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Narrador: Helena
Una semana había pasado dentro del "Venganza del Mar" y sigo sin procesar lo que ha ocurrido. Hace unas semanas era la princesa Helena de Vinyamar, solo una noche dure siendo la reina de Erebor y hoy me encuentro en la cubierta de un barco pirata.
Me he despertado con el sonido de las olas y el olor salado del mar, el miedo se ha aminorado en gran parte, los tripulantes de esta nave son muy distintos a los primeros. Claro, no todo es perfecto, la mayoría son mal hablados pero la determinación por sacar adelante a sus familias es lo que los impulsa a llevar esa vida de saqueo; pese a que parece ser una invalida justificación, las leyes pactadas entre los reinos mencionan que la necesidad es una expetuante del delito "robo".Por suerte, no tardé en encontrarme con Camile y las demás chicas. Gracias a ellas, mis días se pasaban más rápido, todas nos reconfortabamos unas a otras. Provenían de varios reinos e islas, agradezco que solo Camile y yo fueramos las únicas de Vinyamar.
Me levanto de mi amaca, asignada una noche después de mi estancia en el camarote del Capitán.
Los primeros días, fueron los más difíciles, muchas intentaron escapar, incluso yo, pero la mayoría terminaron ahogadas en el mar al no comprender que estábamos rodeadas por kilómetros y kilómetros de mar a la redonda. No teníamos esperanza de escapar, por lo menos no ahora.
No había más opciones que adaptarnos. Mi necesidad de sobrevivir, me llevó a aprender a desempeñar las tareas de un marino.El tercer día, tan solo uno después de mi desmayo, me asignaron mi primer tarea: limpiar la cubierta. Había visto realizar esta labor antes, en Vinyamar, pero nunca imaginé que tendría que hacerlo yo. Mis manos, acostumbradas a un buen trato, ahora manejan un cepillo y un balde de agua. Me he recordado a mí misma que esto es temporal. La limpieza es algo digno; incluso aquí, ahora valoro a quienes mantienen el lugar impecable. Mientras frotaba la madera bajo el sol abrasador, traté de encontrar consuelo en el ritmo constante de la tarea.
Después de la limpieza, el cuarto día, nos enseñarón a manejar las velas, lo cual terminó en una tarea fallida al inicio ya que no teníamos la fuerza para poder izarlas. La fuerza del viento y el balanceo del barco hicieron que me volviera a sentir mareada, pero pronto me acostumbré. Nos dijeron que aprender a izar las velas, era crucial; una tripulación bien coordinada es esencial para la navegación. Hemos trabajado junto a Toranaga y Mason, quienes nos mostraron cómo ajustar las velas para aprovechar mejor el viento. Sentí una extraña sensación de logro al ver las velas hincharse y el barco ganar velocidad, después de obtener una pequeña ayuda de los demás marinos.
El quinto día me permitieron ayudar en la cocina. Aunque nunca he cocinado en mi vida, siempre he estado interesada en la preparación de alimentos. Ayudé a pelar patatas y zanahorias para usarlas en la preparación de un guiso. El cocinero, un hombre llamado Gregor, me dio consejos útiles y fue paciente conmigo. Fue una experiencia gratificante ver a la tripulación disfrutar de la comida que ayudé a preparar.
En ninguno de estos días he vuelto a tener contacto directo con Alexander, siempre esta de un lado a otro: en su camarote, en el puente de mando, hablando con Mason y Toranaga de solo Dios sabe que temas.
Nunca abre la boca más que para cuestionar si una tarea está bien hecha.
Pese a su mala reputación en el barco, todos lo respetan, cumpliendo con diligencia cada tarea. Gregor, el cocinero, lo describe como severo pero justo, al parecer todos están muy agradecidos con él.
Gracias a Dios no he vuelto a presenciar una escena violenta como la de la galera.Mason tiene una regla estricta de no llevar bebidas alcohólicas a bordo, justificando que han habido muchos accidentes debido a ello.
Ayer ayudamos a reparar una sección del casco que tenía una pequeña fuga. La carpintería del barco es meticulosa y exige paciencia. Un viejo carpintero llamado Lars, nos explicó cada paso con detalle, Camile y yo nos manteníamos atentas a sus indicaciones, procurando no martillarnos los dedos en un descuido, logrando concluir aquella labor.
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Corazón del mar
RomanceCasia Helena Harcourt es una princesa, segunda hija de cuatro hermanos de la corona de Vinyamar. Obligada a casarse con un príncipe de la realeza con el que pueda pactar la seguridad y paz de su reino. Por un lado la princesa Helena, obediente y r...