Capítulo 20

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20

Un ruido agudo retumba por toda la habitación y no para hasta que estiro el brazo hacia la mesilla y me pongo a tocar la mesilla con mis deseos hasta que doy con mi teléfono. Apago la alarma y vuelvo a esconder mi cabeza en la almohada.

Hoy será un día de mierda, como lo fue ayer y como será seguramente mañana también. Últimamente no tengo ganas de salir de la cama, solo quiero envolverme en mis sabanas y esperar que nadie se acuerde de mí e intente venir a sacarme de mi cómoda cama. Por desgracia lo que más temo se cumple cuando alguien toca la puerta de mi habitación.

- ¡Celina, en una hora debes estar en el instituto! ¡Levantate!

Y ahí están los habituales gritos de mi madre de por la mañana. Pienso que lo mejor será levantarme de la cama para que no entre y lo haga ella.

Me dirijo hacia la ducha y me meto bajo la lluvia artificial después de deshacerme de mi pijama. El agua fría hace que mi cuerpo se estremezca pero me despierta por completo. Pongo el agua tibia y termino la ducha.

Cuando salgo del baño envuelta por una toalla me pongo ropa interior segido por unos jeans ajustados rajados en las rodillas, una camiseta blanca de media manga y mis Converses blancas. Hoy es un día un poco mas caluroso que los demás, pero como siempre en esta ciudad por estos meses hay que abrigarse para salir a la calle. Me peino mi pelo rubio y me maquillo muy poco.

Cojo mi mochila y bajo las escaleras corriendo porque, como siempre, voy a llegar tarde. Me despido de mi madre con la mano y salgo de casa dejándola con la palabra en la boca. Seguramente me iba a obligar a desayunar algo.

Me acerco a la acera esperando que ahí me esté esperando Berta, pero cuando veo una moto se perfectamente quien es quien me espera.

- ¿Qué haces aquí? - Pregunto con un hilo de voz.

Él sonríe.

- Pensaba que te gustaría otro viaje en moto, y sin falda. - Dice antes de bajar su mirada por mis piernas cubiertas de mis jeans.

Mis mejillas se tiñen de rojo y yo agacho mi cabeza cubriéndolas con mi cabello. Después de unos segundos, cuando noto que me relajo, levanto la mirada y me encuentro con la de él. Sus preciosos ojos azules.

- Creo que no deberíamos volver a vernos. - Le digo por fin la frase que he estado pensando todo el rato que he mirado al suelo.

- ¿Qué?

Suena sorprendido.

- No es bueno para ninguno de los dos, yo no estoy pasando por mi mejor momento y tú...

- Yo no puedo hacer lo que estas diciendo, no me puedo separar de ti. - No me deja terminar la frase.

- ¿Por qué? - Le pregunto en un tono alto.

Se queda callado por lo que parecen horas, pero solo han pasado unos segundos.

- ¡¿Por qué?! - Vuelvo a preguntar.

- ¡No lo se! Solo se que cuando no estoy contigo no te puedo quitar de mi cabeza.

Me quedo callada, no tengo nada que contestar. Ninguno de los dos dice nada, hasta que se escucha una voz.

- ¡Celina! - Veo a mi madre acercarse a nosotros con uno de sus vestidos negros ajustados hasta las rodillas que le hace unas curvas espectaculares, demasiado para su edad. - ¿Quién es este chico? - Pregunta sin quitar la mirada de James.

- Es... es... - No soy capaz de hablar.

- Soy James, encantado. - Dice él con su sonrisa de chico educado mientras le tiende la mano a mi madre.

Mi madre mira su mano y la ignora, se gira hacia mí.

- Celina deberías estar de camino a clase.

- Estoy esperando a Berta, se habrá retrasado.

Mi madre asiente con la cabeza y vuelve a mirar a James.

- Yo puedo llevarla, señora. No es molestia. - Le dice James a madre.

En ese momento aparece el coche de Berta por la carretera y respiro, no me había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración. Me dirijo al coche de Berta.

- Celina...

James no termina la frase.

- Adiós James. - Le digo antes de subir al coche.

Gracias a Dios Berta arranca lo antes posible y pierdo de vista a los dos.

- ¿Qué era eso? ¿Por qué estaban tu madre y James a menos de 10 metros? Eso podía causar la Tercera Guerra Mundial. - Dice Berta cuando salimos de mi urbanización.

Echo la cabeza hacia atrás mientras me río.

- Dios sabe que si. - Digo.

Volvemos a reír.

- ¿Te ha dicho algo James? - Pregunta.

- Quería llevarme al instituto, y... - Me callo.

- ¿Y qué? - Gira la cabeza Berta para mirarme.

- Que no podía dejar de pensar en mí. - Le digo por fin.

Ella suspira.

- Tiene buenas habilidades para llevarse chicas a la cama, no caigas en la trampa.

- No lo haré. - Le aseguro.

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