Narración de Dilan
El sonido de la alarma de incendios me arrancó del sueño antes de que el sol se asomara. Salto de la cama, guiado por el instinto, y corro hacia la puerta, con Briana a mi lado, también sobresaltada. Nuestras miradas se cruzaron en silencio mientras nos apurábamos hacia el pasillo.
Las luces parpadeaban, creando sombras que parecían reflejar el miedo que sentíamos. En medio del caos, vi a Benjamín y Lía, de pie, inmóviles, con la mirada perdida.
La voz de Alejandra resonó por los altavoces.
—Buenos días. Todos al patio. Hombres y mujeres, lleven sus pertenencias. Allí se les dará más información.
—Como si tuviéramos algo —murmuré, sin poder evitar un toque de ironía en mi voz.
—Tienes razón —respondió Benjamín, su tono lleno de resignación.
Nos dirigimos al patio, rodeados de otros chicos que apenas conocíamos. El aire frío de la madrugada se filtra en nuestra ropa, haciéndonos temblar. En la distancia, los motores de los autobuses rugían, y cuando los vimos aparecer, esos vehículos negros parecían monstruos que venían a arrebatarnos lo poco que nos quedaba.
Alejandra volvió a hablar, su voz tan fría como siempre:
—Ha llegado la hora de despedirse. Las mujeres a los autobuses de la izquierda, los hombres a la derecha. Serán trasladados a otros edificios. Les deseo suerte. Hoy empieza su camino en La Liga de Asesinos.
Miré a Briana. Sus ojos ya estan llenos de lágrimas, y antes de que pudiera decir algo, le traje hacia mí para abrazarla con fuerza, como si ese abrazo pudiera protegernos del futuro.
Su cálido cuerpo con el mío esa calidez que solo ella logra transmitirme.
Solo ella.
La he cagado con ella y me arrepiento de los años perdidos.
—Cuídate, por favor —me susurró Briana al oído, su voz temblorosa.
—Tú también. Prométeme que serás fuerte —le pedí, tratando de mantener la calma.
—Te lo prometo —respondió, sus lágrimas mezclándose con las mías.
Cuando finalmente la solté, me volví hacia Benjamín y Lía. Ella llora desesperada, él la abraza con la misma fuerza que yo había abrazado a Briana.
—¡No pueden separarnos, no es justo! —gritó Lía, su voz cargada de impotencia.
Benjamín trató de consolarla, pero yo sabía que también esta luchando contra su propio dolor. Me acerqué a Lía, sintiendo la presión en el pecho.
—Lía, te voy a pedir un favor —dije, mi voz apenas un susurro—. Pero no se lo digas a Briana.
—Dime —respondió ella, secándose las lágrimas con sus manos.
—Cuida de Briana. Ella es fuerte, pero no sabe cuánto. Necesita a alguien que la escuche, que esté ahí para ella. No la dejes sola, ¿sí?
Lía asintió, sus ojos reflejando la misma tristeza que yo sentía.
—Lo haré, Dilan. Pero yo también necesito que hagas algo por mí.
—Lo que sea —le respondí, mi voz quebrada.
—Cuida a Benjamín. El es inteligente pero también sufre mucho por dentro ,necesitara a alguien que lo entienda.Ayudalo por favor.
—Lo haré —le aseguré, aunque sabía que las promesas en ese momento era lo único que teníamos.
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No somos los mismos
Подростковая литератураSipnosis: Lo conozco desde que éramos Niños y por alguna razón Nos separamos sin razón evidente No nos hablamos Pero por alguna razón del destino Nos volvimos a ver con circunstancias que no pensábamos Ahora solo contamos,el uno con el otro,si qu...