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1994 

Observaba cada acción de aquella mujer alta, de cabello castaño algo corto, quien caminaba de un lado a otro mientras hablaba por una llamada telefónica. Parecía estar molesta desde la mañana, sin mencionar aquellas maletas que estaba haciendo.

Tomó algunas hojas para comenzar a dibujar, era algo que realizaba cada vez que se sentía sola, ya que pocas veces su madre le hablaba durante el día. Se dirigió a un pequeño mueble donde guardaba sus lápices, pero la mano de aquella mujer la detuvo.

- ¿Qué haces?, ya estamos por salir. – Tomó un bolso y se lo entregó en sus brazos – Ten, llévalo al auto, iré detrás de ti. –

_________, con tan solo cuatro años, hizo caso a lo que su madre le ordenaba sin preguntar. Caminó hacia el auto que estaba estacionado fuera de su casa, abrió la puerta del copiloto y con dificultad se subió, dejando aquel bolso en sus piernas.

Estaba acostumbrada a este tipo de comportamiento de su madre. En la mayoría de los casos, su madre la dejaba en la casa de sus abuelos para que la cuidaran unas horas o días, dependía de lo cansada que se sintiera la mayor de ella.

En silencio observó como su madre entró al auto y comenzó a conducir, sin decir alguna palabra. La atención de ________ se centró en mirar a las personas en la calle, sobre todo aquellas quienes iban acompañadas de sus mascotas – Mamá, ¿podemos tener un perrito? – Se dirigió a ella mientras jugaba con sus dedos, se sentía nerviosa al verla.

- No. – Fue lo único que respondió, ni siquiera le dirigió una mirada.

Nuevamente se quedó observando a las personas, era lo único que podía hacer.

A la distancia observó la casa de sus abuelos, le emocionaba llegar allí, ya que recibía toda la atención que una pequeña necesitaba, por ejemplo, un abrazo. Al detenerse el vehículo, se bajó rápidamente y cerró la puerta, encontrando a su abuela en la puerta de aquel domicilio.

- ¡Mami Kaori! – Corrió a los brazos de la mayor para recibir una caricia de ella – Te extrañé tanto. – Dijo en los brazos de ella.

- Cariño, también te extrañamos mucho. – Acariciaba el cabello de la más baja – Tu abuelo está adentro, ve a saludarlo. – Le habló con un tono dulce. Veía a su hija bajar las maletas del auto, algo no cuadraba para ella.

- Pero si es mi nieta. – Un hombre mayor se asomó a la entrada con la ayuda de un bastón – Están dando tus caricaturas favoritas en la televisión. – Le sonrió a la más pequeña.

Se separó inmediatamente de su abuela – ¿Candy Candy? – Preguntó con entusiasmo, mientras se acercaba para abrazar al hombre.

- Sí, esa misma. – Asentía con una sonrisa en su rostro, la que se esfumó al ver lo mismo que su esposa – Ve adentro cariño, hay galletas en la cocina. – Trataba de asegurarse que la pequeña ingresara.

La adulta se acercó a la más mayor – Ten sus cosas, creo que no necesitará más que eso. – Dejó las maletas en la entrada – Pueden darle lo que falta, es su nieta después de todo. –

- ¿Maletas?, ¿cuánto tiempo será esta vez? – Frunció el ceño ante el comportamiento de su hija – Está más que claro decir que a ella no le faltará nada en esta casa. –

Soltó una risa sarcástica – No será como las otras veces, ya lo decidí... me largo de aquí. – Le dio una última mirada a la pequeña – Te dejo un entretenimiento, te dejo lo que arruinó mi vida... tiene sus apellidos, así que no deben preocuparse por su padre, no creo que la quiera en todo caso. – Se dio la vuelta para marcharse.

ᴇɴᴄʜᴀɴᴛᴇᴅ   ~    ʀɪɴᴅᴏᴜ ʜᴀɪᴛᴀɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora