13. Megan.

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—¿Se puede saber qué tienes? —me pregunta Anna cuando entra al salón que usamos para reunirnos—. Todo el día has estado distraída, tú nunca has sido, así, todo es que comenzaste con esto de las elecciones y a juntarte con Megan y andas así —me señala y se sienta a mi lado—. ¿Qué tienes?

—Eso es precisamente lo que quiero saber —echo mi cabeza hacia atrás y bufo—. Estoy tan confundida, no sé qué hacer, todo es tan... tan... ¡Ay! No sé, no quiero —recuesto mi frente en la mesa y cierro los ojos—. Sólo quiero dejar de pensar y de sentirme así como me siento.

—Julie, estoy a punto de buscarte un psicólogo, porque no estoy entendiendo nada.

—Yo tampoco —digo sin cambiar mi posición.

—A ver, para empezar, ¿qué te tiene así de confundida? —levanto la mirada y me ve con el ceño fruncido, supongo que porque tengo todo el cabello en la cara, el mismo que aparto antes de hablar.

—Megan... Clark —levanta una ceja y parece pensarlo por un momento.

—¿Megan? Por un momento pensé que era porque te gustaba alguien y... ¿Megan? Espera, dos opciones: ¿te tiene confundida con respecto a su amistad? O ¡¿TE GUSTA MEGAN?!

—¿Por qué no lo gritas con un megáfono? No todos lograron escucharte.

—Es que ¿qué? ¿Desde cuándo te gustan las chicas? —hago un puchero.

—Es que no me gustan —me deslizo en mi lugar hasta quedar en posición incomoda con la espalda torcida—. Bueno, eso creo, sólo es Megan.

—¿Sí o no? ¿Eres hetero curiosa?

—No, no soy... ¿o sí? —me muerdo la lengua porque esto es algo que no debería de decir nunca y estoy a punto de hacerlo—. Mi primera vez fue con Megan cuando estábamos en la escuela —digo tan rápido que no logra entenderme.

—¿Qué? Habla despacio, se te enreda la lengua —niego. No quiero hablar de esto, pero lo necesito—. Dame contexto.

—Bien —respiro hondo—. Megan y su familia se mudaron a la ciudad cuando teníamos diez años, ella era nueva y yo quise hacerla sentir cómoda, así que me acerqué a ella y así nos hicimos amigas, nuestros padres también. Cuando estábamos en el último año de la preparatoria, durante las vacaciones de verano nuestros padres rentaron una cabaña cerca de un lago, fueron las mejores vacaciones de todas, Megan y yo compartíamos habitación y la última noche, ella me confesó que yo le gustaba, que sentía algo por mí desde la primera vez que me vio, yo no supe qué decir en ese momento, ella se acercó y me besó, yo nunca había besado, no era popular en la escuela usaba brackets y era muy nerd. Al principio yo no supe qué hacer, pero luego volvió a besarme y yo nunca lo había hecho, tenía curiosidad y luego sólo respondí a su beso. Una cosa llevó a la otra y terminamos teniendo nuestra primera vez.

»Cuando volvimos a casa yo no supe cómo reaccionar, había tenido relaciones con una chica y lo único que se me ocurrió fue tomar distancia, no quería sentir nada de eso y me dolió mucho alejarme de ella, era mi mejor amiga, pero no era lo que yo quería, así que el resto del año sólo fingí que nada pasó y que Megan no existía. Al terminar la preparatoria Megan se mudó y no volví a verla hasta que llegué acá, ese día sentí algo extraño, mi corazón se sintió tan emocionado al verla, pero sabía que no tenía derecho a sentirme así, porque arruine nuestra amistad, yo debí detenerla y dejar claro que no me gustaban las chicas, pero no lo hice.

—¿Alguna vez te has sentido atraída o algo hacia otra chica? —niego.

—Sólo a chicos, luego de todo eso, tuve dos novios, con el primero no duramos mucho, pero el segundo, ya sabes, con él incluso tuve relaciones, dos veces y no me gustó, la primera vez pensé que porque era la primera vez, pero la segunda tampoco y es que la verdad no fue nada en comparación a lo que pasó con Me... —me callo de golpe al reaccionar a lo que iba a decir. Anna levanta una ceja—. Nunca he aceptado esto es voz alta, hasta hoy, pero... lo que pasó con Megan sí me gustó, me gustó mucho.

—¿Eso no te parece suficiente para creer que sí te gustan las chicas y que me probablemente eres bi? —hago un puchero.

—Es que eso no es... Mis padres no lo aceptarían, eso no fue lo que ellos me inculcaron, el ejemplo que me dieron.

—Julie, tus padres ya vivieron su vida, tú debes vivir la tuya, ellos decidieron a quién amar y es tu momento de decidirlo —las lágrimas corren por mis mejillas y ella toma mis manos. Me siento tan frustrada, tan confundida—. Si Megan fuera un chico sin cambiar absolutamente nada de su forma de ser, ¿qué harías?

—Es que sería el novio perfecto, siempre me cuida, siempre me trata bien, es divertida, es linda, amaría casarme con ella y ser la madre de sus bebés... si fuera un chico.

—¡Ahí está! No importa lo que tenga entre las piernas, sino lo que tú quieres —siento cómo mi labio inferior tiembla y comienzo a llorar más.

—Ella es alérgica a los gatos, pero se negó a dar en adopción a Aslan porque dijo que era mío y que ella lo cuidaría —no puedo dejar de llorar—. ¿Por qué tiene que ser tan perfecta? Me encanta cómo se ríe, como se ve con lentes y con lentes de contacto, me encanta como se viste, como huele, me gusta verla feliz mientras prepara un café, me gusta cómo cuida de nuestro gatibebé.

—Julie, estás enamorada de Megan —limpia mis lágrimas, aunque no dejan de salir—. No tengas miedo, sólo sigue tu corazón y lo que tu corazón quiere es a Megan y estoy segura que no es algo de ahora, es de antes, de cuando por miedo dejaste que se fuera, no lo permitas de nuevo.

—No quiero perderla, pero sí, tengo miedo, ¿y si al final no es lo que quería?

—¿Cómo te verías en un futuro si no tuvieras miedo ahora? —me quedo pensando—. ¿A quién ves a tu lado? —la respuesta es tan obvia, ni siquiera lo pienso.

—A Megan —asiente.

—No lo pienses mucho, sólo inténtalo, estoy segura que no te vas a arrepentir, porque sólo es cuestión de verla para saber que ella siente lo mismo por ti.

—En la excursión me dio su celular porque el mío se descargó y agregó mi huella, me torcí el tobillo y ella me cargo, nunca nadie me había tratado así.

—Creo que lo tienes claro, ¿no? Estás enamorada de ella y ella  de ti, ¿tienes idea de lo difícil que es encontrar un sentimiento mutuo hoy en día? No pienses en que es una chica, ni en qué dirán los demás, sólo piensa en que lo que quieres y lo que sientes.

—La tarde que pasamos juntas en su departamento, me di cuenta que siento algo más por ella, me encontré sonriendo en más de una ocasión por sólo verla o escucharla hablarme de café o sistemas. También amé cuando cargó a Aslan en sus brazos y le dio su biberón, tomé una foto y es mi fondo de pantalla, dije que era por Aslan, pero en realidad es por ambos —Anna sonríe emocionada—. Estoy tan enamorada de Megan.

Jamás en mi vida creí que diría algo así, pero es lo que siento, una parte no quisiera sentirse así, porque en serio tengo miedo, pero por otro lado, sólo quiero intentarlo, sólo quiero que sepa lo que siento y que juntas lo intentemos.

Descubriendo El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora