Después de descansar y recuperarme, me dirigí a por el siguiente orbe: el de Júpiter. El planeta más grande del sistema solar. Se encontraba en medio del bosque de Woodvale. Estaba conformado por madera de sauce, hojas y semillas de hiedra, piedras preciosas de ámbar y polvo de hadas.
Comenzaba a creer que a esta diosa le encantaban los castillos, ya que de nuevo tenía que pasar por otro. La estructura del Castillo Sempiterno tenía grietas gracias al paso del tiempo, hiedra muy crecida y gruesa la envolvía, siendo casi imposible vislumbrarlo. Habían sauces descoloridos que me hicieron sentir como dentro de un cuento de hadas y villanía, el olor a tierra mojada era el único que lograba percibir. Se notaba a leguas que era un lugar templado.
Vi una persona a lo lejos, portaba una capa negra que cubría su rostro. Cargaba una canasta con fresas, se dirigía al castillo a paso lento y tranquilo. Me acerqué a ella, sacando mi arco en caso de que intentara hacerme daño.
—¿Qué haces aquí? ¿Quién eres?
Al escuchar mi voz, descubrió su rostro, mostrando a una mujer de piel clara, de cabello rubio y ojos verdes. Llevaba un vestido blanco largo muy holgado, el cual le cubría los hombros. Tenía clara suciedad en su rostro.
—Soy Ava. — se presentó formalmente, asintiendo con la cabeza a modo de saludo. — Soy prisionera en el mundo de esta diosa. Me mantiene cautiva en este castillo como si fuera otro de sus prisioneros. ¿Eres un ángel?
Asentí, bajando lentamente mi arco. — Lo soy. Mi nombre es Pit.
La mujer pareció ver algo detrás mío, ya que abrió los ojos como platos. — ¡A un lado!
Tomó la espada que tenía guardada debajo de su capa y la blandió. Había una neblina de lavanda con aspecto adorable, tenía ojos y parecía inofensiva a simple vista. Pero Ava se dispuso a atacarle, sin darle la oportunidad de defenderse. Por lo que había visto, era muy habilidosa y ágil, parecía tener experiencia con la espada. Tan solo me quedé parado, congelado viendo cómo se encargaba del monstruo. Al vencerle, la guardó nuevamente en su funda.
Rápidamente me le acerqué. — ¿Por qué hay monstruos? Hades ha sido derrotado...
—Ella crea sus propios monstruos. Por eso no los reconoces. Pero puedo decirte cuáles son sus debilidades.
Lavie, la neblina de lavanda con ojos que nos habíamos encontrado, tenía la habilidad de dejar mareado al enemigo. Sin embargo, su debilidad eran los golpes directos y el movimiento brusco, que hacían que la neblina se dispersara hasta desaparecer completamente.
Un golem hecho de arcilla y magia, llamado Mudgolem. Debido a ese hecho, podía transformarse en lo que quisiera. Ese era especialmente peligroso, pero nada que una buena batalla no pudiera solucionar. Había que ser especialmente rápido con ese.
Una criatura que sale de las sombras y se roba las sombras de los demás, llamada Shadewraith. La única forma de derrotarle era estando en un lugar con la mayor cantidad de luz posible.
Me dijo que eran todos los que conocía. Después de eso, me comentó de los monstruos específicos en cada lugar donde se encontraban los orbes.
En la Isla Encantada, en la cual se encontraba las tres plumas que me ayudarían en mi misión, había un castillo embrujado, lo protegía un dragón con escamas de hierro y que escupía fuego. El lugar era inaccesible, a excepción de un lago con peces koi de múltiples colores que, si se procedía de la manera correcta, no pasaría nada.
En la Tierra de los Poetas, donde se encontraba la Llave Encantada, había un ave gigante que protegía la fortaleza. Un Albatros. Era prácticamente indestructible, pero su punto débil eran sus alas y los ojos.
Y por último, Vipera, una serpiente enorme que era la progenitora de otras tantas, las que se encargaban de vigilar el templo de la Diosa del Karma. Vivía en las ciénagas y se alimentaba de los monstruos que su propia diosa creaba, o en algunos casos, de sus propias crías. Se movía con gran velocidad y sigileza. Si veía a un intruso, se arrastraba rápidamente por el suelo y le inyectaban su veneno mortal por medio de una mordida bastante dolorosa.
Tomé una nota mental de todo lo que le había comentado. Me serviría bastante cuando me aventurara más a fondo en ese mundo.
—No los vi en la Tierra Audaz...
—Ahí es muy raro verlos, y hay pocos lugares que sean resguardados por una criatura en específico, pero conforme vayas avanzando en estas tierras verás muchos más, se volverán más mordaces y peligrosos. Te recomiendo que tengas cuidado.
—Gracias, Ava. — jugueteé con mis dedos, en clara señal de nerviosismo. Ella parecía saber mucho, y a pesar de que me había dado información muy útil para mi viaje, seguía queriendo saber más que nada el aspecto de la diosa. No me servía un diario que, como Dark Pit había dicho, pudo haber escrito cualquiera. — Y... ¿cómo es? La diosa. ¿La has visto?
Ava me miró por el rabillo del ojo.
—Te golpeará con tu poder de ser necesario. — se limitó a decir, yo apreté los labios.
—No fue lo que quise decir...
—¿Te refieres a su aspecto físico? — apenado, asentí. Rodó los ojos con diversión. — Todo el mundo se lo pregunta.
—Pregúntale si sabe dónde se encuentra el orbe. — Palutena me indicó.
Casi olvidaba que me encontraba ahí por eso.
—Ava... — la llamé. — ¿Sabes algo del orbe de Júpiter? Se encuentra en este castillo.
Detuvo todo movimiento y me miró. De repente había cambiado su expresión. Me miraba con frialdad y hasta algo de odio. Me sentí intimidado.
—¿Por eso estás aquí? — asentí con la cabeza. — Lo siento, pero no puedo permitir que lo tomes.
—¿Por qué?
—Una de mis misiones aquí es proteger el orbe.
—Pero eres prisionera, ¡podría ayudarte a salir de aquí!
Ella negó con la cabeza.
—Será mucho peor para mí. Si estás aquí para conseguirlo, entonces pelearás conmigo.
Asentí con pesar. No quería, pero era necesario para que la diosa no cobrase más víctimas inocentes. Ya la había visto combatir contra ese Lavie, sabía que era una dotada con la espada, así que me dispuse a mantener mi distancia.
Ella fue la que atacó primero, esquivé el ataque y me dispuse a correr en círculos, sin despegar la mirada de la mujer. Intentaba encajarme su espada, pero yo le huía. Saqué mi arco y le apunté. No hacía falta tener tan buena puntería como para poder darle.
Repetí el mismo proceso varias veces, lo malo es que era bastante escurridiza. Las flechas se me estaban acabando igual que mi paciencia. Cuando me percaté de que se estaba volviendo más lenta y parecía estar cada vez más cansada, aproveché la oportunidad.
La agarré desprevenida y le di una patada en el estómago. Perdió el aliento, cayendo al suelo gruñendo. No le di tiempo para recuperarse y le propiné una patada en el pecho.
Volví a apuntarle con mi arco, tensando la cuerda. Me miró desde abajo, alzó las manos en señal de rendición.
—Ya, me derrotaste, debo recompensarte por ello.
Resignada me entregó el orbe. Al tomarlo, este desapareció. Lady Palutena se lo había llevado.
—Muchas gracias.
Una luz me envolvió. Mi misión había terminado y mi diosa me llevaría de vuelta al templo. Le di un último vistazo a Ava, quien no pareció verse sorprendida por mí siendo llevado por una fuerza fuera de mi alcance.
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✓ KARMA, pit.
Fanfiction⩉:⩉ « ִ ۫ ❝𝗘𝗟 𝗞𝝠𝗥𝗠𝝠 𝗘𝗦 𝗨𝗡 𝗗𝗜𝝝𝗦.❞ 𖥻 ━ ¿𝒬𝓊𝑒́ 𝓅𝒶𝓈𝒶𝓇𝒾́𝒶 𝓈𝒾 𝑒𝓈𝑒 𝒟𝒾𝑜𝓈 𝒻𝓊𝑒𝓇𝒶 𝓊𝓃𝒶 𝓂𝓊𝒿𝑒𝓇? Se sabe que existe, pero nadie la ha visto nunca, o al menos nadie que viva ha tenido el privilegio de hacerlo. Es más...