CATORCE

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Estoy sentado en el sillón que se encuentra al lado de la cama de Masha. Perdió mucha sangre, pero está estable. Mamá está sentada en el pequeño sofá que se encuentra prácticamente a mi lado y no ha dejado de suspirar y llorar. Viktor se encuentra a su lado, dormido y con la boca abierta después de haber estado llorando por ella.

La culpa me come por dentro y quiero golpearme contra la pared por haberla dejado sola cuando todo en mí gritaba que no lo hiciera. La he cagado y le he fallado cuando le prometí, hace muchos años, que jamás iba a hacerlo. Al parecer no dejo de hacerlo con todo el mundo.

Me siento completamente hundido. Triste, cansado y decepcionado conmigo mismo. Es mi culpa, eso es todo y, me corroe por dentro hasta el punto en el que ni siquiera he podido cerrar los ojos cinco minutos.

La ambulancia tardó en llegar y yo estuve a punto de cogerla en brazos y llevarla a mi coche para ahorrar tiempo porque ella se estaba muriendo.

Nikolay acaba de irse, completamente destrozado y lleno de sangre, como estoy yo ahora, pero no puedo separarme de ella.

He sido un completo imbécil y me merezco todo esto. Me merecí que Chiara me dejara y me merezco cada maldita cosa mala que me pase y le pido a Dios, al universo y a la vida que todo lo malo que tenga que llegarle a Masha me llegue a mí y que ella deje de sufrir.

— ¿Por qué la dejaste sola, Mark? —Pregunta mamá en un susurro.

Estaba esperando la pregunta, ya que solo me había mirado con desaprobación y eso no iba a quedarse ahí.

— No pensé que estaba tan mal, mamá.

— ¿Crees que ella te hubiera dejado solo en ese caso?

No, pero yo la hubiera echado con mi jodido humor de perros porque hubiera querido estar solo. El problema es que yo soy más fuerte que ella.

— No puedo volver atrás, ya me siento falta, no necesito que urges en la llaga.

— Esa chica te ama y tú la has dejado sola después de que su padre muriera y no tuviera a nadie de su familia, Mark.

Cierro los ojos cuando siento una punzada de dolor en mi pecho, la misma punzada que sentí cuando Chiara me dejó.

— Ha sido un error.

— Claro que ha sido un error —se levanta y Viktor, que tenía la cabeza apoyada en su hombro se despierta.

— ¿Qué ocurre? ¿Ha despertado? —Pregunta con voz adormilada, levantándose para mirar a Masha.

— No, no se ha despertado —miro la mano de Masha, sus dedos largos y finos y su manicura perfecta.

— Deberíais iros y descansar, yo me quedaré aquí.

Mamá y Viktor me miran y luego comparten miradas. Mi madre suspira y pasa las manos por su rostro, está cansada.

— Está bien, espero que esta vez si te quedes con ella y no te vayas —coge su bolso—. Vamos a dormir un poco Viktor, lo necesitamos. Mañana vendremos a hacerle el relevo a tu hermano.

Viktor asiente y se acerca a Masha para besar su frente y apretar su mano con una mueca de dolor y tristeza. Eso también me duele.

No tardo en quedarme a solas con Masha y mis pensamientos, que están torturándome.

Cada vez que cierro los ojos la imagen de Masha apoyada en la pared del baño, con sus muñecas llenas de sangre aparece. Su rostro pálido y la cuchilla que utilizó para hacerse daño entre sus dedos.

Si no la hubiera dejado sola, me hubiera tumbado a su lado como solíamos hacer y me hubiera asegurado de que estuviese bien. No pensé que ella iba a hacer eso, no pensé que llegara ni siquiera a pensarlo.

A LA CAZA DE CHIARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora