Park Wonbin lleva una relación de cinco meses y monedas con su bonita y despampanante novia, pero su amistad de más de diez años con Lee Sohee, su descarado amigo gay y una invitación camuflada a la marcha del orgullo LGBTQ+ lo ponen en una inespera...
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Diciembre 24, 2023
Wonbin y Anton estaban viajando a Jeju con SeungHan y Sohee. Probablemente era la primera vez que Sohee y Wonbin hacían un viaje en pareja y juntos. Les parecía tan extraño como divertido. Cuando bajaban del avión y alquilaban un auto para ir camino a la casa que Choi tenía para vacacionar allí, sonreían ante la brisa salada que entraba por la ventana.
—¿En serio nunca has venido a la casa que el señor Choi tiene aquí? —preguntaba Sohee cuando bajaban con sus bolsos. Sólo sería una semana y días, los últimos más importantes del año.
Sí, habían pasado dos meses luego de octubre y la oficialización de su relación. Wonbin se había dado cuenta que incluso ya estaba pronto a superar con Anton el tiempo que había estado con su ex pareja, Min-jeong. Pero no había comparativa más allá del tiempo.
Su relación con Anton era otro nivel de madurez emocional que reconocía no haber practicado en sus otras relaciones. También se divertían y tenían mucho en común, incluso los malditos vicios. Wonbin había comenzado a intentar dejar el cigarro porque su madre siempre lo regañaba de vez en mes; entonces Anton había mencionado que también lo dejaría por él, para ayudarlo y Wonbin se sentía extasiado con esa atención, con ese apoyo emocional. Con todo ese amor que recibía día a día de este hombre que lo volvía cada vez más loco y, no, aún no tenía suficiente.
—Jamás he venido —respondía a la pregunta de Sohee—. De hecho, jamás la había mencionado como para tomarlo como una invitación, hablaba de esta casa muy poco —respondía mientras comenzaban a entrar.
—Es muy acogedora —mencionaba SeungHan.
La casa no era inmensa, pero cuando entraban tenía una sala de concepto abierto con colores beige y estilo ladrillos a la vista en las paredes. Los cuadros hacían juego con pinturas peculiares y la sala tenía en el centro un juego de living frente al plasma.
Pasos más atrás el juego de comedor y a un costado una cocina muy bonita equipada. Apenas entraban, a su izquierda había una chimenea a gas y arriba de esta había infinidades de cuadros que llamaban de inmediato la atención de Wonbin.
Acercándose con lentitud, se quedaba viendo varios de ellos donde estaban él de bebé, luego a sus cinco años, a los diez. Muchas fotos que marcaban su crecimiento y el de Minji. También su madre estaba presente en muchas de ellas.
—Oh ¿Ese bodoque eras tú? —decía Sohee con ternura.
Wonbin reía, asintiendo, y continuaba viendo los cuadros familiares que Choi tenía de ellos hasta que llegaba a otras fotos que jamás había visto. Se quedaba colgado de las imágenes que Choi tenía solo con su padre. Su corazón se aceleraba cuando veía las fotos que remarcaban una relación más allá de una simple amistad. Algo más íntimo, algo sólo de ellos dos; y su nariz picaba de repente, dándole una puntada que humedecía sus ojos.
—¿Tu padre? —sonaba la voz de Anton detrás de él.
Wonbin se estremecía y lo miraba, Anton sonreía con dulzura y entonces él se echaba sobre su pecho, recibiendo de inmediato los brazos del castaño a su alrededor. Anton metía su nariz en su cuello, aspirando con ganas y Wonbin se estremecía de placer.
