Estaba a un día de que el ciclo escolar empezara.
De nuevo a las actividades normales, mi horario era bastante bueno, en la mañana al colegio hasta la 1:30, luego comería y haría tareas, para a las siete de la noche ir a un gimnasio y luego regresar a mi casa y alistarme para otro día.
A veces, tan solo a veces me gustaba que el tiempo no se detuviera por nada, ni por nadie. Desde aquel día en su oficina no habíamos vuelto a hablar, lo agregué a Facebook mucho antes de las peleas, así que cuando estábamos bien, teníamos largas charlas en donde hablábamos de todo y de nada, ponía me gustas y comentarios en las fotos que compartía o subía. Pero después de aquello, nada, subía fotos cada vez solo con la esperanza de que él las viera, pero ni una señal de vida. Un día decidí mandarle un mensaje, y supe que nada volvería a ser lo mismo, puede que por un tiempo o para siempre. Y aunque poco a poco pasaba el dolor, volvió en ese momento, no en su misma intensidad, pero dolió.
Me puse una firme decisión, me olvidaría de él, ya el tiempo mismo se encargaría, y se ha encargado. Ya nada es como antes, o eso creo.
Se me hará bastante difícil dormir a las once p.m. después de acostumbrarme a hacerlo a las 2 de la mañana. Pero al menos lo intentaré. De pronto alguien abre la puerta de mi cuarto, es mi madre.
-¿Ya está todo listo?
-Sí, mamá.
-El jefe de tu hermana es bastante generoso y bueno- dijo, me mantengo indiferente-. Se ofreció para llevarte y traerte del colegio todos los días.
Eso ya no me fue indiferente, abrí tanto los ojos que pareció como si se me fuesen a salir de las cuencas, al menos me encontraba de espaldas de mi madre, y ella no lo notó.
-Vendrá a las seis y cuarenta y cinco en punto, todos los días, te dejará en el colegio e irá a su trabajo, luego te irá a retirar a la 1:35 y te traerá aquí.
-¿Qué?-dije casi sin aire.
-¿No me has oído?- me puse frente a ella y asentí tontamente-. Bueno pues, ya lo sabes. Dale las gracias.
Me dijo algunas cosas más y luego me dio las buenas noches y se fue a la cama.
Quedé en shock por unos minutos, no sabía si estar feliz, enojada, triste, o que sentir. Pero por el momento di vueltas en mi cama hasta lograr dormir.
* * *
La alarma sonó muy estrepitosamente. No había dormido más de cuatro horas, y es que no pude dormir, pero ya era hora de levantarme, mi cuerpo se sentía pesado. Me lavé la cara y me vestí rápidamente, no me preocupé demasiado por mi aspecto, a pesar de que durante todo esté día completo no haríamos absolutamente nada, llevé un cuaderno y un par de esferos.
Bajé, tomé el desayuno, arreglé mi cama y sin mucho ánimo salí de la casa. Julián me esperaba afuera, en su auto, con un suspiro abrí la puerta del auto y subí.
-Buenos días- dije fríamente.
-Hola Mar. ¿Cómo estás?
-Bien-me limité a responder.
Julián arrancó el auto, notando mi incomodidad.
-Mira, sobre lo que pasó-lo dejé hablar, mi curiosidad ganó realmente-, debo decir que me perdones, realmente me porté como un idiota, juzgué sin saber absolutamente nada. Y lo lamento, pensé que esta sería la oportunidad perfecta para que todo se arregle.
Se quedó en silencio, esperando mi respuesta, pero no le dije nada y continué mirando por la ventanilla.
El camino se hizo largo, pero me sentí aliviada cuando paramos en la puerta del colegio, lo miré, se veía tenso y nervioso. Y no pude evitar sonreír.
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Mayor que yo
RomanceElla es solo una niña y él ya es un hombre maduro. Ella es tímida e introvertida, él es experimentado y reservado. Ella admira su experiencia, él admira su inocencia. Mariana conoce a un hombre muy guapo y atento, doce años mayor que ella. Como es d...