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– Cuando llegue mi momento... –

– No diga esas cosas. – Me quejé mientras le hacía unas trenzas en su blanco cabello.

– Cuando llegue ese día. – Continuó – Debes hacerte cargo de todo. –

– Que no, no piense en ese día, aún falta mucho. – Detuve mis manos por unos segundos y luego continué – Debe vivir por más tiempo, tiene que enseñarme aún. –

– Ya sabes todo lo que tienes que saber, no te dejaré sola cargar con todo esto, mi gente te guiará cuando sea necesario, pero sé que tú estarás bien. –

– ¿Por qué me dice estas cosas?, soy muy joven como para hacerme cargo de este lugar, aún tengo cosas por hacer... escaparme de casa, saltarme las clases, llegar de madrugada aún cuando me comprometí llegar temprano... –

– Tú no harás esas cosas, te conozco como la palma de mi mano. – Sonrió mientras miraba por la ventana – Eres muy responsable con tus clases, cuando llegas a casa ya no quieres salir, y menos te gusta madrugar en otro lado que no sea en tu habitación viendo películas. –

– Bueno, sí. –

– Debes ser fuerte... eres todo lo que me queda, y creo que también todo lo que te queda a ti. –





Abrió sus ojos al sentir un ruido. Era un arreglo de flores que se había caído hacia un lado.

Un fuerte dolor sintió en la zona cervical, no era para menos, se había quedado dormida en el piso.

Se levantó y se acomodó la ropa para luego ubicar bien el arreglo. Miró una vez más la foto de su abuela rodeada de flores.

Eran las 02:35 am., ya no había nadie más que ella en aquella sala. Era la última noche, tenía demasiado sueño, ya que en la noche anterior no había logrado dormir mucho, y durante el día debía encargarse de muchos asuntos, no podía simplemente ignorarlos.

Se sentía débil, como si incluso un viento pudiera tirarla lejos.

Debía ir a casa para cambiarse de ropa y comer algo, por obligación.

Todo estaba igual, a excepción de los juguetes que Liam había esparcido por la sala mientras jugaba, supongo.

Ninguna de sus dos mascotas la sintió llegar. Los miró dormir plácidamente en sus camas, así que les dejó comida antes de marcharse nuevamente.

La hora había pasado, ya casi las 05 am. Pudo pedir un taxi, pero era una madrugada tan refrescante que prefirió caminar. Tenía demasiado sueño, tanto que podría dormirse mientras caminaba, así que se entretuvo pateando pequeñas piedras. Siguió de esa forma hasta que una de ellas chocó con un arreglo de flores.

Sin notarlo, había llegado al hogar de los Sano.

Sintió como su corazón se aceleraba y sus manos temblaban al solo pensar en ingresar a aquel domicilio. Ya había estado allí antes, pero las circunstancias no eran las mismas, ya no estaría su amiga esperándola, no habría a quién contarle sus problemas por más mínimos que fueran.

Su abuela tenía razón, ahora solo se tenía a sí misma.

Se acercó por la puerta principal, no había nadie allí, era demasiado temprano y ellos también deberían estar descansando.

Observó aquel retrato de la chica en el centro. Sus ojos se humedecieron casi al instante de poner un pie adentro de la sala, dió unos pasos más hasta llegar frente a la foto. Su corazón dolía.

¿Por qué?, ¿Se sentía culpable?

Sí... no pudo hacer nada por su única amiga, ni siquiera alcanzó a despedirse de ella. En su mente solo tiene el recuerdo de la última vez que se vieron, no era suficiente, nada compensa el dolor que estaba sintiendo.

Llevó sus manos al rostro para ocultar su expresión mientras lloraba en silencio para evitar hacer ruido.

Era una joven, tenía toda una vida por delante, tenía sueños y cosas por cumplir... todo estropeado... ¿Y por qué?, ni eso lo sabía.

Secaba sus lágrimas mientras salían unas nuevas – Lo siento, Emma, no pude salvarte, aún cuando lo tuve todo, no pude ni siquiera evitar tu muerte. –

Su hospital estaba cerca, muy cerca. Si tan solo hubiese sido atendida allí ¿Sería diferente?

– No. – Habló un hombre a su espalda – No debes culparte, no tuviste nada que ver con ésto. – Una voz tranquila se acercó mientras le daba toques suaves en su espalda.

– Lo siento, no quería despertar a nadie. – Limpió sus lágrimas y mejillas – Es mejor que me vaya, debo hacer algunas cosas. –

– Eres su amiga, puedes quedarte el tiempo que necesites, vigilaré la puerta para ti, ¿si? –

Miró hacia el lado para descubrir el dueño de aquella voz, lo conocía, aquella vez en el hospital le había ofrecido un pañuelo – Si me dieran una moneda por cada vez que te veo llorando, tendría dos, que no es mucho, pero es curioso que hayan sido dos veces. – Dijo con cierta tranquilidad.

– Es mi técnica de manipulación, ja. – Forzó una sonrisa mientras miraba al chico de cabello lila, te agradezco mucho... –

– Mitsuya, Takashi Mitsuya. – Se levantó y caminó hacia la entrada para mantener cierta distancia.

Y así pasaron dos horas, hasta que le comenzaron a adormecerse las piernas de tanto estar hincada en el suelo. Se dió ligeros golpes en éstas para que terminara ese incómodo cosquilleo al caminar.

– ¿Estás bien? –

– Si, solo se me durmieron las piernas. – Cubrió con su vestido sus rodillas rojas – Ya me voy, debo atender algunas cosas. – Realizó una pequeña inclinación en forma de agradecimiento – Fuiste muy amable, espero algún día devolverte el favor. –

Él solo sonrió – ¿Puedo hacerte una pregunta? –

– Claro, dime. –

– En el hospital donde te vi por primera vez, ¿hay alguien que se llame Izana Kurokawa?, como paciente. –

Asintió – ¿Sucede algo con él? –

– Quería saber si él estaba bien. –

– Oh, ¿se conocen?, tuvo que someterse a una cirugía, pero todo está bien, puedes visitarlo cuando gustes. –

– No, no nos conocemos, pero... –

– ¿Pero? –












– ¿Por qué la cara tan larga?, aparte de feo, te vez terrible, sonríele a la vida. – Ran le dio unos ligeros golpes en la mejilla para molestarlo.

– Ya quítate. – Lo apartó mientras amenazaba con patearlo – Tengo mis propios problemas, consíguete una vida. –

– ¿Y éste que tiene? – Preguntó Shion.

– No sabe cómo avisarle a mi cuñi que estamos detrás de las rejas por seguir a un adolescente con traumas. – Soltó una risa mientras trenzaba su cabello – Ah, mi cuñada debe pensar que Rindou está con otra mujer y con otras mascotas, debería ir a consolarla cuando salgamos de aquí. –

Rindou tomó un libro que tenía cerca y se lo lanzó, solo para que éste lo desviara – Encontraré la forma de decirle, prefiero que piense que soy un convicto que un infiel, eso jamás. –








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Estoy a la nada de hacer un ff de Mitsuya 😍 Pero primero tengo que terminar éste, no puedo darme el lujo de escribir dos

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⏰ Última actualización: Jun 03 ⏰

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ᴇɴᴄʜᴀɴᴛᴇᴅ   ~    ʀɪɴᴅᴏᴜ ʜᴀɪᴛᴀɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora