Capítulo 1

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Brianna creía que con esa expresión aburrida que tenía dibujada en el rostro estaba corriendo el riesgo de parecerse a su madre, pero oír a su padre gritarle acerca de todas las responsabilidades que tenía con su familia y que estaba ignorando del...

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Brianna creía que con esa expresión aburrida que tenía dibujada en el rostro estaba corriendo el riesgo de parecerse a su madre, pero oír a su padre gritarle acerca de todas las responsabilidades que tenía con su familia y que estaba ignorando deliberadamente, la hastiaba hasta la desesperación.

Era la quinta vez que escuchaba el mismo sermón insufrible de parte del temido y odiado señor Collingwood.

—Era tu última oportunidad —musitó llegando al final.

Ella dejó de mirarse en el espejo y se volvió hacia él.

—¿Mi última oportunidad para qué?

—Para elegir, Brianna.

—¡Elegir! ¿Cuándo me has dejado elegir? —espetó con una risa ácida y sin alzar la voz demasiado.

Él se limitó a sacudir la cabeza a ambos lados.

—Ya no más, no voy a seguir tolerando que nos dejes en ridículo frente a nuestras amistades. Tú pobre madre va a terminar internada si sigues dándole tantas decepciones.

La pelirroja alzó una mano para detenerlo.

—¿Decepciones? ¿se decepciona porque no quiero casarme con cada hombre que me ponen en el medio? Ustedes no pueden elegir con quien tengo que pasar el resto de mi vida, papá. ¡Es mi vida! ¡Mía!

Con los puños apoyados a ambos lados de su cuerpo, el señor Collingwood miró hacia el techo, exasperado.

—No tendríamos que hacerlo si fueras una joven más...

—¿Más qué? —preguntó con tono desafiante.

—Más responsable, más sensata, más madura —enumeró—. ¿Quieres que siga? No vas a decirme que no sabes a qué me refiero. Tu hermana no necesitó ayuda de nadie para elegir un marido, lo hizo sola y muy bien. Pero tú, con veinte años ni siquiera muestras intención de hacerlo.

La expresión de Bri se endureció, todas sus facciones se volvieron como una roca. Y cuando volvió a hablar, su voz había perdido todo tipo de calidez.

—Las tuve una vez, ¿recuerdas? Pero tú te metiste en medio y lo arruinaste todo.

El hombre no se inmutó, pero ella supo que se había anotado un punto en la discusión cuando le tomó más de un segundo darle una respuesta.

—Tu madre y yo no podemos permitir que esta situación siga empeorando. Si mantuvieras un perfil bajo, podrías tomarte un poco más de tiempo para elegir, pero con todos los escándalos en los que te metes, solo es cuestión de tiempo antes de que termines de arruinar nuestra buena reputación.

—¿Y qué vas a hacer, papá? ¿Vas a llevarme de las orejas al altar? ¿Me vas a casar con un desconocido como si estuviéramos en la época medieval para no dejar que lo espante antes de la boda? —soltó con una risa burlona y se cruzó de brazos—. No sé si te has enterado que estamos en el siglo veinte. No vas a conseguirlo.

Descontrol en la realeza (Los van Helmont I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora