CUARENTA Y DOS

139 19 5
                                    


Paso mi mano por su silueta y llego a su abdomen. La atraigo hacia mí hasta que está completamente pegada a mi cuerpo. Aún seguimos en la cama, aunque es tarde, pero no tenemos nada que hacer, solo arreglarnos para la fiesta de esta noche. Ha vuelto a pedirle a Inna y a su amigo que la ayuden a arreglarse y me alegro que se lleve bien con mi secretaria. El café se está haciendo y yo he aprovechado para subir a despertarla de nuevo y así poder desayunar juntos.

— Eres una marmota —murmuro en su oreja y muerdo su lóbulo.

— No soy una marmota —responde— Este colchón es muy cómodo.

Y ya no tiene pesadillas. Todo se ha calmado. La policía ya sabe de quién es el dedo y es de una prostituta, ahora están investigando el delito. Todo va poniéndose en su sitio y nosotros estamos permitiéndonos ser felices por una vez.

Lo de mi madre nos cogió por sorpresa a los dos, también a Niko y a Viktor cuando se lo contamos porque ella había querido hacer una pequeña cena familiar para hacer las paces. Se había comportado como una autentica anfitriona, incluso había cocinado ella y Chiara la había ayudado en la cocina mientras yo tenía todos mis sentidos en esa habitación por si había que ir a salvarla de las garras de mi malvada madre. No pasó nada, ni el más mínimo comentario de desprecio.

Nunca se sabe por dónde te puede salir Nina Ivanov, así que, ambos seguimos muy pendientes de sus movimientos.

— ¿No vas a acompañarme a desayunar?

— Podemos hacerlo en la cama.

— La última vez derramaste el café.

— Lo había olvidado —pone su brazo en mi nuca mientras mi brazo rodea su cuerpo y gira su rostro para besarme.

Recibo sus dulces y calientes labios como si fuera un regalo y disfruto del beso, de mis labios moviéndose contra los suyos y el calor de nuestros cuerpos envolviéndonos. El beso termina cuando ella muerde mi labio y tira de él. Jadeo y se ríe.

— No deberías hacer eso —llevo mi mano a uno de sus pechos desnudos—, podría querer otra ronda.

— Tuviste muchas rondas a noche —muerde su labio mientras toco su pezón.

— No me canso de ti —dirijo mis labios a su pezón y ella deja escapar un suspiro.

— Eso me gusta.

— ¿El que no me canse de ti o esto? —Paso mi lengua por su pezón.

— Las dos cosas, dime que no has puesto las tostadas o lo que sea.

Me levanto corriendo de la cama y escucho una carcajada de su parte. Bajo las escaleras a toda prisa y quito las tostadas de la tostadora y apago el café.

— ¿Todo bien ahí abajo? —Escucho.

— Todo bien —alzo mi voz para responderle.

Aún seguimos viviendo en el ático porque estamos amueblando la casa. Quizás podríamos estar viviendo allí a finales del mes siguiente. Chiara se está llevando su tiempo en escoger todo y yo la acompaño. Quiero estar en cada parte de esto, no voy a lavarme las manos como antes, aunque sea un paquete decorando y no reconozca que hay distintos tipos de rojo. Tiro las tostadas quemadas y vuelvo a la habitación para terminar con lo que he empezado.

— ¿Y el desayuno? —Me pregunta Chiara cuando me ve.

— Puede esperar, nosotros no —la destapo y me pongo encima de ella, amoldando mi cuerpo al suyo.

A LA CAZA DE CHIARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora