Capítulo 18: Los Principios De Un Capitán

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Narrador: Alexander


Llevar a Helena en brazos fue más fácil de lo que imaginé. Su cuerpo, tan delgado y liviano, apenas suponía un esfuerzo. La fiebre había dejado su rostro pálido y sudoroso, y su respiración era irregular. Mientras caminaba hacia mi casa, sentí una mezcla de preocupación y responsabilidad. Sabía que su bienestar era crucial por su valor estratégico.

Calíope me recibe en la entrada pero al ver a Helena en mis brazos, sus ojos chocolate se llenan de confusión. Sé lo que esta pasando en su mente en estos momentos, no puedo lidiar con sus celos ahora.

-¿Qué pasó? -pregunta, su voz mezcla preocupación e incredulidad.

-Llama al médico, rápido -le ordeno mientras entro dirigiéndome a una de las habitaciones libres.

Calíope asintió, pero no sin cuestionar. -¿Quién es ella? ¿Por qué la traes aquí?

No puedo evitar notar su tono inquisidor.

-Es la princesa Helena de Vinyamar -respondo intentando mantener la calma mientras deposito a Helena con cuidado sobre la cama. -Si algo le pasa, mi cabeza estará en juego. Necesita cuidados inmediatos.

Me observa detenidamente, su expresión incrédula. - ¡¿Qué?! ¡¿Princesa de Vinyamar?! ¿Por qué no me habías hablado de esto?

La miro fijamente, intentando transmitir la gravedad de la situación. - Su vida es demasiado valiosa para arriesgarla. Por favor, llama al médico, no hay tiempo para explicaciones.

Aunque no parecía del todo convencida, accedió y se apresuró a buscar al médico.

Mientras esperaba, me quedé al lado de la cama de Helena, observando su rostro enrojecido por la fiebre. Sentía una extraña mezcla de emociones: preocupación, responsabilidad y enojo.

Cada respiración irregular, cada murmullo febril me hacía hervir la sangre. ¿Cómo podía alguien tan frágil ser tan crucial? La impotencia de no poder hacer más que esperar, me frustraba al punto de casi enojarme.

Calí regresó con paños remojados en agua fría y comenzó a colocarlos sobre la frente de Helena. - Está hirviendo en fiebre, seguro lleva días enferma

Vaya fortaleza la de una monarca.

Nos quedamos en silencio por un momento, concentrados en tratar de bajar la fiebre de Helena hasta que llegara el médico.

Cada segundo que pasaba sin mejora me hacía sentir más enfurecido con la debilidad que representaba y con mi incapacidad para controlarla.

Después de un rato, el médico que había obscultado a Tomás, llegó.

Desde la puerta, observaba la escena con los brazos cruzados. El médico levantó la vista de Helena y se dirigió a mí.

-La fiebre es alta. Está alucinando debido a la infección. Parece ser salmonella, probablemente causada por la comida que ha ingerido desde su secuestro. Su sistema, acostumbrado a las comodidades de la realeza, no pudo manejarlo, menos aún que esta en estado de desnutrición.

Asentí, mis ojos fijos en el rostro ojeroso de Helena.

Sabía que mantenerla con vida era crucial. No solo por mi deber de protegerla, sino porque podía usar su bienestar como ventaja en futuras negociaciones con el Rey Valtus y el príncipe Stephan. Sin embargo, una parte de mí, aunque no lo admitiría, sentía empatía por si situación.

Helena comenzó a murmurar en su estado febril, sus palabras eran casi ininteligibles al principio. -Stephan... V -balbuceaba, girándose inquieta en la cama.

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