Mayor que yo

¿Un reencuentro?

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Nota de autor: Les recomiendo escuchar la canción "Tormenta de arena" mientras leen el cap. :3

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Mariana sale de su casa, es evidente que necesita tiempo para pensar y liberarse de todo, la han invitado a una fiesta en donde habrá toda clase de gente, de hecho, ni siquiera la han invitado, se ha enterado y ahora se colará. Va tal y como se siente cómoda, ropa negra, un hermoso vestido negro pegado al cuerpo, algo de maquillaje, zapatos de tacón negros no tan altos, al no ser tan lejos de su casa aquel encuentro, va caminando, algunos hombres la ven, pero ella está sumida en sus pensamientos.

Suspira, joder, siempre se ha aferrado a las personas, antes no le había costado superarlas, al fin y al cabo todo deja de doler con el tiempo, te da nostalgia, sí, pero deja de doler, en fin, escribir lo que acabó de escribir ya hace algo de tiempo la ha dejado por una parte con una nostalgia enorme, con un tristeza inaudita. Joder, ¿es que aún lo ama? No, no lo sabe, solo tiene en cuenta que no sabe que es lo que siente por él, además es consciente de que no lo ha visto en mucho tiempo, lo más probable es que ya haya seguido el curso de su vida y que vuelva a ser feliz, eso es lo que más le desea a él...que sea feliz. Debió haber cambiado, pero es muy poco probable que se encuentren, la ciudad es grande, las coincidencias, pocas.

Suspira, quiere dejar de pensar, pero esta vez no lo logra. Ya ha llegado a la fiesta, es en una especie de discoteca, por lo menos dejan entrar a partir de los 16, el guardia la mira, y decide que ya pasa de los 18. Entra, el ambiente es relajado, uno de esos ambientes en los que a nadie le importa lo que hagas, con tal de que no te metas con ellos. Huele a alcohol y a tabaco ligeramente, lo que más le gusta a Mariana es que la música retumba, que la bulla del lugar le permite apaciguar la bulla que lleva dentro, la música es tan alta que no deja oír nada, no está acostumbrada a beber, no lo hace nunca, pero por hoy pide un trago, uno cualquiera que sea colorido, se lo dan, en un bocado el vaso queda a la mitad. Y una canción empieza a sonar, la invita a bailar, por un momento se queda suspendida y es uno de esos raros momentos en los que de pronto la canción concuerda con lo que sientes. Y Mariana sentía algo que nadie podría explicar. Solo sabía que tenía que bailar sin escrúpulos.

Y lo hizo, se movió entre la gente hasta que le pareció el centro de la pista, vio desde jóvenes que parecían mucho menores de 16 y otros que pasaban los 30. Siguió el ambiente, los dejó en paz. Entonces, cuando estuvo parada en un lugar cerró los ojos y se dejó llevar por la música. Se balancea de un lugar a otro, una vez y otra, sigue la música y recuerdos le vienen como fotos a su cabeza, de pronto solo existe ella.

No sabe cuanto tiempo ha pasado, y existe solo ella hasta que unas manos se posan en su cintura, mientras no toque nada que es prohibido, está bien, no importa quien sea, continúa con los ojos cerrados. Y el cuerpo que está detrás suyo se mueve con ella, a su ritmo, encajan perfectamente. El ritmo de la música cambia y con ello sus movimientos, pero se mantiene el moverse de un lado al otro, demasiado pronto acaba la canción y Mariana regresa de ese viaje que hizo a otro plano en donde solo existía ella y el desconocido que la agarraba por la cintura.

Entonces, la abrazó por detrás, ella se apartó un poco para poder virar la cabeza y darse cuenta de quién era. 

Su corazón saltó y sintió como el de él también lo hizo, sus  miradas se encontraron. Unas miradas curiosas, llenas de preguntas, llenas de recuerdos, llenas de pasado, pero también llenas de futuro...sus miradas se encontraron, y se puede decir que hasta esas miradas contenían algo de amor. Entonces pronunciaron las palabras  y sabían que ambos sentían lo mismo.

-Mariana

-Julián