Capítulo 12

1.4K 242 6
                                    

Una hora más pasó hasta que un médico salió con noticias, justo cuando Alioth creyó que ya no podía controlar sus nervios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una hora más pasó hasta que un médico salió con noticias, justo cuando Alioth creyó que ya no podía controlar sus nervios.

—¿Cómo está Brianna, doctora? ¿Por qué tardaron tanto? ¿Qué tiene?

La mujer levantó las dos manos para pedirle que se calmara.

—Tranquilo, Alteza. La señorita Collingwood está estable, hemos logrado controlar la situación. Hizo muy bien en traerla de inmediato. Si hubiese esperado media hora más, me temo que su prometida no lo habría logrado.

Esta vez fue él quien tuvo que detenerla para darse tiempo y procesar lo que estaba diciendo.

—¿Puede explicarse mejor, por favor?

La mujer dudó.

—¿Tal vez podríamos esperar a los padres de la señorita?

—Llegarán en cualquier momento, ¿puede decirme qué está pasando con mi prometida? —mintió. Los Collingwood ni siquiera sabían que ellos estaban allí. Sin embargo remarcó las últimas dos palabras esperando que tuviesen el efecto deseado.

Y así lo hizo.

—Creemos que la señorita Collingwood fue envenenada, Alteza. Me temo que encontramos altas concentraciones en sangre de un veneno muy potente, no creo que usted quiera escuchar los detalles, pero tuvimos que hacerle lavado de estómago en conjunto con adsorbentes locales para extraer lo que restaba.

—¿Veneno? —repitió, se había quedado en la primera frase y no había escuchado el resto.

—Sí, Alteza. Un veneno bastante común para matar ratas, probablemente ingresó por vía oral, como ya le dije, en altas concentraciones. Además de lo que ya había pasado a sangre, todavía había muchísimo por absorberse. Si me permite, dudo mucho que haya sido accidental, no en esas proporciones.

Estaba mareado, enfadado y asustado. Un cóctel peligroso de emociones para alguien que tenía que mantenerse lo más frío posible frente a cualquier público. Pero no podía, se llevó las manos a la cabeza y giró sobre sus talones.

Comenzó a caminar como si pretendiera salir de allí, pero luego de dar diez pasos volvió a girarse para regresar con más preguntas.

—¿Está segura?

—Por supuesto, acabamos de confirmarlo con un análisis de laboratorio. Usualmente tenemos que informar estos casos a la policía, pero tratándose de su familia, sé que hay protocolos especiales, ¿qué sugiere usted que haga?

Alioth no podía pensar en protocolos.

—No lo sé, ¿John? ¿puedes ocuparte? —le preguntó a su guardaespaldas que estaba a dos pasos de distancia—. ¿Les avisarías a mis padres lo que está ocurriendo?

—Por supuesto, Alteza. De inmediato.

—Ahora necesito verla. ¿A dónde está? —preguntó volviéndose a centrar en la doctora que los contemplaba muy seria.

Descontrol en la realeza (Los van Helmont I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora