TREINTA Y SIETE

425 36 6
                                    

Abro los ojos con pesar cuando mi móvil suena. Chiara se remueve entre mis brazos porque a pesar de que no seamos nada, la abrazo cada noche para protegerla en sus pesadillas.

Alargo mi mano para coger el teléfono y veo el nombre de Fiodor en la pantalla. Frunzo levemente el ceño y acepto la llamada.

— ¿Qué ocurre? —Pregunta.

— Señor, tengo a su hermano aquí. Se ha metido en una pelea de nuevo.

— Haz que suba —murmuro.

Maldita sea el estúpido de Viktor.

— ¿Qué ocurre? —Pregunta Chiara adormilada.

— Es solo Viktor, no tienes de qué preocuparte.

Salgo de la cama y me pongo unos pantalones porque estoy en ropa interior. Un "no tarde" de parte de Chiara hace que quiera golpear a mi hermano con fuerza. Enciendo las luces de la planta de abajo y miro por los grandes ventanales que la noche aún es oscura. Ni siquiera he mirado qué hora es. Abro la puerta para ver a mi hermano golpeado de nuevo. Su camiseta está llena de sangre y Fiodor lo empuja dentro de casa.

— Eh, eh, con respeto —dice mi hermano.

Cierro la puerta y él va hacia el sofá para sentarse cómodamente a pesar de que tiene un corte en su ceja y su ojo morado. Imagino que ya le han colocado la nariz.

— ¿En qué demonios estás pensando Viktor?

— No estoy aquí para que me eches el sermón —dice—. Solo necesito un lugar donde pasar la noche.

— ¿Otra vez esa chica? —Él no responde y sé que es ella— ¡Va a arruinarte la vida!

— ¡¿Y qué?! —Se levanta del sofá para encararme.

— ¿Y qué? Tiene novio y no va a dejarlo por ti, ¿qué pruebas quieres?

— No sabes una mierda, tío. No sabes un carajo —me señala.

— Pues cuéntamelo —abro mis brazos.

Él se ríe y niega con la cabeza. — Jamás lo entenderías.

— A lo mejor yo sí.

Chiara está allí, viendo todo desde la distancia. Tiene su pijama puesto y se abraza a sí misma.

— ¿Necesitas que te cure, Viktor? —Le pregunta acercándose.

— ¿Estáis juntos de nuevo? —Pregunta señalándonos.

— No —respondemos los dos a la vez.

— Sí, creo que necesito de tus manos —dice Viktor mirándome mal y después yéndose con Chiara.

La chica italiana me advierte con la mirada para que no interrumpa mientras ella le sonsaca a mi hermano todo lo que pasa y levanto mis manos para que sepa que no voy a meterme, pero sí a escuchar sin que se enteren, por supuesto. Viktor ha tenido alguna que otra novia, pero nada ha cuajado porque no era para él. Hijas de grandes empresarios o amigos de mis padres se han acercado a él y mi hermano ha acabado aburriéndose porque, por lo que veo, le gusta que le partan la cara.

— No lo entenderías, Chiara —escucho decir a mi hermano cuando me apoyo en la pared que da al baño, justo al lado de la puerta.

— Pruébame, yo no soy tu hermano.

— Eso lo sé —suspira— Ay —se queja.

— Lo siento.

— Es ella —le dice y me asomo por la puerta. Mi hermano está de espaldas a mí y no puede verme— Lo siento aquí —veo como señala su pecho.

A LA CAZA DE CHIARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora