Capítulo 15.

232 23 4
                                    

15 | LAS ESPINAS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

15 | LAS ESPINAS.

A la mañana siguiente, todos estaban de mala noche. Estaban dormidos en el refugio grande. Yo seguí el ejemplo de Sarah e hice uno para mí solo. Después de la charla con Thomas, me fui a dormir, pero necesitaba hacerlo lejos del bullicio que había. Así que, hice mi propio cuarto, pequeño, pero mío.

Sarah y yo desayunamos solos. Nadie más tuvo el valor de hacerlo. La borrachera pudo más. Creo que se merecían esa celebración. Después de tanto, ya hacía falta un poco de progreso, sino nos estábamos sintiendo estancados.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Astor al salir de su tienda. Solo le hizo falta asomarse para verlos a todos dormidos en el suelo. Volteó los ojos y luego caminó hacia nosotros—. ¿Qué hacen? ¿Tienen labores designadas para hoy?

—No, ninguna —se apresuró Sarah.

—Acompáñenme, necesito su ayuda para algo. —Sarah casi pega un grito cuando Astor se dio la vuelta. Era emocionante para ella que le tomaran en cuenta después de todo. Estaba revisando una de las espinas Me daba mucha curiosidad porque, por lo general, a los Minotauros no les gusta estar cerca de los humanos.

Entramos en su tienda. Había un hueco en el techo que dejaba entrar la luz de la mañana y podíamos ver con claridad todas las cosas que tenía apiladas en varias mesas. Libros, plantas e instrumentos de laboratorio.

—Actuaban como si estuvieran locos. No lo sé, parecían desesperados.

—Sí. Exacto. —Astor se acercó al microscopio para darle un vistazo—. Al revisar las espinas, me di cuenta de que tiene un líquido raro. No tengo idea de donde lo sacaron, no es algo que yo haya visto. Tal vez ellos mismos lo preparan en algún laboratorio.

—¿Será algún tipo de venganza?

—No lo sé. Tal vez solo sea un gran codicioso que quiere hacerse con el trono. —Astor se encogió de hombros y caminó hasta el otro extremo—. Lo único que sé es que está causando miedo en todos y está logrando poner al rey contra las cuerdas.

—¿Y en qué podemos ayudar?

—Tengo que reunirme con los Minotauros más tarde y podré preguntarles cuál fue el efecto en ellos. Pero quisiera saber cuál es el efecto en humanos. —Al darse la vuelta, Astor tenía dos espinas entre sus dedos—. Quiero que me digan qué ven.

—¿A qué se refiere?

—Tranquilos. —Caminó despreocupado a nuestro alrededor y se paró atrás de nuestras espaldas—. No son letales. Los Minotauros no murieron.

Iba a protestar, pero Astor enterró las espinas en nuestros cuellos. Fue instantáneo, como un golpe de calor que me puso las piernas flojas y tuve que caer arrodillado.

La visión se me nubló y no era capaz de concentrarme para que no se apoderase de mí. Me agarré a suelo de tierra, pero sentía debilidad. Entonces escuché que Sarah gritó. Fue un sonido desesperado. Ella estaba a mi lado y se agarraba con fuerza la cabeza.

Corazones de Cristal ⒹDonde viven las historias. Descúbrelo ahora