Capitulo 19: Inspiración incipiente

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Narrador: Helena

Podía sentir mi corazón latiendo frenéticamente en mi pecho al despertar de manera frenética despues de una pesadilla que parecía infinita.

Abrí los ojos, sintiéndo el sudor perlado en mi frente y las lágrimas corriendo por mis mejillas, mi respiración luchaba por estabilizarse, mientras sentía un escalofrío recorrerme.

¿Dónde estoy?

Un silencio envolvente reinaba en el aire, roto únicamente por el trinar de los pájaros y, en la distancia, el susurro lejano del mar. Mi cuerpo comenzaba a calmarse, dejandome percatar del ambiente calmado. Era muy temprano, y la quietud de la mañana parecía infinita.

La voz cálida de Stephan estaba fresca en mis recuerdos, dándome la sensación de haber contado con su presencia minutos antes.

En mis sueños, Vinyamar estaba sumido en el caos y la miseria. Las calles que antes eran vibrantes y llenas de vida ahora estaban desiertas, cubiertas de polvo y sombras.

Las personas de mi reino, aquellas a las que pensaba eran felices y prosperas, ahora deambulaban como espectros, famélicas y desesperadas. Los niños lloraban en los brazos de sus madres, que no tenían nada para ofrecerles más que lágrimas y desolación. Vi hombres y mujeres caer, sus cuerpos incapaces de soportar más el hambre y la enfermedad. Mi corazón se rompía en mil pedazos al ver tanto sufrimiento.

Lo más aterrador era la soledad que sentía en medio de todo aquel caos. Mi padre, el Rey, estaba ausente, su trono vacío y silencioso. Pero lo que más me dolía era la ausencia de Stephan. En mi sueño, lo buscaba desesperadamente entre la multitud, gritando su nombre, esperando verlo aparecer y aliviar mi angustia. Necesitaba su fuerza, su consuelo, su amor. "Stephan, te extraño tanto", susurraba entre sollozos, sintiendo cómo mi esperanza se desvanecía.

Las palabras de Janet taladrado mi mente al igual que las de Francis y Phyllis. Todos al parecer le tenían mucho aprecio al Capitán Alexander.

Confusión y duda llenaban mi mente al pensar en él. Al principio, lo veía como un despiadado pirata, una amenaza constante que es fue el responsable de saquear y destrozar mi reino. Pero desde mi llegada a la Bahía, mi mente lucha por comprender el aprecio que todos los habitantes de la Bahía le tienen, por lo visto es un lider justo que ayuda a la gente de Vinyamar y de otros reinos, sacándolos de la pobreza e injusticia. ¿Cómo podía alguien tan temido hacer tanto bien? Esa contradicción me inquietaba profundamente.

La angustia del sueño aún me atenazaba, pero en mi corazón sabía que debía encontrar a Stephan y asegurarme de que Vinyamar nunca cayera en tal miseria. Aunque Alexander seguía siendo un enigma para mí, una parte de mí comenzaba a dudar de mi percepción inicial.

Necesitaba respuestas. Necesitaba esperanza. Necesitana hacer algo.

Mi boca estaba seca, y un leve malestar de hambre se instalaba en mi estómago. La tela áspera del camisón blanco cubría todo mi cuerpo hasta los tobillos, haciendo que instintivamente busque con la mirada la ropa con la que recuerdo haber estado.

Orden, es todo lo que mis ojos. El lugar era austero, más no carecía de encanto, siendo tan ordenado y limpio que era imposible no sentir cierta paz.

Mientras intentaba recordar cómo había llegado allí, la puerta se abrió de repente y una figura entró con sigilo. Era una mujer de cabello largo color café, de complexión delgada y de estatura mediana, sus facciones eran finas. Sus ojos no tardaron en posarse sobre mi.

- Por fin, despertaste. Ya era hora - su voz suena con reproche mientras cierra la puerta tras de sí. -Tienes a media tripulación preguntando por ti

Su mirada regresa a mi, mientras sostiene un vaso con agua, caminando hasta la cama en donde se sienta a un lado mío.

Corazón del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora