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La chica, Min-jeong, era tan devota que se encontraba de rodillas entre las piernas de Wonbin, para agradecerle la comida que había llevado. Pese a que había dicho no tener energía para el sexo, el azabache la había vuelto loca con demasiados besos hasta que le concedió su boca... En su polla.

Wonbin tenía los párpados pesados y él estaba disfrutando de esa mamada. Siempre las disfrutaba...

—¡Dientes! Dientes.... Carajo.

Aunque fueran un poco mediocres.

Aunque había llegado al punto de creer que en realidad a Min-jeong le gustaba solo un poco morder algo que no debía, literalmente comérselo y masticarlo. Sus dedos largos estaban enredados en el cabello húmedo de la chica. Él estaba en toda su gloria con sus largas piernas extendidas. Lo estaba disfrutando, su cara de ido y párpados pesados eran un indicio, pero... Le estaba costando correrse... Estaba duro, pero insatisfecho, su cabeza maquinaba escenarios sin su consentimiento, volviéndolo loco y estirando sus ganas de venirse.

La boca de Min-jeong era bonita. Pero no era como esa boca que había visto ese mediodía. Y si así había chupado su dedo. ¿Cómo sería con su polla?

—Carajo —se reprendía a sí mismo.

Min-jeong lo soltaba con un sonido sucio del tipo "plop".

—No usé mis dientes esta vez, Wonbin— decía con voz ronca.

—Lo siento, sólo fue una expresión— soltaba con un suspiro.

Era irónico que su polla estuviera firme bajo los masajes de la mano pequeñita y ajena, pero Wonbin parecía en otro planeta.

—¿En qué piensas? —preguntaba su novia.

Oh, claro... Min-jeong seguía entre sus piernas.

—Sólo necesito salir de aquí para llegar al bar, voy retrasado y mi madre tiene que buscar a mi hermana— respondía poniéndose de pie y guardando la cosa dura e insatisfecha en sus pantalones.

Siempre era complicado correrse cuando Min-jeong se ponía un poco masoquista. La chica sabía que no debía de usar sus dientes, pero a ella le gustaba y le había contado a Wonbin que algunos hombres habían amado el rastrillar de sus dientes en su polla. Wonbin definitivamente no pertenecía a ese pintoresco grupo. Y hoy no tenía cabeza para nada, sus pensamientos eran constantemente interrumpidos.

—Aún estas duro, cariño— decía la chica, poniendo su mano en el bulto reluciente de los vaqueros de Wonbin.

El chico forzaba una sonrisa. —La próxima, mi cabeza se siente abrumada.

—¿Sucedió algo en el día de hoy?— cuestionaba.

Wonbin apretaba sus dientes, inflaba su pecho al aspirar por aire y luego negaba rotundamente al soltarlo por su nariz. Por supuesto que no había sucedido absolutamente nada, carajo.

Min-jeong asentía en calma y lo acompañaba a la puerta.

—Te recompensaré— decía Wonbin, Min-jeong sonreía y un sonido raro salía de la cocina.

Wonbin fruncía el ceño y Min-jeong se quejaba suspirando. —No otra vez— decía caminando hasta el lugar de donde el sonido raro provenía.

Wonbin no entendía nada pero veía a la pelinegra encender y apagar el triturador de la pileta.

—Otra vez se tapó, carajo— se quejaba.

—¿Se rompió?— preguntaba Wonbin, acercándose.

—Digamos que lo dañe al arrojar todo demasiado junto. El encargado va a matarme, pero me dijo que volviera a llamarlo si fallaba.

JUNE 28 ✮ WONTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora