Capitulo 48

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Cuando la dejo en el suelo mueve rápido sus manos para bajar esa falda que tiene mi cabeza a sus pies, su cara está sonrojada y se que está pensando que posiblemente le han visto su ropa interior, esa que le voy a quitar en un rato.

— Bueno tortolitos vamos a la fiesta. — Dice Jack.

— Oh no, mañana hay clase...

Berta no le deja terminar.

— Vamos Celina, solo nos queda un examen y es pasado mañana. — Intenta convencerla y yo estoy rezando para que le haga caso a su amiga.

Celina levanta los ojos hacia mí y yo le dedico una pequeña sonrisa.

— Vale vale. — Dice ella y yo la vuelvo a abrazar.

A los pocos minutos ya me he duchado y vestido y estamos de camino a la casa donde se celebra la fiesta, Celina viene en el coche conmigo y Berta y Jack se han ido en el coche de mi amigo. Pongo una mano en el muslo de mi chica y ella estira su brazo para dejar su mano en la parte de atrás de mi cuello. Acariciando desde mi nuca hasta mi pelo rapado. Oh, Celina lo que haces en mí.

Cuando llegamos a la casa y aparco el coche voy hasta la puerta de Celina. Con ayuda de mi mano sale intentando que su diminuta falda no se levante.

— Esa falda me tiene loco. — Le susurro al oído cuando termina de salir del coche.

Ella sonríe y se da la vuelta con la excusa de cerrar la puerta para que no le veo su cara ligeramente sonrojada.

— Oh, le he mandado un mensaje a mi padre y le he dicho que me quedo donde Berta. Después de la fiesta podrías acercarme y...

No le dejó terminar.

— De ninguna manera, tú te quedas conmigo y esto no se discute.

Agarró su mano y la llevo hacia dentro de la casa donde no me puede contestar por el gran volumen de la música.

Jack y Berta ya están aquí y Berta nada más que ve a Celina la empuja hasta la pista a bailar. Jack y yo nos miramos y levantamos nuestros hombros mientras reímos.

Estoy bebiendo unas copas con Jack apoyados en una pared desde donde vemos a las chicas bailando, y ya somos conscientes de las veces que han ido a rellenar sus copas. Cada vez que vuelven a la pista a mi chica le importa menos que la estén mirando descaradamente y se menea con más ganas. Las palmas de mis manos pican por ir allá y acariciar su cuerpo mientras se mueve contra mí de esa manera. Pero quiero que se lo pase bien con su amiga. Pero eso no significa que he echado miradas asesinas a cada hombre que ha intentado acercarse a ella o incluso tocarla, o no, ella es mía y solo la toco yo.

(...)

Llevamos una media hora en la cocina hablando con unos amigos cuando entran Berta y Celina riéndose como locas, incluso Celina se tropieza con sus propios pies y tengo que ir a agarrar sus preciosas caderas para mantenerla en tierra.

Ella levanta la cara hacia mí y me mira con una sonrisa descarada que nunca he visto en ella. Oh, está bastante borracha.

— Hola guapo. — Dice antes de tirar sus brazos encima de mis hombros.

Se pone de puntillas y se las arregla a llegar a mi mandíbula sin que yo me tenga que agachar. Deja besos en ella pero en vez de subir hacia mi boca baja por mi garganta hacia mi clavícula derecha y la muerde. De mi boca sale un gruñido y mis manos van directas a su trasero.

— Bebé, tienes que dejar de beber. — Le digo con una voz ronca que nunca he tenido.

Ella me ignora durante unos segundas y sigue sus besos por mi garganta hasta mi otra clavícula.

— Me encanta que me llames bebé, repítelo. — Susurra muy cerca de mi piel.

Todo mi bello se pone de punta y siento un cosquilleo por todo mi cuerpo.

— Bebé. — Ella lanza un gemido en el segundo que pronuncio la palabra.

— Nos vamos. — Le digo antes de cogerla de la mano con fuerza y girarnos hacia Jack y Berta. — Nosotros nos vamos.

Y antes de que puedan contestar ya estamos saliendo de la cocina y a los pocos segundos de la casa.

Le abro la puerta del coche a Celina y después rodeo el coche para entrar en él. Antes de que lo arranque tengo una mano de Celina en mi muslo interno subiendo hacia arriba. Giro mi cara hacia ella y se ha acomodado en el asiento de manera que está de lado muy cerca de mí.

— ¿Donde nos vamos? — Me susurra mientras baja y sube su mano por mi pierna.

— A-a mi casa. — ¿Desde cuando no se hablar?

Ella se lleva su labio inferior entre sus dientes y lo muerde mientras se acerca a mí. Sus labios están en los míos y somos todo lenguas y labios. Suelto un gran gruñido cuando su mano sube hasta mi polla y la aprieta descaradamente. ¿Quién es esta chica y que ha hecho con Celina?

Me intento separar unos milímetros y le susurró muy cerca de sus labios.

— Si seguimos así nunca llegaremos.

Ella suelta una risita y se sienta bien en el asiento del copiloto. Se acomoda esa maldita falda y se pone el cinturón como si no estuviera haciendo nada hace segundos y yo estoy intentando tomar aire como si hubiera corrido 50 km.

Arranco el coche y me muevo por la carretera a una velocidad que se que no es la admitida, pero ahora todo me da exactamente igual.

ShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora