Capitulo 20: Pacto con el diablo

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Narrador: Helena


En mi mente se arremolinaban posibles maneras de proponerle un plan al Capitán, la mayoría eran descartadas por temor a acabar como los pobres marinos en la galera del Venganza.

Deambulando por las calles de la Bahía, sin saber dónde estaría exactamente Alexander, opto por caminar hasta el puerto donde es seguro que al menos este Toranaga o Mason, tal vez sea mejor asesorar mi plan con alguno de ellos, antes de precipirame a mi posible muerte.

Me encontraba tan absorta en mis pensamientos que apenas me di cuenta de una sombra que se alzaba frente a mí. Levanté la vista y me encontré con una figura alta, de tez pálida y cabello azabache que caía recto y liso sobre sus hombros. Sus ojos, amarrillos y penetrantes, me observaban con una mezcla de curiosidad y burla.

-Afortunados los ojos que presencian el encallamiento de una sirena o es que acaso la marea ha decidido regalarme una visión divina en lugar tan simple como este - su voz suave pero cargada de una ironía que me puso en alerta.

La voz era masculina y joven, llena de sarcasmo y nada de sinceridad. El hombre esbozaba una sonrisa ladina que me resultaban vagamente familiar, al igual que sus rasgos faciales. Pensé en Hasofel, y supe de inmediato que estaba ante la presencia de un elfo.

-¿Disculpe? No creo que nos conozcamos, compermiso -respondo, intentando mantener mi camino, inclinándome a manera de saludo.

No necesito estar cerca de otro de su clase, suficiente violencia presencié de Hasofel y Alexander como para soportar a un ser infame más.
Su aura desprende terror, lo que me hace sentir escalofríos, ni si quiera Alexander despedía tanto perversidad y crueldad.

-Qué lástima, y yo que esperaba tener una conversación interesante con la princesa de Vinyamar. -dijo, inclinándose ligeramente en una reverencia ante mi paso-. He oído mucho sobre ti, princesa Helena.

Mi sangre se heló por completo, traté de tranquilizar mi miedo justificando su conocimiento de mi nombre con que los rumores de la Bahía habían llegado muy lejos; pero no lo suficiente al no lograr deducir la presencia de un elfo en este lugar, mucho menos que quiere de mi.

Me detuve en seco, girando hacia él de la manera más calmada posibles.

- Soy Thalorien, Capitán del barco "La muerte Roja" y de la flota aliada de Alexander - conforme se acercaba, mi vista tenía que elevarse más para acoplarse a su alta estatura. Su mano tomaba la mía, sintiendo su palma helada como un hielo y suave como la seda, mientras colocaba un beso en el dorso de mi mano. - No hace falta mencionar mi especie ya que lo acabas de deducir ¿o no princesa?

-Disculpe mi indiferencia pero no logro recordarlo y desconozco cómo me conoce -repliqué, sintiendo cómo la desconfianza crecía dentro de mí.

-Estás en lo correcto, querida. No nos conocemos, pero sé que conoces a mi hermano, espero que eso sea una garantía. Uno nunca sabe a dónde pueden llevarnos los rumores, ¿verdad?

Ahora entiendo todo, sus ojos son idénticos a los de Hasofel, pero contrario a calmarme, solo logra inquietarse más.

La historia que Stephan me confío sobre el hermano perdido de Hasofel, me hace preguntarme si acaso se tratará de él, aunque no parece estar en condiciones de secuestrado.

-Debe discuplar mis modales pero estoy buscando alguien urgentemente. - digo en un intento de escapar.

-Ah, el buen Capitán Alexander, ¿verdad? -Su sonrisa se amplió, mostrando una fila de dientes perfectos-. Es un hombre difícil de encontrar cuando no quiere ser encontrado.

Corazón del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora