Capítulo 15: Prueba Omega

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Narración Dilan

El miedo es una palabra que puede desmoronarlo todo. Hoy es la prueba final, el día que define si avanzamos al siguiente rango. Hoy se decide nuestro futuro, y ese futuro puede quitarnos todo.

Aprieto la mano de Briana, que tiembla a mi lado. Nos miramos, pero ninguno dice una palabra. No hace falta. Estamos parados frente al mayor reto de nuestras vidas, donde el precio del fracaso es la muerte.

El ambiente a nuestro alrededor está cargado de tensión. Más de doscientos jóvenes se encuentran en la misma situación que nosotros, todos con la misma mirada, la mirada de quien sabe que hoy puede ser el final. Algunos intentan ocultar su miedo tras una máscara de valentía, pero puedo ver el terror en sus ojos, igual que en los míos.

-Escuchen, inútiles -la voz de Marcus retumba en el aire, fría y despiadada-La prueba consiste en tres fases: tierra, aire y agua. Los primeros en llegar serán recompensados; los demás pasarán, pero sin nada. Les deseo suerte.

El aire se llena de murmullos nerviosos mientras asimilamos sus palabras. Aquí no hay lugar para los débiles. Miro a mi derecha y veo a Lía y Benjamín. Ambos están tensos, sus ojos fijos en la prueba. Lía cierra los puños con fuerza, tratando de controlar su miedo, mientras Benjamín parece estar repitiendo algo en su mente.

Nos formamos en parejas de dos: Briana y yo, Lía y Benjamín. Nos toca ser los terceros y cuartos en partir, lo que significa que no tenemos tiempo para errores. Antes de la prueba, nos llevan a pie a un bosque lejos del edificio abandonado, donde todo está listo para el inicio. La primera fase es tierra. Se escucha no muy lejos el sonido de un río. El terreno frente a nosotros es traicionero, lleno de obstáculos, y los primeros en caer serán los que pierdan.

Tengo que sobrevivir por mi mamá y por Briana.

-¡Preparados, listos, ya! -grita Marcus.

-¡Vamos, Dilan! -Briana grita con desesperación mientras avanzamos, sus palabras llenas de miedo y determinación. Saltamos, rodamos, nos levantamos de nuevo, pero cada paso se siente como si arrastrara una tonelada de peso.

La tierra debajo de nosotros se convierte en lodo resbaladizo, y cada vez es más difícil mantener el equilibrio.

-¡No te detengas! -grito a Briana, aunque mi propia voz suena rota. Lía cae frente a nosotros, su rostro una mezcla de dolor y frustración. Benjamín intenta ayudarla a levantarse, pero ella grita de pura rabia.

-¡Maldita sea! ¡No me dejes aquí!

Lía llora de frustración, golpeando el suelo con el puño mientras Benjamín la arrastra de vuelta a sus pies. Nos empujamos más allá del dolor, porque sabemos que no hay otra opción. Lía y Benjamín logran adelantarse unos metros, pero la segunda fase ya está sobre nosotros. El aire se vuelve helado mientras subimos por una pared de escalada que parece no tener fin. Los gritos de aquellos que caen al vacío se mezclan con el viento que nos azota, y cada segundo se siente como un cuchillo cortando nuestra piel.

-¡No puedo más! -habla Briana, sus dedos sangrando mientras intenta agarrarse a las rocas.

-¡Sí puedes! -le grito, mi voz llena de desesperación.-¡No vas a rendirte aquí!

Los dedos de Briana se resbalan y su grito me sacude hasta los huesos. Sin pensarlo dos veces, estiro mi mano y la agarro con fuerza antes de que caiga. No puedo perderla, no ahora.

-¡No me sueltes! -grita Briana, clavando sus uñas en mi mano, su cuerpo temblando por el esfuerzo.

-Nunca lo haré.

Llegamos a la cima y el alivio desaparece al instante. Lía y Benjamín están ya en la siguiente fase, el agua. El río que se extiende ante nosotros es negro y frío, y la fuerza de la corriente golpea con furia, como si intentara devorarnos. Nos lanzamos al agua, y el frío es como un millón de agujas perforando nuestra piel. Es peor que nuestro último castigo. Nadamos con todas nuestras fuerzas, pero el río es despiadado, tirando de nosotros, intentando arrastrarnos hacia sus profundidades. Nos lastimamos los pies con las rocas que se encuentran en el fondo.

-¡Vamos! -grita Benjamín, su voz apenas audible sobre el grito de los otros jóvenes.

-¡No los dejaremos atrás! -escucho decir a Lía.

Briana sabe nadar, lo que es una ventaja, y yo me defiendo como puedo. Menos mal que ella aprendió, porque si dependiera de mí ya nos habríamos ahogado.

Finalmente, tocamos tierra firme. Estamos entre los primeros en llegar, pero apenas podemos levantarnos. Al final de la prueba, vemos a Marcus que nos mira con una sonrisa retorcida. El dolor es insoportable, nuestras respiraciones son entrecortadas, pero lo hemos logrado. Nos hemos ganado el derecho de seguir adelante, aunque a un costo que nunca imaginamos. Nos abrazamos sin decir una palabra, solo sintiendo el latido de nuestros corazones, recordándonos que todavía estamos vivos, pero sabiendo que esto es solo el comienzo.

-¡PASAMOS! -grita Lía de emoción.

-¡ESTAMOS VIVOS! -grita Briana, feliz.

-Aprobamos para ser Gamma -habla Benjamín, su voz cargada de cansancio y alivio.

-Esos castigos de mierda sirvieron para algo -recuerdo, sin poder evitar una amarga sonrisa.

Nos sentamos al borde de la tierra, esperando a los demás jóvenes, y cuando se llenan los cupos de los cien jóvenes, Marcus dispara una bala al aire para indicar que los cupos se han llenado. Muchos jóvenes se tiran al suelo a llorar, y eso me conmueve. Pudimos ser nosotros. Al rato, nos separan: cien jóvenes desaprobaron y los cien que aprobamos en otro.

-Bueno, felicito a los jóvenes que aprobaron para ser de rango Gamma. En unas horas les daremos la noticia del siguiente paso -murmura Marcus, con una expresión de todo menos felicidad.

-Ahora, todos los que aprobaron, tomen un arma de la mesa. El que se rehúse pierde automáticamente su puesto.

Es un hijo de perra.

Lo es, y definitivamente quiero que mi primera víctima sea él.

Briana me mira aterrada, pero Lía y Benjamín nos guían hacia la mesa. Mis manos tiemblan; nunca he matado a nadie. Esos jóvenes van a morir injustamente solo porque no aprobaron. No lo puedo creer. ¿Sus padres acaso no sentían nada por ellos?

-Escuchen bien -la voz de Marcus corta el silencio-. Disparar es simple, pero requiere control. Apunten a la cabeza, justo entre los ojos. No vacilen, no piensen en quiénes son. Ellos fallaron, ustedes no. Ahora, ¡prepárense! Presionen fuerte ese gatillo.

Briana tiembla, y sus ojos están llorosos.

-No puedo, Dilan -me mira suplicante, su voz quebrada por el miedo.

-Lo haremos por sobrevivir -respondo fríamente, intentando no dejarme llevar por la culpa que ya siento.

Cuando Marcus grita "tres", el fuego y las balas salen. Mis manos tiemblan, y veo que mi bala le cae a una chica de ojos azules, directo en la cabeza.

Todos matamos a alguien. Los cuerpos caen como sacos, y su sangre salpica por todo el lugar. Cien vidas se acaban de perder aquí. No sé dónde estamos, ni en qué país o ciudad, pero han muerto vidas inocentes. Solo por una maldita Liga y una prueba fallida.

La escena que ven mis ojos no es nada agradable: sangre por todos lados y sesos esparcidos por algunos disparos fuera de la cabeza, que requirieron más de un tiro.

El sonido de las gotas de sangre rebota en el lugar.

Briana se acerca a mí y comienza a llorar junto a Lía y otros jóvenes. Hemos matado.

Una parte de nosotros se ha perdido.

-Soy un monstruo, Dilan -murmura Briana entre sollozos, su voz llena de dolor.

-No, Briana, lo hicimos por sobrevivir -murmuro, aferrándola a mí mientras Benjamín abraza a Lía, con la misma tristeza en sus ojos.

-¡BUENO, JÓVENES, VAYAN A LIMPIARSE! LOS QUIERO EN EL PATIO DE ENTRENAMIENTO EN UNA HORA -grita Marcus, sin mostrar ni un rastro de compasión.

Miserable.

No somos los mismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora