Capítulo 11

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No pudieron escapar fácilmente de los ojos curiosos que se acercaron a felicitarlos con expresiones asombradas por el repentino cambio de etiqueta en la relación

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No pudieron escapar fácilmente de los ojos curiosos que se acercaron a felicitarlos con expresiones asombradas por el repentino cambio de etiqueta en la relación. Algunos honestos en su deseo de felicidad hacia la nueva pareja, y otros no tanto.

Uno de estos últimos era, sin lugar a dudas, Lord Víctor. Brianna detestaba al tío de Alioth incluso más que a su hijo. Había tanta maldad en él que a veces pensaba que no podía culpar a Scott por ser tan desagradable, no podía aspirar a más con semejante ejemplo a seguir.

—Sobrino —pronunció el duque extendiendo una mano hacia él y Alioth la estrechó con la misma expresión seria—. Parece que tengo que felicitarlos. Señorita Collingwood.

—Gracias, tío.

—Lord Víctor, siempre es un placer verlo —compuso Bri con una sonrisa falsa y terminó el contenido de su copa de un solo trago—. ¿Cómo se encuentra hoy? ¿Cómo está Scott?

—Muy bien, gracias. Mi hijo decidió retirarse, creo que algo le cayó mal. Parecía un poco indispuesto.

—Qué pena que no llegamos a saludarlo —comentó mirando a Alioth quien apretó más el brazo que tenía alrededor de su cintura como pedido de que se detuviera.

—Sí, realmente una pena —murmuró el rubio—. ¿Nos disculpas, tío? Hay alguien con quien tenemos que hablar.

Se despidieron sin darle lugar a réplica y pasaron a su lado para entrar al salón.

—¿Recuerdas cuando éramos niños que siempre decías que querías ser actriz?—mencionó Alioth cuando estuvieron lejos de los oídos del duque.

—Por supuesto —contestó ella intrigada por la pregunta.

—Bueno, el mundo de espectáculo tiene que agradecerle a tus padres por haberse opuesto a esa idea. Tus dotes como actriz dejan mucho que desear, Bri.

La joven lo miró sintiéndose ofendida por un momento, pero después rompió a reír.

—¡Qué malo eres! Que no pueda disimular lo mal que me cae, no quiere decir que no tenga talento como actriz.

—Si lo tuvieras —apuntó tratando de rescatar la copa que ella le sacó de la mano—, no te sería tan difícil.

—Hay sentimientos que son demasiado fuertes como para esconderlas.

Alioth disimuló un suspiro mientras tomaba otra copa de una bandeja que pasaba junto a ellos.

¿Que él no sabía de ocultar sentimientos? Brianna estaba frente a un experto y no tenía ni idea.

En ese momento estaba sintiéndose orgulloso de sí mismo por haber logrado controlarse. ¡La había besado! Por primera vez en su vida la había besado, y había obtenido una reacción por su parte.

Tenía que dar pasos pequeños, nada de prisas ni arrebatos. Y ese beso era seña de que tenía una chance.

Observó a Brianna mientras hablaba con un par de mujeres que se habían reunido a su alrededor para ver el anillo de compromiso.

Descontrol en la realeza (Los van Helmont I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora