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– Así que aquí vives. – Rindou observaba el domicilio de la chica, quien estaba abriendo la puerta principal – Algo grande para ti sola. –

__________ asintió, entrando primero a la casa – Así pensarán que vive una familia aquí, y no una chica sola. – Hizo un ademán con su cabeza para que el contrario ingresara.

– ¿Estás segura de que yo entre? – Avanzó unos pasos al ver como la chica asentía – Cuando estoy adentro, rara vez me gusta salir. – Acercó su rostro hasta la mejilla de la contraria para dejar un beso allí – Y puedo ser muy peligroso. –

Ella lo miró de reojo con un evidente sonrojo en su mejilla, le había tomado por sorpresa – Creo que aún no me acostumbro a tus acciones repentinas. – Le sonrió, mientras trataba de ocultar su avergonzado rostro – Pero me gusta mucho. –

El rubio mordió uno de sus labios en señal triunfadora – Podemos hacer muchas cosas aquí... sobre todo ahora que estamos solos y nadie nos ve. –

Caminó hacia el lado contrario – Creo que nos mantendremos alejados de la habitación. –

Subió sus hombros ya rendido – Tú te lo pierdes. – Observó el interior de aquella casa, nunca había visto una tan deprimente, ni siquiera un cuadro de fotos, tampoco el color de las paredes acompañaba, era tan frío que llegaba a transmitirlo – Como que le hace falta una remodelación. –

– Casi no estoy aquí, ¿para qué querría remodelarla? –

– Al menos si tienes un cama, ¿verdad? –

– Por supuesto, ¿acaso tú no tienes? –

La sonrisa que tenía en su rostro fue desapareciendo lentamente – No, no tengo una cama. – Se quedó un momento en silencio – Ni un clóset o una escritorio. – Tomó asiento en el sofá de la chica, le parecía más cómodo que el de su propio hogar – ¿Dónde compraste éste? –

– Estaba incluido para cuando llegue... o tal vez lo compró el Dr. Sato, yo que sé. – Subió sus hombros restándole importancia.

Una gran idea llegó a su mente. Se puso rápidamente de pie y tomó a la chica de la mano – Vamos, me acompañarás a comprar. –





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Ya dentro del edificio, se dirigieron hacia el sector de dormitorio donde a lo lejos lograron observar los diferentes tipos de cama en los que podían elegir.

– Mira, ¿qué dices de éste? – Preguntó el rubio al tomar asiento en una de las camas – Creo que es muy pequeña para mí. –

Para _________ lucía lo bastante normal para un chico como él, hasta más grande de lo que necesitaba – Si esa es pequeña... ¿quieres una cama matrimonial? –

La observó de reojo con una ceja levantada – Quien sabe, algún día podrías usarla junto a mí. – Se levantó y puso su mano en la cintura de la contraria para buscar otras opciones.

– ¿Qué dices de esa? – Señaló hacia una de las más grandes que se lograban ver – A ver si logras caber ahí. –

Rindou se apresuró en tomar asiento en la cama que la chica le había propuesto. Por sus expresiones, parecía agradarle – Es suave. – Dio unos pequeños saltos mientras estaba sentado – Y no suena. – Golpeó a su lado, esperando a que la chica captara su propuesta – Ven, dame tu opinión. –

Negó por la vergüenza, pero ante las insistencia del rubio se sentó a su lado – Sí, es muy suave y esponjosa... creo que podrías tener buenos descansos con ella. –

– ¿Solo descansos? – Acercó su rostro hacia la chica – Y dime, ¿tus rodillas estarían adoloridas por tanto estar hincada... o tu rostro al estar apoyado contra la cama? –

– Deja de decir cosas sucias y compra la bendita cama. – Se puso de pie de inmediato, caminando hacia la sección de los sofás.

– Si después estás adolorida, culpa mía no es. – Caminó apresuradamente detrás de la chica.




– El sofá debe ser ancho... no me gusta que esté muy angosto. – Rascaba su barbilla tratando de elegir uno de los presentes.

– ¿Por qué prefieres el ancho? – A ella le parecían lindos los que estaban allí.

– Por comodidad para ti... me imagino que necesitaremos mucho espacio si queremos... – Elevó sus cejas repetidas veces – Ya sabes. –




Estaban frente al clóset más amplio que encontraron en el lugar – ¿Estás seguro de que necesitas uno tan grande?, es de seguro que te sobraría mucho espacio. –

Rindou parecía emocionado – Es justo el que necesito... sé que me sobrará espacio, pero es para algo que ya tengo destinado. – Nuevamente elevó sus cejas repetidas veces mientras miraba a la chica.

– Éste no lo entiendo, y deja de mover tus cejas de esa forma, es escalofriante. –

– Puedo darte escalofríos con otras acciones. – Mordía uno de sus labios con cierta picardía – Y el espacio que sobra sería para ti... necesitas un lugar donde dejar tus cosas o de tenerlas en casos de emergencia. – Observó la expresión de confusión por parte de la contraria – Y te recomiendo lo mismo para tu clóset... yo necesitaré un espacio para dejar mi ropa. –

– ¿Por qué dejaríamos nuestra ropa en las casas contrarias?, ni que viviéramos juntos. –

Acercó una de sus manos hasta el rostro de _________, acariciando su mejilla con el pulgar – Mi pequeña y dulce chica. – Utilizó un tono de voz más bajo – No siempre serán besos y abrazos... llegará un momento en que te gustará más verme sin ropa que con, y lo mismo me pasará a mí. –

– ¿Por qué me lo dices como si fuera lenta?, que trate de evitar tus indirectas perversas no quiere decir que no las entienda. Además, ni somos novios y ya te me andas insinuando. –

– ¿Cómo que no?, lo somos desde esa noche en el hospital. –

Ella negó varias veces – Solo nos dijimos nuestros sentimientos, nunca me propusiste ser tu novia, o viceversa. –

Rindou quedó unos segundos en blanco, nada de lo que la chica decía tenía sentido para él – Nos besamos, varias veces... y con sentimiento. –

– Como sea, sin pregunta, no hay compromiso... y sin compromiso, no compartiremos camas. – Dijo entre risas mientras se alejaba del chico.

– Si de compromiso se trata, me lo tomaré muy en serio. – Observó por última vez el clóset para anotar su código – No se va a resistir a mis encantos. – 











ᴇɴᴄʜᴀɴᴛᴇᴅ   ~    ʀɪɴᴅᴏᴜ ʜᴀɪᴛᴀɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora