9 | EL VOLUNTARIO.
El almuerzo otra vez era una comida silenciosa. Ninguno de los tres se miraba. Cuando tuve que darle la noticia de la perdida de sus productos, mis padres solo se quedaron mudos. ¿Qué íbamos a hacer?
—Siento lo que está pasando —dijo mi papá. Levanté a verlo, pero él no podía ni levantar la cabeza. Su mano tiritaba y no podía coger bien la cuchara—. Si no hubiera ido a esa protesta nada de esto estaría pasando. Lo siento y lo arreglaré.
—No es tu culpa, papá.
—¿Qué vamos a hacer con la cosecha? —La molestia en la cara de mi mamá era evidente y no se molestaba en ocultarla—. No podremos vender nada y nos quedaremos prácticamente sin dinero.
—Hablaré con un vecino y les pediré ayuda.
—No vamos a pedir dinero, sería una vergüenza.
—Pero lo pagaremos.
—¿Cómo? —Mi mamá se levantó de la mesa y puso sus manos sobre ella con demasiada fuerza para mover todo—. Dime, ¿cómo piensas sacarnos de esta?
Mi papá se quedó callado y yo tampoco tuve forma de ayudarlo porque tampoco tenía idea.
—Hablaré con el rey si es necesario —respondió al fin y también se puso de pie, pero con tranquilidad—. Va a ser imposible que nos siga reteniendo el comercio. No puede negarnos a todos los agricultores llevar nuestras cosechas.
—Se morirán de hambre sin nosotros —dije—. Debemos mostrarles que somos necesarios para el reino.
—¿Creen que no lo saben? El rey tiene sus convenios para no morirse de hambre.
—Pero, en tiempos como estos, lo que menos le conviene es tener al pueblo en contra —comentó mi papá mientras mamá apretaba con fuerza la mandíbula—. Déjame intentarlo, mujer. Déjame buscar una solución.
—Si no hubieras ido...
—Yo sé que las cosas serían diferentes. Pero si no protestamos, ¿nos vamos a quedar de brazos cruzados? Podríamos ser los siguientes en perder nuestras tierras por esa plaga y no vendría nadie a ayudarnos. O es que estás de acuerdo con que el reino no haga nada por nuestros amigos.
—Nosotros no hemos necesitado...
—Por Dios, amor, deja tu orgullo por un segundo. No es tiempo para centrarnos en eso. —Mi papá tomó su capa y se acercó a la puerta—. Si me disculpan, iré a buscar ayuda ahora mismo.
Se marchó y el silencio se volvió a instalar en ese comedor. Mi mamá volvió a tomar asiento. Yo sentía una opresión horrible en el pecho. Era la impotencia de no poder hacer nada por ellos. ¿Cómo podía solucionarlo? ¿Cómo les podría dar dinero para que subsistieran mientras pasaba esta crisis? Ya tenía 23. Tal vez sería más fácil si solo estuvieran ellos dos. Tal vez ya era hora de irme de casa.
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Corazones de Cristal Ⓓ
FantasyEn el bosque prohibido, descubrir a un chico peligroso puede llevarte a un destino inesperado: enamorarte de él. 🍃🍃🍃 𝑪𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒄𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍 En el Reino Ters, el bosque es t...