Capítulo 6.

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6 | LA GUARDIA REAL

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6 | LA GUARDIA REAL.

Había salido de la Academia Ters y estaba de camino a mi casa cuando noté que había una gran conmoción de gente en las calles. Se escuchaban gritos en coro. Me causó un poco de curiosidad así que me acerqué hasta la acera para ver mejor lo que sucedía.

Thomas miraba la escena también, así que me hice a su lado. Eran muchas personas que llevaban cárteles que decían cosas como: "La fuerza de un rey se mide en su acción, ¡demuéstralo!"; "El silencio no es una solución" y "El pueblo sufre, el rey calla".

—Oye, hombre salvaje —dije a Thomas y yo lo vi esbozar una pequeña sonrisa—. ¿De qué se trata esto?

—Es por la plaga que hay en el reino —dijo él sin quitar la mirada de las personas—. Y preferiría que me llames "Su majestad".

—¿Quiere que le bese los pies también o qué?

—Podrías guardarte los besos para después, cuando estemos a solas —susurró sonriendo y me dio una sonrisa pícara.

—Cállate.

—Es verdad, los asuntos reales se hacen en privado, ¿quieres ir ahora?

Le di un pequeño puño en el brazo que lo hizo soltar una risita que me hipnotizó solo por un segundo.

—Mejor cuéntame qué pasa.

Reconocí a algunos como mis vecinos. La mayoría de las personas que vivíamos a las afueras, pertenecíamos a las zonas agricultoras. Ellos llevaban su ropa de trabajo, sus caras sudadas por estar bajo el sol durante toda la protesta y gritaban con más fuerza mientras se encaminaban hacia el castillo. Yo nunca fui partidario de hacer ese tipo de cosas, la verdad prefería quedarme al margen.

—El rey no ha dicho nada —comentó Thomas—, y las personas quieren respuestas. Muchas familias quedaron prácticamente en ruinas y están desesperadas.

—¿Qué esperan que haga el rey?

—No lo sé —contestó—. El rey está en una posición difícil. Supongo que quieren que implemente medidas para contener la propagación de la enfermedad. Pero se sabe tan poco de lo que la está causando que el rey no sabría qué decir para calmarlos.

—Supongo que tampoco puede mentirles para hacerles sentir seguros.

—Eso sería peor. Mentir solo aumentaría la desconfianza y el malestar. Sería mejor que dijera que está buscando soluciones.

En ese momento, notamos la llegada de la Guardia Real, representada por un grupo uniformados que se acercaban lentamente hacia la multitud. Llevaban sus cristales rojos encendidos y formaban escudos protectores hechos de piedra. Su presencia imponente generó un silencio momentáneo entre los manifestantes.

Thomas frunció el ceño, visiblemente preocupado por lo que podría suceder a continuación.

—Espero que esto no se ponga feo —murmuró, mirando nerviosamente a los guardias.

Corazones de Cristal ⒹDonde viven las historias. Descúbrelo ahora