Capitulo 6 : Correr

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Narración de Briana

A las cuatro de la mañana, la alarma de incendios ya empezaba a sonar. Sin nada en el estómago y con el ambiente tan frío como un cementerio, todo parecía peor de lo que ya era. Desde mi miseria, solo escuché a Dilan decir:

—¡Briana, despierta!

—¡No quiero...!

—¿¡Cómo que no quieres!? Briana, no tenemos opción.

Lo peor es que tenía razón.

Rápido, Briana, a entrenar

Nooo

—¡Ya lo sé! —me levanté rápidamente, ni agua para echarse en la cara...

Salimos de la habitación y seguimos a otros jóvenes como nosotros hasta un campo de entrenamiento en este edificio abandonado. Al llegar, vimos al tal Marcus de ayer.

Da miedo

Tú qué crees

—¡HOY EMPEZARÁN SU ENTRENAMIENTO AQUÍ! SI QUIEREN VIVIR, DEBEN GANAR —gritó Marcus.

Mi corazón ya iba a mil por segundo.

—¡HOY QUIERO VER SU AGILIDAD, FUERZA Y CONSTANCIA, ¿ENTENDIDO?

Dilan me miró rápidamente.

—¡QUIERO QUE CORRAN POR TODO EL PATIO DURANTE DIEZ MINUTOS! LOS QUE SE CANSEN ANTES TENDRÁN CASTIGO!

¿Correr? ¿Hay por Dios, ya perdí?

"¡Corre!" me gritó conciencia.

—¡TIENEN QUE ESTAR A LA PAR CON SU COMPAÑERO Y SI UNO SE CANSA, AUTOMÁTICAMENTE PIERDEN LOS DOS. ¡POR UNO PAGAN LOS DOS!

—¡AHORA NIÑOS, A CORRER CUANDO SUENE EL SILBATO!

Todos nos pusimos en hileras de a dos. Dilan estaba al lado de mí.

Sonó el silbato y todos salieron a correr. Dilan me tomó de la mano para estar a la par. El aire resonaba sobre mis mejillas, mi cabello suelto y Dilan mirándome atentamente.

—¡Suéltame! —hablé agitada.

—¡Briana, hay que ganar! —respondió serio.

—¡Ya me duelen las piernas! —aclaré.

Dilan iba a mi ritmo. Muchos jóvenes nos pasaron, creo que si no estoy mal ya estamos de últimos. Para mí, siento que ya llevaba una hora corriendo.

—¡Briana, por favor, aguanta! —exclamó.

—¡FALTAN 15 MINUTOS! —gritó Marcus, mirándonos con atención.

Ya no pude más, mis piernas se cayeron por sí solas, me duele todo y solo corrí sin parar por cinco minutos.

—¡GARCÍA Y RODRÍGUEZ, CASTIGO PARA USTEDES! ¡LOS DEMÁS, CONTINÚEN!

Yo solo estaba en el suelo, no me podía ni levantar. Dilan me alzó entre sus brazos, yo solo lo miré de mala gana. Debo admitir que me sorprende.

¡Le importas!

Él solo lo hace para quitarme del camino

—¡Me duelen las piernas! —exclamé.

—¡Respira, trata de relajarte! —dijo Dilan.

—¡Tengo sed! —me atreví a decir.

—¡Yo igual! —respondió agitado.

—Perdimos por mi culpa, soy tan débil...

"No eres débil, Briana"

—¡No eres débil, no vuelvas a decir eso! —dijo Dilan seriamente.

No somos los mismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora