No somos los mismos

Capítulo 13: Confesiones

Narración de Briana

Habían pasado exactamente tres semanas desde la brutal golpiza que John me dio. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de esos golpes volvían a atormentarme, y la comida consistía en menudencias y sopa que apenas lograba calmar el hambre.

Las paredes del edificio abandonado donde estamos son frías y grises, llenas de grietas y con un olor a humedad constante que me revuelve el estómago.

Mis manos se estan sanando poco a poco. Extraño muchísimo a mi mamá. Debe estar buscándome como loca... ¿por qué la vida es así?

Dilan y yo teníamos un nuevo propósito para llegar a Alfa, aparte de sobrevivir... matar a John. Creo que la idea de matar ya suena  abrumadora.

Dilan se había vuelto más sobreprotector y cercano a mí.

Un punto para el nuevo parcero.

Ok, conciencia, tú ganas.

Esta constantemente a mi lado, asegurándose de que estuviera bien. Lía también se había acercado más, y juntos hacían todo lo posible para que me recuperara. Faltaban unos diez minutos para salir a entrenar. Eso indico el sonido de la alarma de incendios.

—¿Cómo te sientes hoy, Briana? —preguntó Dilan, mientras me pasaba un plato de sopa. Su expresión reflejaba una preocupación sincera.

—No muy bien —respondí, probando un bocado sin mucho entusiasmo—. No puedo dejar de pensar en lo que hizo John. Todo esto se siente tan... abrumador.

Dilan se sentó a mi lado en el "comedor" de este edificio abandonado, su mirada llena de una mezcla de ternura y preocupación. Estamos desayunando los cuatro. Ya puedo decir que tengo unos buenos parceros.

Parceros en Colombia significa amigos. Debí sacar mi lado colombiano antes.

—Sabemos que no es fácil —dijo Dilan, su voz baja y suave.

—Pero necesitamos enfocarnos en la prueba  final que es dentro de dos semanas —murmuró Benjamín, con su acento argentino marcando cada palabra.

—No sé si deba matar a John, no me creo capaz de eso —murmuré.

No tengo sangre fría para torturar o matar a alguien. Tengo rabia hacia John. Pero no sé qué hacer.

Lía se sentó frente a mí, sus ojos llenos de empatía. 

—No solo se trata de lo que John hizo —dijo Lía—. Se trata de enfrentar lo que representa y no permitir que el odio nos consuma. Tienes que pensar en el futuro, en lo que queremos lograr.

—Briana, estamos aquí para apoyarte —dijo Benjamín—. Lo que pasó con John no define quién eres. No eres débil. Lo más importante ahora es que te concentres en la prueba. Juntos, podemos superar esto.

—Gracias a todos —dije, secándome las lágrimas con el dorso de la mano—. Solo me queda seguir adelante y sobrevivir.

—En dos semanas es la prueba final para los Omega. Debemos ganar o por lo menos quedar de terceros —murmuró Benjamín.

—Bueno, tenemos dos semanas. Vamos a aprobar y pasaremos a Gamma —hablé lo más segura posible.

Terminamos de desayunar y salimos al patio. Marcus es un miserable. A mí y a Lía nos tocó cargar más que todas las mujeres. Nos puso a cargar llantas de camión por todo el edificio. Ya estoy muerta del cansancio. Hoy está haciendo aire, por lo menos refresca un poco.

Mi ropa y la de Lía, empapadas de sudor, terminamos pero Marcus nos puso a correr.

—Sabes, Briana, siento que he bajado de peso —dijo Lía, intentando bromear.