4. Luchar.

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Después de lo que pasó en el almuerzo con Megan, ninguna de las dos volvió a decir nada, a pesar de tantos años de amistad que tuvimos, también habían pasado cinco años sin tener contacto, a pesar de eso, esa tarde volví a mi departamento más animada que el día anterior, incluso logré dormir temprano. Veo mi reloj y aún faltan veinte minutos para mi primera clase, vine temprano, estoy de muy buen humor.

—Hola —me detengo y veo a Megan recostada en una pared. Me acerco a ella y la saludo.

—Hola —quisiera decir más, pero mejor me abstengo, no vaya a ser y lo arruine.

—¿Ahora si dormiste bien? —asiento.

—¿Y tú?

—También, muy bien —sonrío.

—¿Vas a entrar o te vas a quedar aquí? —se endereza y me indica con su mano que caminemos—. Te quedan muy bien tus lentes, aunque los de contacto también, bueno, todo te queda bien —baja la mirada y sonríe.

—Lo sé —vaya, cuanta seguridad—. Voy a descansar un poco de los de contacto, no quiero que piensen que ando llorando por los rincones —me cubro la cara con ambas manos.

—Olvida eso, por favor —ríe un poco y la veo, al mismo tiempo que ella se acerca y me dice muy cerca del rostro.

—Jamás —se separa juguetona y su actitud me toma por sorpresa, creí que sería más difícil volver a acercarme a ella y ya veo que no.

—Algún día tendrás que hacerlo —sólo ríe—. ¿A qué hora empiezan tus clases? —realmente no sé qué más preguntar, pero no quiero que haya silencio, quiero que siga hablándome.

—En... —ve su reloj— quince minutos.

—Mi clase también inicia a esa hora —asiente. No sé qué más decir sin morir en el intento y lo peor es que ella no es para nada buena haciendo plática.

—¿Qué ideas tienes para tu campaña? —la veo.

—Todavía no lo tengo claro, hemos hecho una lluvia de idas, pero para empezar necesito borrar la mala impresión que tenían de mí por aceptar el apoyo del equipo de fútbol.

—Me invitaron a un evento, es algo de la comunidad, si quieres puedes ir conmigo —se encoge de hombros—. Supongo que eso te ayudaría con lo que quieres.

—Oh, sí, sería genial —nos detenemos frente a mi salón.

—Bueno, luego te doy la información, nos vemos.

—Sí, hasta luego.

Espera... ¿cómo sabía que este era mi salón?

—¡Hola, buen día! —Frédéric me saluda animado.

—¿Hola? ¿A qué se debe tanto ánimo? —sonríe.

—Tu popularidad está en ascenso, eso es bueno, al fin lo estamos logrando.

—¿Lo estamos logrando? —frunzo el ceño—. Realmente no hemos hecho nada, todo es gracias a los amigos de Megan.

—Pero lo vamos hacer, junto a ellos, ya lo verás —me toma de la mano y me lleva al interior del salón, nos sentamos juntos y mientras esperamos que comience la clase, me cuenta los planes que tiene, me muestra una diapositivas y luego unos gráficos.

—¿Seguro que no quieres trabajar con algún candidato a presidente? —pregunto mientras intento entender los gráficos de colores.

—No, eso sería demasiado trabajo —sigue explicándome y yo realmente ya no sigo prestando atención, bueno, sí es que en algún momento lo hice.

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