Capítulo doce

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Estaba a un día de que el ciclo escolar empezara.

De nuevo a las actividades normales, mi horario era bastante bueno, en la mañana al colegio hasta la 1:30, luego comería y haría tareas, para a las siete de la noche ir a un gimnasio y luego regresar a mi casa y alistarme para otro día.

A veces, tan solo a veces me gustaba que el tiempo no se detuviera por nada, ni por nadie. Desde aquel día en su oficina no habíamos vuelto a hablar, lo agregué a Facebook mucho antes de las peleas, así que cuando estábamos bien, teníamos largas charlas en donde hablábamos de todo y de nada, ponía me gustas y comentarios en las fotos que compartía o subía. Pero después de aquello, nada, subía fotos cada vez solo con la esperanza de que él las viera, pero ni una señal de vida. Un día decidí mandarle un mensaje, y supe que nada volvería a ser lo mismo, puede que por un tiempo o para siempre. Y aunque poco a poco pasaba el dolor, volvió en ese momento, no en su misma intensidad, pero dolió.

Me puse una firme decisión, me olvidaría de él, ya el tiempo mismo se encargaría, y se ha encargado. Ya nada es como antes, o eso creo.

Se me hará bastante difícil dormir a las once p.m. después de acostumbrarme a hacerlo a las 2 de la mañana. Pero al menos lo intentaré. De pronto alguien abre la puerta de mi cuarto, es mi madre.

-¿Ya está todo listo?

-Sí, mamá.

-El jefe de tu hermana es bastante generoso y bueno- dijo, me mantengo indiferente-. Se ofreció para llevarte y traerte del colegio todos los días.

Eso ya no me fue indiferente, abrí tanto los ojos que pareció como si se me fuesen a salir de las cuencas, al menos me encontraba de espaldas de mi madre, y ella no lo notó.

-Vendrá a las seis y cuarenta y cinco en punto, todos los días, te dejará en el colegio e irá a su trabajo, luego te irá a retirar a la 1:35 y te traerá aquí.

-¿Qué?-dije casi sin aire.

-¿No me has oído?- me puse frente a ella y asentí tontamente-. Bueno pues, ya lo sabes. Dale las gracias.

Me dijo algunas cosas más y luego me dio las buenas noches y se fue a la cama.

Quedé en shock por unos minutos, no sabía si estar feliz, enojada, triste, o que sentir. Pero por el momento di vueltas en mi cama hasta lograr dormir.

* * *

La alarma sonó muy estrepitosamente. No había dormido más de cuatro horas, y es que no pude dormir, pero ya era hora de levantarme, mi cuerpo se sentía pesado. Me lavé la cara y me vestí rápidamente, no me preocupé demasiado por mi aspecto, a pesar de que durante todo esté día completo no haríamos absolutamente nada, llevé un cuaderno y un par de esferos.

Bajé, tomé el desayuno, arreglé mi cama y sin mucho ánimo salí de la casa. Julián me esperaba afuera, en su auto, con un suspiro abrí la puerta del auto y subí.

-Buenos días- dije fríamente.

-Hola Mar. ¿Cómo estás?

-Bien-me limité a responder.

Julián arrancó el auto, notando mi incomodidad.

-Mira, sobre lo que pasó-lo dejé hablar, mi curiosidad ganó realmente-, debo decir que me perdones, realmente me porté como un idiota, juzgué sin saber absolutamente nada. Y lo lamento, pensé que esta sería la oportunidad perfecta para que todo se arregle.

Se quedó en silencio, esperando mi respuesta, pero no le dije nada y continué mirando por la ventanilla.

El camino se hizo largo, pero me sentí aliviada cuando paramos en la puerta del colegio, lo miré, se veía tenso y nervioso. Y no pude evitar sonreír.

Mayor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora