Capítulo 11

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Las paredes del gimnasio son de un blanco sucio, se puede oler a testosterona y a adrenalina desde la puerta. A la derecha de la puerta hay un gran mostrador, papeles desordenados y un ordenador algo antiguo están encima de él. Al fondo del gimnasio hay todo tipo de maquinas para hacer deporte que no he utilizado en mi vida, en medio hay un ring de boxeo con el suelo blanco y las cuerdas negras. Hay algunas puertas azules repartidas por las paredes y la verdad es que me esperaba que fuera más antiguo por la fachada de fuera.

James trae en sus manos mi mochila que la dejé en la puerta cuando gracias a Dios encontré este sitio para refugiarme de la lluvia, la deja al lado del mostrador cerca de su mochila de deporte. Se acerca a mí y se queda a dos pasos de mí, se nota la vergüenza por parte de los dos, aunque él no parezca un chico vergonzoso lo noto cuando se muerde las uñas esperando a que alguno de los dos hable.

- ¿No hay nadie en el gimnasio? - Le pregunto.

- Mmm, no. - Contesta.

Yo giro mi cabeza hacia mi alrededor y me pego una cachetada mentalmente por lo tonta que soy, ¿acaso no ves que no hay nadie? - Me dice mi voz interior.

- ¿Es tuyo o algo? - Le pregunto.

- ¿El gimnasio? - Yo asiento. - Oh no, es de Ian, mi entrenador. Pero tengo llaves para venir cuando quiera, es la ventaja de ser su favorito.

Una sonrisa aparece en sus labios después de acabar de hablar.

Me pone nerviosa el hecho de que estemos a solas, en un local donde puede hacerme lo que a él le plazca. Pero no se cual es la pequeña parte de mí que confía en él y me dice que no me va a hacer daño, por lo menos físico.

- ¿Quieres algo de beber? - Me pregunta.

- Estoy bien, no te preocupes. - Hablo desinteresada.

- Me esperaba un: oh si, una coca cola light. - Me dice sonriendo.

Yo sonrío porque ha acertado.

- ¿Cómo sabes que te hubiera pedido eso? - Le pregunto.

- Es como si algo dentro de mí te conociera desde hace tiempo. - Me dice quitando su sonrisa de la cara y volviéndose totalmente serio.

No se como tomarme esas palabras, no se si es algo bueno o algo malo. Pero yo solo asiento con la cabeza.

Él se acerca a una maquina de bebidas y saca dos coca colas, me giro cuando lo veo andar hacia el mostrador y saca de allí una bolsa de patatas.

- Creo que Ian me matará cuando sepa que me he comido sus patatas, pero me voy a arriesgar.

Suelto una pequeña risa.

Otra vez la cara de James se vuelve seria y me mira directamente a los ojos.

- Nunca he hecho reír a una chica. - Dice más para él que para mí.

Yo abro mis ojos sorprendida, no tiene pinta de ser el típico chico que no quede con chicas e intente buscar con ellas algo más. Y lo aclaré cuando le vi en la fiesta con una morena encima de sus piernas y sus labios sobre los de ella.

- ¿Seduces a las chicas sin hacerlas reír? Serán los tatuajes lo que les atrae de ti. - Digo.

Él ríe por mi comentario y yo no puedo evitar sonreír, tiene la risa más bonita que he escuchado en un hombre.

- Nunca me ha hecho reír una chica. - Dice.

- Pues deberías hacerlo más. - Le digo y en ese mismo momento me arrepiento de mis palabras.

Él se pone serio y se que la he cagado. Se sienta en el suelo de repente con sus piernas en forma de indio y deja las cosas en el suelo, mi coca cola cerca de mis pies. Me siento igual que él y abro mi coca cola para darle un trago.

Comemos y bebemos mirándonos de vez en cuando. Sus ojos azules son impresionantes, nunca los había visto tan cerca y con tanta luz, tiene un brillo en ellos que cautivaria a cualquiera, otra cualidad que se suma a sus tatuajes para conquistar.

- ¿Cuantos años tienes? - Me pregunta.

Yo dejo mi refresco en el suelo y levanto mi cabeza para mirarle.

- 17. - Le contesto - ¿Tú?

- 22. - Dice.

No me imaginaba que fuera tan mayor, me esperaba que tuviera unos 19 o así, una nueva sorpresa sobre él.

- ¿Qué estudias? - Me pregunta.

Yo lo miro y dudo en decirle tantos datos de mi vida, lo conozco de hace dos días y ya sabe más cosas sobre mí que cualquier persona que vaya a mi instituto.

- Estoy en el último año de bachillerato. - Le digo

- ¿Y que estudiaras para el año que viene?

No se porque pero todos mis miedos salen de mi boca sin ni siquiera pensarlo.

- Quiero estudiar Bellas Artes, me encanta pintar y todo lo que tiene que ver con eso, pero mis padres quieren que estudie medicina. - Le digo.

- ¿Y no vas a estudiar Bellas Artes si es lo que quieres? - Me pregunta con el ceño fruncido.

- Mis padres dicen que no tiene salidas, que perderé años de estudio.

- Pero si es lo que te gusta deberías hacerlo, y si no tiene salidas siempre puedes volver a estudiar otra cosa. Es tu vida, puedes cometer tus errores y aprender de ellos. Si es lo que te gusta deberías hacerlo y dejar de pensar en lo que le gusta a tus padres. - Dice de repente.

Yo me quedo con la boca abierta, es todo lo que he deseado que alguien me dijera alguna vez para tener confianza en mí y decirles a mis padres que haré lo que yo quiera. Es ridículo que un chico que no me conozca confíe más en mí que mis propios padres, que me de ánimos para hacer lo que me hace feliz.

No soy capaz de contestar, solo me acerco a darle otro trago a la coca cola y para demostrar lo torpe que soy hago que gran parte de ella se me caiga encima de mis leggins, cerca de mi parte íntima. Me pongo roja de la vergüenza mientras escucho la risa de James, escucho sus pasos alejándose. Doy un pequeño salto cuando lo siento a mi lado, tiene un pañuelo en su mano. Me mira a los ojos esperando mi aprobación.

Yo solo asiento hechizada por sus ojos.

Su mano va hacia mi muslo tapado por mis leggins empapados y empieza a frotar encima de ellos. Siento su tacto tan cerca de mi que un escalofrío recorre toda mi columna vertebral. Mariposas revolotean en mi interior y noto una presión en mi parte íntima, ¿qué narices? Estoy excitada porque un chico rudo con tatuajes esté simplemente quitando la humedad de mis leggins. Tengo que volver a poner los pies en la tierra, esto no está bien. Yo hace unos días tenía novio y ahora debería estar sufriendo por él, pero James quita todos mis males de golpe con solo mirarme con esos ojos azules.

- Creo que está siendo una buena primera cita. - Me dice cuando termina de limpiarme.

- Esto no es una cita. - Le digo seca.

Él se sorprende por mi cambio de humor.

- Bueno, hay bebida y comida. Creo que es una perfecta primera cita. - Me dice.

Yo solo sonrío, ¿por qué me hace sonreír cada dos por tres con cualquier cosa que diga?

ShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora