Al día siguiente, Alioth acompañó a Bri a realizarse los análisis. Los dos estaban ansiosos, pero más confiados que el día anterior. Ella se sentía más segura después de considerarlo con calma y con todo el apoyo de su futuro esposo. Seguía sintiendo un gran peso sobre sus hombros, en especial porque Arlet y Ewen no dejaban de presionarlos a ninguna hora.
El rey les había contratado un asesor de imagen que los ayudaría a buscar la mejor forma de ganarse el cariño del pueblo y que el resto de la realeza aceptara a Brianna como la futura reina de un país que dependía por completo de la monarquía. Ella no creía que esa fuese la solución a nada. Sabía de sobra que era algo muy común, que muchos utilizaban un asesor de imagen, políticos famosos, empresarios y muchos miembros de la nobleza, pero no funcionaría con ellos, incluso Alioth estaba de acuerdo.
Solo habían aceptado para dejar tranquilo al rey, pero veían difícil aceptar que alguien más, que se creía sabedor de todas las buenas costumbres, les dijera qué hacer, cuándo hacerlo y hasta cómo sonreir. Si iban a gobernar algún día, lo harían a su forma, respetándose a sí mismos y no perdiéndose en el camino del poder y la ambición.
Arlet por su parte, los había vuelto locos con demandas e indicaciones sobre el inminente embarazo, a tal extremo que Bri había pasado de estar aterrada por estar embarazada a temer no estarlo.
Como los resultados solo estarían listos hasta dos días después, Bri había elegido distraerse con otras actividades.
Esa misma tarde había llevado a Alioth en una visita oficial al orfanato que había visitado por primera vez con la reina. Con ese primer encuentro había descubierto un mundo que no conocía, algo en lo que le gustaría contribuir más que solo con dinero. Deseaba que Alioth viera lo que ella y la comprendiera en su deseo de ayudar a todos esos niños que habían quedado a su suerte porque sus padres ya no estaban en este mundo o porque no los querían lo suficiente.
Ver todas esas caritas tristes y ansiosas de cariño le despertaban más sentimientos respecto a la maternidad. Ningún hijo suyo padecería jamás ese tipo de dolor, ni por parte de ella ni de su padre. Ellos serían los padres que los niños necesitaban, no como en su caso, que nunca había logrado ser la hija que los Collingwood deseaban.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Alioth cuando le contó sobre sus ideas— ¿Has pensado en algo?
—Quiero que tengan una familia, cada uno de ellos debería tener un hogar y por lo menos un padre que le dé amor. Hay muchas personas que no pueden tener hijos, ¿por qué no los adoptan?
—La adopción no es algo fácil, Bri.
—Debería serlo —contestó saludando desde la ventanilla del coche a los pequeños que salieron a despedirlos—. Tu padre quiere que hagamos algo, podemos empezar por ahí. Cuando nos casemos, me ayudarás a encontrar una solución a ese problema.
El príncipe le tomó una mano y reclamó su atención cuando el coche empezó a moverse y las ventanillas a levantarse por su seguridad, para resguardarlos del acoso de los flashes que los perseguían.
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Descontrol en la realeza (Los van Helmont I)
RomanceAño 1994: La familia real de Sourmun nunca se había enfrentado a escándalos semejantes a los que estaba provocando el actual heredero al trono y era necesario ponerle un punto final. Blancos favoritos de los paparazzi, el príncipe Alioth y su mejor...