1. Un nuevo hogar

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- Billie, cariño, ven un momento. -habló una mujer de edad avanzada.

- Señora Alice, Youlieth no quiere compartirme sus muñecas. -dijo con ojos llorosos.

- Youlieth, ¿por qué no quieres compartir? Si compartes te compraré una hermosa muñeca de porcelana. - dijo otra mujer, la madre de Youlieth, una niña pequeña de diez años.

- Mamá él no de... -antes que pudiera terminar de hablar sintió la mejilla arder.

- Cállate, mal educada. ¡Largo de mi vista!

- ¡Él no es una mujer! - la niña salió corriendo antes de que su madre pudiera responder.

- Billie, ella es una niña mala, - dijo refiriendose a la Youlieth. - y por eso no comparte nada. ¿Quieres ir al mercado? Te puedo comprar una hermosa muñeca con la que puedes jugar. ¿Quieres ir? - propuso la mujer.

- Sí, si, si quiero. -dijo el pequeño niño al cual le había ilusión ir por jugetes o muñecas.

Pero... habia algo mal en todo esto. O eso creia Youlieth. ¿Como era posible que el niño... no parecia tal? Esas mujeres estan mal de la cabeza, pensaba Youlieth. La razon no muchos la sabian, pero ella si. Él no era una niña sin embargo su madre le ponia hermosos vestidos hechos a su talla, de telas finas y muy hermosas. Vestidos en blanco con rojo y negro. Los colores favoritos de su madre. Pero la belleza del niño no ayudaba ya que parecia una hermosa niña. Piel blanca, ojos redonditos y hermosos con una pequeña boquita, toda una preciosura. Su hermoso cabello color negro noche que era un poco largo. Su madre le ponia vestidos, moñitos en su cabello, pendientes de color oro; de hecho tenia unas hermosas joyas de oro que su madre le habia comprado; lo que enfurecia a Youlieth, a ella nunca le habia comprado nada de eso. Y tambien le ponia unos zapatitos con medias blancas con estapados en las puntas finales. Él parecia una niña con todo eso. ¿El problema?... era muy claro cual era el problema. Él era él no ella. Pero al parecer su madre y abuela no comprendian eso.

Youlieth tambien recordaba que él nombre del niño no era Billie, más bien era solo Bill. Pero por lo mal de la cabeza que se encontraban las mujeres con las cuales habitaba, le habian cambiado el nombre a uno más "femenino", aunque ahora tenia un nombre completamente de mujer. De hecho todas las personas pensaban que era una. Solo algunas sabian la verdad, su madre, abuela y personas donde Bill antes habitaba.

La señora Charlotte y "Billie" se encontraban en su transporte personal camino a tiendas del lugar donde vivian.

Bill estaba muy contento ya que sabia que la señora Charlotte le compraria una hermosa muñeca. Se sentía muy emocionado.

Bill hace dos semanas que vivía con estas personas poco conocidas para él, pero estaba muy feliz apesar de todo, en el lugar donde vivia antes no podia tener nada de lo que ahora podia tener.

Era un niño pequeño y cualquier regalo por más varato que fuese él lo apreciaria. Amaba los regalos, quizá por eso se sentía cómodo en ese lugar en el cual conocia poco.

Solo vivían tres personas en una casa tan grande. Ahora eran cuatros, más Bill.

Bill no se enteraba de como debian vestirse los hombres y mujeres, nunca le mencionaban nada sobre el género y él con solo seis solo podia pensar en jugar con cualquier juguete con el que se encontrase, en cierto modo preferia jugar con las hermosas muñecas que con autos o cualquier cosas que se involucrase con la tierra. Él era muy limpio e higienico, algo que agradaba a todas las personas de su entorno.

Aún los niños estaban en vacaciones. Pero pronto Bill estaria en un colegio elegante y hermoso. Le ilusionaba asistir a clases en un lugar tan diferente al lugar donde estudiaba antes.

Despues de un largo recorrido llegaron y el pequeño Bill saltaba de la alegria, sonriendo.

- Billie, - dijo con una voz suave al pequeño. - ya llegamos e iremos a una jugueteria que es muy grande y hay muchos juguetes. - le hablaba mientras caminaban por las tiendas.

- Señora Charlotte, ¿cuantos me comprara? -preguntó entusiasmado.

- Los que tu quieras mi querida Billie. -dijo soriendo.

- ¡Gracias! - dijo felizmente. - ¡Vamos allí! -se dirigió corriendo a uno de los mostradores con bellisimas muñecas, con grande y hermosos vestidos.

Lo único que Bill hacia era jugar con sus muñecas por todos lados.

Era de noche y él estaba ya listo para poder dormir. Acomodado en su cama y junto a él sus muñecas y peluches ponposos que se le habia comprando la señora de la casa. Alegremente se sumó a un profundo sueño.

¿Por que estaba allí?

Quizá no todas las familias podian amar tanto a sus hijos como para no soltarlos. Porque a él lo dejaron irse sin más. Como un objeto sin valor. El poco amor que le tuvo su madre por él era notorio por sus acciones. Pero... ¿Qué podía comprender él?

Lo que sabía era que estaba en un nuevo lugar, donde era más querido.




No comprendo porque solo leen el primero y ya luego los demás no. 😔

CAPAS DE MENTIRA  |  TOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora