13. Una fiesta

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El sol se encontraban por lo bajo. Causando así contornos naranjas por sus alrededores. Asentandose y desapareciendo por los árboles hasta donde llegaba mi vista.

¡Hoy había sido mi cumpleaños! Cumplí quince años.

La mañana había sido un poco cansada debido a los tantos invitados que debí recibir por su llegada. A casi nadie conocía, o bueno, las amigas de mi madre, sus esposos (Ni idea a que venian, pero me gustaban sus regalos.) tambien sus hijos, mayores o menores que yo. Hasta parecia que todas las familias de Mónaco estaban en mi casa. La cual por suerte tenía demaciado espacio. A parte de los sirvientes o empleadoa que corrian de un lado a otro y yo sin saber nada de lo que hacían, poco importaba, ¿no?

Comenzó temprano, y como no, me pusieron un vestido enorme. No de talla ovbiamente. Junto a un corset bajo del vestido que parecía querer sacarme todos los órganos.

El vestido era de color rojo, como no. A mi madre le gustó y a mi me encantó. Tenía piedrecitas pequeñas que brillaban, dimunitas, pero que sin duda aportaban belleza al ya hermoso vestido.

Y cuando Leyna estuvo en la habitación mientras me areglaban no paraba de decir defectos inexistentes de todo, hasta que por fin mi madre la sacó de la habitación. Algo bueno, porque ya no la quería allí.

Mi madre me compró un collar de cinco o siete quilates no me acordaba de cuanto me dijeron que era, sabia que había costado mucho, pero yo quería uno que pesaba ocho, mi madre dijo que no y me tuve que quedar con el que si podía pagar, que por cierto era de alta calidad. Las de baja eran más baratas aunque no mucho, pero su calidad daba el presio.

- Te luce excelente. - dijo mi madre sonriendo mientras me miraba. Ya me había puesto el collar.

Pasé mi mano tocandolo mientras me veía en el gran espejo delante de mí.

- ¿Ya esta lista? - dijo Lys pasando a la habitación.

- Sí, ya.

- Bien entonces que venga a recibir a los invitados, ya hay muchos.

- Claro. Ve a recibirlos.

- Ya voy. - dije parandome y saliendo a recibir.

Bajé las gradas y las personas eran notorias por la casa. No sabía ni a que se metieron en la casa, pero bueno.

Al salir me encontré con un montón de personas a las cuales saludé, recibí y agradecí por su asistencia. Me llenaron de regalos de dinero, cosas en cajitas, como ropa, joyería, calzados y cosas así. Las cuales parecían de valor, claro, tampoco es que trajeran baratijas, ¿no? Solo personas con dinero podían asistir, tambien debido a que con gente del pueblo y escasos recursos mi madre no veía ni conocía, algo que no sabía era que yo si tenía una amiga del pueblo. Se llamaba Jade.

- Oye, no crees que el vestido es muy apretado.

- Sí, lo es.

- ¿Por qué no te pones otro?

- Después. - dije alejandome de Leyna. Al parecer a ella no le gustaba el vestido, pero a mi me encantaba. Era muy hermoso.

Caminé por los alrededores y las personas no dejaban de llegar.

Ya habían llegado muchas personas y yo solo los recibia.

Todo transcurrió de lo más normal, hasta aburrido para mí, pero felices parecían todos.

Y ahora estaba en la parte tracera de la casa. Donde estaban las hermosas rosas rojas.

Agarré una y la acaricie. Los ruidos y sonidos o música de toda la fiesta parecía colapsar en ese instante. Solo pensando en algo, pero sin saber en qué.

CAPAS DE MENTIRA  |  TOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora