10. Un nuevo hogar. Verano

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- ¡Hola! - su madre se saludó con una mujer que acababa de abrir la puerta. Él solo miraba en silencio.

- ¡Hola! ¡Pasa! No te quedes ahí fuera. Te estaba esperando. - dijo mientras la abrazaba y le invitaba a pasar.

- Oh, él es mi hijo.

- ¿Tenías un hijo y nunca me lo dijiste? Me siento ofendida.

- Ay, no es para tanto. - hablaban sonrientes y felices.

- Hola. - le saludó la señora que había conocido hace poco.

- Hola... - dijo Tom. - Mi nombre es Tom.

- Pero pasa.

Se encontraban sentados en los cómodos sillones de la sala. Su madre y su amiga de la misma hablaban animadas miemtras tomaban el té, que por cierto lo habia traido una empleada. ¡Una empleada! Eso sorprendia de sobremanera a Tom, pensando que eran de la realeza o algo parecido. Se sentía en la cima. Como alguien importante, tomando el té junto a personas importantes. Definitivamente preferia estar fuera de casa. Comenzar una nueva vida. Conocer más y no quedarse eternamente en el lugar en el que vivió toda su vida. Sentía que había valido la pena mudarse, pero solo por un momento... Ya luego no.

- Hola, querida. Ven. Raishelle ella es mi hija, Dária.

- Hola señora. - saludó la hija de la amiga de su madre.

Era una chica de unos dieciséis más o menos. Castaña, ojos color marrón, piel blanca y vestida elegantemente.

- ¿Dónde esta tu hermano? - le dijo. Se acercó a ella y le dijo: - Dile que venga a saludar a los invitados. - susurró bajito, pero aún asi Tom pudo escucharla.

Dária subió por las gradas a la segunda planta a lo que supuso: ir a traer a su hermano.

Su madre con su amiga hablaban y hablaban de cosas poco o nada interesantes para un niño de diez años como para Tom. Que se perdía en sus pensamientos o simplemente se distraia mirando detalladamente la casa.

Luego después vino a saludar el hijo de Adalia, la amiga de su madre, Dániell. Un niño de nueve años.

Daniell era más bajo que él y tenía el cabello castaño, ojos negros y piel blanca.

- Entonces, ¿Por cuántos días te quedarás? Aunque para mi no hay problema si te quedas muchos. - habló Adalia mientras comían la comida de medio día.

- Por ahora no tengo dónde quedarme. Me iré lo más pronto posible. No quiero molestar.

- No molestas. Además me agrada tu compañia. Piedes quedarte todo el tiempo nesesario.

- Oh, muchas gracias. No se que haría si nl te tendría.

Despues de eso Tom se dirigió a la parte trasera de la casa. Debido a que le permitieron pasear por donde quisiera.

- Hola, Tom. - dijo Dániell.

- Hola. ¿Por qué hay agua aquí? - le preguntó refiriendose a la pequeña cascada a un lado, en la pared, la cual parecia regar a todas las flores y plantas verdes de sus alrededores, pero sin llegar a mojar a Tom.

- A mi mamá le gustaba la idea de tener uno así.

- Ah, es bonito. Las plantas son muy bonitas. - había muchos tipos de plantas y unas que escalaban por la pared que separaba un lugar de otro.

- Sí. A mi hermana tambien le gusta. A mí tambien. Y creo qie ahora a ti tambien.

- Sí.

La tarde se pasó rápida. Ya era de noche. Estaban sentados en los sillones Tom, su madre y la amiga de su madre.

CAPAS DE MENTIRA  |  TOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora