Capítulo 8: Venganza

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Narración John

Todo en esta vida tiene un precio, un costo que cada persona está dispuesta a pagar por su objetivo. Hasta que llegan las mariposas en el estómago y las palpitaciones rápidas al corazón, todo cambia. Tu propósito cambia, tus sentidos cambian, y tú solo piensas en ella. Tu entorno gira alrededor de ella.

Ella, la persona que te devuelve tu poca pizca de humanidad en este infierno, era mi todo, mi aire para respirar y todo aquello que se decía que llegaba en el mejor momento. No fue su belleza la que me enamoró, sino su personalidad y carácter ante todo lo malo y podrido de este mundo.

Ella fue mi todo y, en ese momento, supe lo que es estar enamorado, encontrar a la mujer con la que compartirías el resto de tu vida.

Hasta que un día todo se rompe en milésimas de segundos y te conviertes en una persona sin alma, sin sentido y sin propósito. Ahora solo piensas en una palabra que te despierta una sed insaciable:

Venganza.

Voy a hacer pagar a Erick todo lo que me hizo.

Podrá haber sido mi mejor amigo, pero, por culpa de él, mi esposa está muerta.

Recuerdo tanto ese día, una tarde fría en un campo. Erick, mi esposa y yo íbamos a asesinar al narcotraficante más buscado de América Latina. Había tenido una gran carga de droga, había esclavizado a campesinos para cultivarla, y tenía un arsenal de armas que nos serviría mucho para la Liga, que en aquel tiempo se había quedado sin recursos. Solo fuimos los tres, no podíamos llevar a nadie más. La Liga nos asignó esa misión por ser los mejores, y el resto de los asesinos estaban ocupados; éramos los únicos disponibles...

Fuimos a la hacienda del narcotraficante, como nos ordenó la Liga. Nos dijeron que el imbécil tenía buen dinero, por eso pagaba a buenos hombres de escolta: ex militares, asesinos de otras organizaciones, etc.

Nos llevamos una gran sorpresa, así que hicimos lo que mejor sabemos hacer... matar.

Matamos a todos, no quedó nadie con vida, solo nosotros tres. La Liga nos había entrenado bien.

Pero el perro hijo de puta del narco se escapó. Mi esposa y Erick fueron tras él. Yo me quedé para evitar que llegaran más hombres del narco.

Apenas mi esposa y Erick se fueron, llegó una camioneta negra con más escoltas del narco. Acabé con todos, necesitaba darles tiempo... Al terminar con ellos, fui por las armas, las subí a la camioneta y me dirigí al lugar de encuentro.

Yo confiaba en Erick, él sabía perfectamente lo que mi esposa significaba para mí.

Cuando Erick llegó al lugar de nuestro encuentro, traía a mi esposa en sus brazos, muerta. Le habían disparado en la cabeza... su bello rostro ya no mostraba la calidez que me transmitía. Mi mundo entero se había desmoronado...

Erick me la entregó y no dijo nada. No era capaz de reaccionar, las lágrimas caían sobre mi rostro.

—¡Esto es mi culpa!—habló Erick, con lágrimas en los ojos. Yo solo lo miraba con ganas de matarlo.

—Tendrás su muerte en tu puta conciencia, Erick. Esto jamás te lo voy a perdonar. ¡AHORA! ¡LÁRGATE ANTES DE QUE YO TE MATE!

Él solo con los puños apretados se fue, se subió a la camioneta y se largó.
Yo solo me quedé ahí.
Rogando que Sara volviera a mí.
Su sangre estaba por todo mi cuerpo y mis lágrimas caían sobre su cuerpo.

Grité, lloré

Pero nada la trago de vuelta...

Mi esposa, Sara, era una de las mejores asesinas de Alfa de nuestra generación...

Nos enamoramos cuando solo éramos unos reclutas. Pensábamos tener hijos y retirarnos para formar algo estable, una familia, un hogar.

Pero todo eso se fue a la mierda...

Erick dijo que ella se había quedado afuera de la casa para evitar que el narco escapara. Erick entró, lo asesinó, pero al salir, mi esposa estaba siendo atacada por los hombres del narco, que habían llegado a su escondite. Según él, hubo disparos por todos lados, no se veía quiénes eran los tiradores. A mi esposa, corriendo, le dispararon y Erick no pudo hacer nada.

Pero si Erick se hubiera quedado fuera, mi esposa no estaría muerta. Él conocía los protocolos, no sé por qué no los cumplió...

Meses después descubrí a la hija de Erick. Él se encargó de borrar todo rastro de su viaje a Colombia y su aventura con Ana.

Cuando pedí que los trajeran aquí, no pude evitar mirarla.

Briana, físicamente igual a su madre, pero con la mirada de Erick...

Pensé que antes de que cumpliera los dieciocho años, la reclutaría para ser asesina. Ese será el mejor castigo para Erick: ver que su hija se convierta en lo que evitaba a toda costa...

Dilan fue un tropiezo, pero creo que fue lo mejor. Si no hubiera interferido cuando secuestraron a Briana, él no estaría aquí.

Investigué al muchacho...padre alcohólico y maltrato familiar...

Una persona que podríamos reconstruir para el beneficio de la Liga de asesinos.

Un tiempo después de la muerte de mi esposa,no quise estar en la Liga pero continúe trabajando.

Matar era ahora mi forma de desahogarme...

Ya todo me da igual.

Mi plan si Briana y Dilan llegan al rango Alfa.

Erick los entrenará.

Y será el mejor castigo para él: ver cómo su hija se convierte en una asesina.

Esa será mi Venganza.

De tal palo tal astilla.

Briana será una de las mejores asesinas de esta generación.
Dilan igual.
Les veo potencial a ambos y no voy a negarlo.
Espero que resistan. Si no, yo mismo los entrenaré.
Con tal que Briana sea la mejor asesina y Erick vea eso...

Cuando él mismo se dé cuenta de que su propia hija...
La que vio sufrir y no ayudó,
él mismo, colocándole castigos de mierda,entrará en la locura.
Ese será su castigo y su karma.

No somos los mismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora