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Nos habíamos convertido en novios, o algo así. Nos besamos muchas veces e incluso me dijo que me quería. Le respondí que yo también, sintiendo mi corazón arder en ternura por su tono. No le mencioné nada de esto a Lady Palutena, ni mucho menos a nadie más, queriendo mantenerlo en secreto por el momento.

Eso sí, estaba ocupado con unas misiones que mi diosa me había impuesto para las reparaciones de los desastres que ____ había causado, así que no podría verla esa semana. Pero en recompensa, le propuse salir en una cita. Aceptó de inmediato, notablemente entusiasmada.

Nos quedamos de reunir en la entrada del templo. Acudí a la hora acordada, esperándola. Se había retrasado algunos minutos, pero confiaba en que llegaría pronto. Al verla acercándose, abrió su reloj de oro, checando la hora.

«El exilio termina a las 12».

Traía puesta una capa con gorra que le tapaba por completo el rostro. Pero sabía que era ella, podría reconocer su aura a kilómetros de distancia. La capa no era nada discreta, en realidad. Brillaba bastante. Al igual que sus manos y brazos. Parecía tener pequeños cristales incrustados e la piel, dejando una estela de brillo etéreo a su paso.

Me sorprendía la diversa cantidad de trajes que ella solía portar cada vez que la veía, tanto exóticos como bellos. Sin nunca retirar los cristales que se mostraban orgullosos a los lados de sus ojos, en su lagrimal.

Besé su mejilla, queriendo demostrarle mi amor de la forma más pura posible. Esbozó una sonrisa, ruborizándose. Se veía preciosa. Nos dispusimos a hablar de nosotros para conocernos mejor mientras caminábamos, incluso si fuera de nuestras cosas malas.

—La codicia de los humanos ha existido desde tiempos inmemorables, así que yo también. No sé de donde vengo y la verdad no me interesa. — Pit me observó con esa mirada que me enfermaba, esa que denotaba preocupación por mí. Me encogí de hombros y continué hablando para que parara. — Tal vez sería mejor para mí no saberlo.

—Me gustas seas como seas, a pesar de todo lo que hiciste, porque sé que te arrepientes. — ____ se giró y atacó mi rostro apenas escuchó mis palabras, bastante emocionada de haber sido halagada de esa forma. Le correspondí. Después de unos minutos caminando en círculos, la miré. — ¿A dónde vamos...? Se supone que yo debería de llevarte, ya que fui el que te invitó.

—Es una sorpresa. — me guiñó el ojo con coquetería. — llegamos a un lago en forma de corazón, el cual en su agua cristalina se reflejaba la luz de la luna. Era tan mágico que me sentí levitar. Me quedé maravillado, y esa sensación mejoró aún más cuando la vi sonreír al ver mi reacción. — Gracias por esto, ____.

—Gracias a ti por acompañarme. — nos sentamos a la orilla, tomando de la mano al otro. — No se lo había mostrado a nadie que no fueras tú...

Sentía tanta paz, que incluso deseé no volver al templo, a los brazos de Lady Palutena. Podría hasta tatuarme todos tus lunares, como una constelación de estrellas. Nuestras soledades se encontraron esta noche, maravillándonos con la luz en el interior del otro.

✓ KARMA, pit.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora