15. ¿Esto es amor? No

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La chica de cabello color rojizo observa algunas cosas en una de las habitaciones de las hijas de la dueña.

Estaba acomodando y organizando cada cosa que no estuviera en su puesto. Hasta que se encontró con uno de los collares que más anhelaba tener. Uno que contenía piedras hermosas de color rojo esmeralda que parecían diamantes incrustados en el collar. Al saber que solo ella estaba allí, se lo puso sobre su cuello, tocandolo mientras este le recorría todo su delgadez. Estaba mirándose en el espejo y su cabello combinaba con el collar, pero su ropa de sirvienta, no.

Fingió estar acomodando las cosas al escuchar la puerta abrirse.

- ¿Sigues aquí? - preguntó una de las hijas de la dueña la cual era Billie.

- Pensaba irme después de terminar. - responde un poco nerviosa la empleada, Elizabeth.

- Claro. ¿Ya te irás? - dijo esperando a que se fuera lo más rápido posible.

- Sí. - dijo apresurandose a salir. Mientras que la puerta era cerrada.

Se cambió de ropa a un vestido sencillo y de tela cualquiera, de pobres para las personas con dinero. Y luego de hacer eso se marchó a su casa.

La casa era pequeña y muy pobre a la vista. Se había mudado ahí para conseguir dinero. Para trabajar y después tener una mejor vida que sus padres. Venía de un pueblo, que estaba un poco lejos, pero consiguió trabajo en una las mejores casas y su sueldo era uno bueno.

En la mansión habían muchos de los trabajadores que se quedaban ahí, pero a ella no le gustaba. Prefería estar en la casa que con mucho esfuerzo logró comprar.

Estaba pensado que algún día cuando la persona a la cual queria demaciado, vendría por ella y se podrían casar y vivir juntos, formar una familia. Era algo que le emocionaba mucho. Poder estar con la persona a la cual amaba mucho.

Se quedó a descansa en casa, después de haber trabajado más de un par de semanas sin descanso (a excepción de la noche).

.

- ¿Quieres ir al campo? - preguntó mi buena amiga, Jade.

- Sí. - respondí.

- ¿Tanto te gusta? A mi no mucho. - dijo mirando el cielo.

- Sí, ahora vamos.

- Esta bien. - respondió y nos pusimos en marcha.

Mi madre aún no estaba en casa y yo aprovechaba para salir a pasear a cualquier hora. Era la tarde y estaba con Jade caminando por donde ella vivía.

Nunca llevé a Jade a mi casa porque sabía que mi madre ya no me dejaría estar con ella. Así que tampoco sabía nada de mis salidas ni nada.

Donde vivía Jade habían un montón de frutas de todo tipo. Y el lugar era muy hermoso. Un huerto de frutas y tambien tenía una pequeña casa que parecía derrumbarse en cualquier momento.

- Mis padres no estan en casa.

- ¿Por qué? - pregunté más por preguntar que para saber.

- Estan donde mi abuela y llegan en la noche.

- Ah, mi madre tampoco esta.

- ¿Quieres comer fruta?

- Sí.

Caminamos por las plantas y de vez en cuando sacando una que otra fruta. Yo me saqué una mandarina y una granada mientras caminabamos y hablábamos de cosas sin sentido.

- Ayer vi a Clara. - dijo mientras comía una porción de una mandarina.

- ¿Ayer? ¿En dónde? - pregunté con desinterés.

CAPAS DE MENTIRA  |  TOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora