Capítulo 6

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Habían escogido una de sus discotecas favoritas en las que siempre tenían reservado un lugar en el sector VIP, pero Brianna estuvo a punto de pedirle a Alioth que cambiaran de planes cuando, al bajarse del coche, vio que Scott van Helmont, también...

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Habían escogido una de sus discotecas favoritas en las que siempre tenían reservado un lugar en el sector VIP, pero Brianna estuvo a punto de pedirle a Alioth que cambiaran de planes cuando, al bajarse del coche, vio que Scott van Helmont, también acababa de llegar.

Scott era primo de Alioth y su rival más acérrimo desde que eran niños. Una enemistad impulsada por el padre del primero, hermano mayor del rey a quien había resentido siempre por haber heredado el lugar que él creía que le correspondía.

Sin embargo, Scott no estaba solo, sino que venía acompañado por Daniel, un amigo cercano que todos compartían, y cuando este alzó una mano saludándolos, terminó por desaparecer esa pequeña oportunidad de marcharse sin ser demasiado obvios.

—Esto sí que es una casualidad —dijo Alioth en forma de saludo.

—Hola, Dani —saludó Brianna cuando este estuvo cerca y le dio un corto abrazo.

—¿A qué se debe el placer? —intervino Scott—. ¿Su Alteza se ha decidido honrar al resto de los mortales con su presencia?

Brianna respondió antes de que Alioth pudiera abrir la boca.

—Igual tú has decidido incordiarlos con la tuya.

El aludido dejó escapar una risita.

—¿Su Alteza también necesita que lo defienda una mujer?

Bri miró hacia el cielo, pero esta vez el rubio le ganó y colocó una mano en su espalda a modo de señal para que permaneciera en silencio.

—¿Entramos, Bri?

A ella le costó morderse la lengua y respirar profundo para no seguir la discusión. Algo muy dentro de ella deseaba continuar porque de esa forma podría dejar salir toda la rabia y frustración que estaba acumulada en su pecho desde esa tarde.

—Sí, vamos.

El primo del príncipe se les adelantó y Dani lo siguió con un gesto de disculpa hacia ellos. El pobre siempre estaba embarcado en la inútil misión de conciliar la relación entre sus amigos más cercanos.

Lo primero de lo que Brianna se percató al ingresar, fue, como siempre, de las miradas que las mujeres le dirigían al príncipe y que este les devolvía sin tapujos e incluso a veces acompañaba con un guiño.

—¿Por qué te gustan tanto las rubias? —le preguntó con una mueca.

—¿Es que acaso son celos los que percibo en tu voz? —respondió él inclinándose hacia ella.

—Por supuesto que no.

—¿Entonces por qué te molestan tanto? —inquirió Alioth pasando un brazo alrededor de sus hombros—. De todas las mujeres del mundo, tú siempre serás mi favorita.

Ella se escapó de su abrazo.

—Yo no soy como ellas. Yo soy tu amiga. Tú mejor amiga.

Alioth terminó sonriendo como con resignación.

Descontrol en la realeza (Los van Helmont I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora