome preguntarme más sobre él.
Sé que tarde o temprano nuestros caminos se cruzarán de manera más directa. Ellos investigarán, hablarán con más personas, y eventualmente, llegarán a mí. La pregunta es cómo enfrentarán las supuestas verdades que descubran, y si podrán ver más allá de los miedos y prejuicios que los aldeanos han construido a mi alrededor.
Regreso a casa con las hierbas en mi cesta, los murmullos del mercado todavía resonando en mis oídos. Mi hogar es una pequeña cabaña al borde del bosque, un lugar donde me siento segura y apartada de las miradas inquisidoras del pueblo. Abro la puerta y el familiar aroma de las plantas secándose me recibe, calmando mis nervios.
Guardo las hierbas cuidadosamente en estantes de madera, clasificándolas por sus propiedades curativas. Luego me acerco a un pequeño espejo de mano, un lujo en estos tiempos, pero uno que heredé de mi madre. Su marco de madera está desgastado, pero el vidrio aún refleja mi imagen con claridad.
Observo mi reflejo, el cabello negro cayendo en ondas sueltas, los ojos oscuros y profundos, la piel pálida que contrasta con todo. Mis rasgos, que muchos consideran hermosos, han sido tanto una bendición como una maldición. A menudo, la gente teme lo que no comprende, y mi apariencia parece alimentar sus supersticiones.
Me desnudo sintiendo el roce de la tela áspera al deslizarse por mi piel. Me cambio con cuidado, eligiendo una sencilla camisa de lino y una falda larga para dormir. El proceso es casi ritualístico, cada movimiento deliberado y calmante. Me cepillo el cabello con un peine de madera, cada pasada ayudando a liberar la tensión acumulada del día.
Antes de acostarme, me arrodillo junto a mi cama y rezo en silencio, pidiendo protección y fortaleza. Mis palabras son un susurro apenas audible en la quietud de la noche. Espero que, con la llegada de los padres, los rumores disminuyan y pueda vivir en paz.
Mientras me deslizo bajo las mantas, una esperanza tenue se enciende en mi corazón. Sé que los rumores no desaparecerán de la noche a la mañana, pero tal vez, con la llegada de los padres, las sombras que me rodean puedan disiparse poco a poco. Solo puedo esperar que las miradas llenas de miedo se conviertan en miradas de comprensión, y que mi vida pueda encontrar algo de paz.
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La virtud de Aurora
RomanceSinopsis: En el siglo XVII, en un pequeño pueblo de Baviera, la caza de brujas siembra el miedo y la desconfianza. Aurora, una joven curandera vive bajo la sombra de sospechas y acusaciones. El recién llegado Padre Edmund, un hombre de fe y convicc...