Capítulo 43

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43

Estamos de camino a mi casa y no hay intercambio de palabras en el coche, solo un silencio incómodo pero que ninguno de los dos rompe. Está apoyada en la ventana viendo los edificios pasar y su mano izquierda está apoyada en sus jeans oscuros, en un acto reflejo hago que mi mano llegue hasta la suya y conduzco con solo la mano izquierda. Veo como se sorprende con mi tacto y tiene que girar su cara hacia mí para no apartar mi mano lejos. Después de unos segundos entrelaza nuestros dedos y creo que puedo morir al sentir su pulgar acariciando el dorso de mi mano.

A los pocos minutos llegamos al edificio donde vivo y entro al parking dejando el coche junto a mi moto. Bajo del coche antes que Celina y voy rápido a abrirle la puerta. Creo que una mujer solo ha montado en mi coche para llevarla a algún hotel para tirármela y nunca me ha importando ayudarla a bajar ni mucho menos, ni me importaba cómo se sentían me iba a importar que no le pasara nada al bajar de mi coche. Celina es la única que ha venido a mi casa y todavía me pongo nervioso, mi casa es mi sitio de confort y ver cómo alguien entra en él todavía se siente extraño. Solo ha entrado Jack y sabe que no es de mi agrado por eso lo intenta evitar, pero con Celina todo se vuelve distinto, la quiero en mi casa, en mi habitación, en mi cama.

Entramos y como la otra vez pasa su mirada por cada rincón de la casa. Voy detrás de su mirada rezando que no encuentre nada extraño, juraría que no lo hay pero no me fío.

Veo como bosteza y se tapa su boca con su pequeña mano. Sus ojos me miran pero cuando ve que la estoy observando quita la mirada.

— Ven, estás cansada.

Tiro de ella hacia las escaleras y me dirijo a mi habitación. Dudo que ponga pegas de que duerma conmigo porque ya lo ha hecho, aunque voy despacio por si en algún momento quiere pararme y pedirme otra habitación.

Cuando llegamos a la puerta ella no ha dicho ni una sola palabra, la miro a sus maravillosos ojos azules y en ellos hay un brillo especial, un brillo que convierte mis piernas en mantequilla.

Abro la puerta de mi habitación y me aparto para que ella entre, vuelve a pasar su mirada por todas partes y se para en medio de la habitación sin saber qué hacer. Paso a la habitación y rebusco en el armario algo para dejarle, me agacho hasta los cajones de abajo donde guardo las camisetas pero me tengo que agarrar al armario porque un fuerte dolor crece en mi estomago. Me quedo en esa posición durante unos segundo esperando a que el dolor desaparezca.

De repente siento el toque de unas delicadas manos en mi espalda, jodida tela de la camiseta.

— ¿Estás bien? — Dice ella preocupada.

Intento incorporarme con una mueca de dolor en la cara y me giro hacia ella. Está mirándome fijamente y no desvía la mirada, me sorprende mucho porque casi nunca aguanta nuestra mirada. No puedo contestarle, nada sale de mi boca, solo quiero perderme en ese azul de sus ojos.

— Ven siéntate.

Su mano se engancha en mi brazo desnudo y siento un escalofrío por todo mi cuerpo, no puedo negar todo lo que me hace sentir. Me lleva hasta el borde de la cama y me quedo de pie esperando lo que tiene pensado hacer. Sus manos van hasta el borde de mi camiseta y me mira esperando a que levante los brazos. No me puedo mover, ¿me va a quitar la ropa y piensa que siga todavía con los pies en la tierra?

Después de unos cuantos segundos levanto los brazos y ella sin pensarlo dos veces quita la camiseta de mi cuerpo. Veo como pasa su mirada por todo mi pecho, por todos mis tatuajes. Un suspiro sabe de mi boca cuando noto sus dedos en mi garganta.

— ¿Por qué es el único que tiene color? — Pregunta de repente.

Levanto mis hombros porque no tengo otra respuesta mejor que darle, no tiene ningún sentido que ese sea mi único tatuaje con color.

— Me gusta. — Dice acariciando mi piel.

Me han tocado muchas mujeres y en muchos lados, pero ninguna me habia dejado sin respiración como lo hace ella. Solo quiero parar este momento y que no acabe nunca, pero como si leyera mi mente deja caer la mano y dejo de sentir su contacto.

Sus manos temblorosas van al botón de mis vaqueros y si estaba antes sorprendido ahora no se como estoy. Tarda más de lo normal en quitar el botón, noto la cremallera bajar pegada a mi parte intima y tengo que cerrar los ojos para que no agarre ahora mismo a la chica que tengo delante y tirarla a mi cama. Siento mis pantalones bajar y abro mis ojos para ver cómo se ha agachado y yo la ayudo a sacar los pantalones de mis pies. Se levanta rápido.

— ¿Duermes con pijama o algo? — Pregunta con un hilo de voz.

Se que solo está intentando ayudarme por eso estoy controlándome todo lo que puedo.

Niego con mi cabeza y ella abre mi cama y espera a que me tumbe en ella, pero solo me siento y la veo moverse por mi habitación como si la conociera de siempre. Veo como coge una camiseta de donde estaba intentando cogerla yo y desaparece por el baño. Cuando veo la puerta cerrarse suelto un suspiro y paso las manos por mi cara, estoy sudando.

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