EPÍLOGO

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Narrador omnisciente.

La fría luz de la sala de interrogatorio de la Jefatura de policía de la calle Chekova hace a la bella chica aún más pálida de lo que está. Ha estado llorando desde que su dedo apretó el gatillo por segunda vez y se estremece cada vez que recuerda el sonido de los disparos.

El inspector Petrov, observa a la joven desde el vidrio de visión unilateral. Lleva un rato observándola y mira su reloj, decidiéndose a entrar para preguntarle por qué lo ha hecho. Es la pregunta que se hace todo el mundo, aunque imagina que los allegados tendrán alguna que otra idea.

Sus hombres están interrogando a los invitados, pero, sobre todo, a la familia Ivanov. La prensa se agolpa a las puertas de la Jefatura intentando tener alguna pequeña información de la fiesta que se ha convirtió en horror.

Sale de la sala y carraspea, abriendo la puerta y cerrándola. Masha lo mira, sus ojos se encuentran con los de él. Su maquillaje no se ha quitado, no tiene ni una mancha de rímel que se haya corrido por su rostro y, a no ser por su palidez, se le ve bastante entera.

— Masha Sokolov —se sienta frente a ella y observa sus muñecas esposadas en la mesa.

— No soy peligrosa —dice cuando se da cuenta como el inspector mira sus muñecas.

— No lo parecía hace unas horas en el hotel Corinthia.

— ¿Está vivo? —Pregunta— ¿Él está vivo?

El inspector cruza las manos sobre la mesa y la mira atentamente. El interrogatorio está siendo grabado y escuchado, pero él quiere memorizar todas las expresiones de la chica. Es muy fácil saber si alguien está mintiendo o no a raíz de sus expresiones.

— ¿Qué tiene en contra de la familia Ivanov? Según sé, sois socios y su familia ha cuidado de usted toda la vida.

— No tengo nada en contra de los Ivanov.

— ¿Y por qué ha decidido dispararles esta noche? —Ella se mantiene callada y el inspector suspira.

— Quiero a mi abogado.

— ¿Cree que saldrá impune de esto? Tiene más de dos cientos testigos que la vieron sacar el arma de su bolso y disparar. También tenemos las grabaciones de video. Si habla, podemos llegar a un trato.

— ¿A un trato? —Pregunta con interés.

— Sí, avisaré a su abogado de todos modos.

El inspector sale de la sala y cierra la puerta, quitándose las gafas para frotar sus ojos. Ha estado los últimos meses investigando los ataques contra los Ivanov sin llegar a nada coherente, ahora, si ella hablaba, podría juntar las piezas del rompecabezas y cerrar el caso.

— Quiere a su abogado —informa a nadie en particular para que alguien lo llame — ¿Tengo alguna declaración ya de los testigos? —Le pregunta a Mihail.

El pelinegro se levanta para acercarse a él con papeles en sus manos y se los da.

— Todos coinciden en lo mismo. Ella sacó la pequeña arma del bolso y disparó. Nadie la había visto antes, disparó en el momento en el que apareció en la fiesta, después, la gente la redujo, no costó mucho trabajo porque no se resistió.

— ¿Tenemos los videos de las cámaras de vigilancia?

— Estamos en ello.

A LA CAZA DE CHIARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora