Mi otro yo- Morat

V.

12 de noviembre 2019

ANDREA

Viaje a Monterrey unas horas después de una de las peores y mejores mañanas de mi vida, peor porque mis padres no dejaron de molestarme de regreso a casa, pues mis cosas aún estaban allí, además de que Ana ha estado llamándome desde que la "humille" frente a todos en el auditorio de la universidad; por su parte fue una de las mejores, pues ver a Juan Pablo tan condescendiente conmigo fue algo como extraño, solemos odiarnos a nuestra manera, él no me baja de inmadura o gomela como dicen en Colombia y yo de idiota en general.

Decidí viajar por mi cuenta unas horas antes que ellos cuatro, debo estar concentrada en mi primer defensa como licenciada oficial, además que no puedo permitir que los acusen de cosas que claramente fueron mal intencionadas, el video del lugar fue bastante claro y desgraciadamente para la chica, soy un poco insistente en lo que hago, así que no paré hasta que tuve en mis manos lo que necesitaba, Julieta Anderson sufre del "síndrome de Highlander", que hace que en este caso la chica que tiene 32 años, se vea de 14, por lo que facilita las cosas.

Salgo de la habitación del hotel en donde me hospedo, quedé de comer con los Vargas y Nath que acompaña a Simón, los tres son los únicos tranquilos de la ecuación, sé que confían en lo que hago y eso que no les he contado lo que averigüé; camino por los alrededores del lugar, hasta el restaurante en donde me citaron, sin embargo, no logro ingresar al espacio, me encuentro con una desagradable sorpresa.

- Que hace aquí?- le digo a la persona que tengo en frente- no tengo ganas de pelear, deje todo claro en el auditorio.

- No, me humillaste allí, nada más- me toma del brazo- tenemos que hablar amor, no fue mi intención hacerte daño.

- No fue tu intención?- me rio sínicamente- acaso vi mal cuando te encontré teniendo relaciones con mi hermano?, escuché erróneamente como mi padre decía que eras la novia de Sebastián?, pensé de mala manera cuando no te intereso si me iba o no a Colombia?- subo la cabeza para esconder mis lágrimas traicioneras- ya déjame en paz Ana, solo acepta que jugaste conmigo por tres años y nunca me amaste de verdad.

- Te amé y te amo Andrea, eres la mujer de mi vida- acuno mi cara con mis manos- me equivoque solamente, Sebastián fue solo un pasatiempo para no extrañarte, tu tuviste la culpa cuando me dejaste de lado por tu tesis y por lo de tu viaje.

- Eres demasiado sínica Ana Davalos- la señalo con mi dedo- nunca te deje de lado, vivía contigo literalmente y busque la manera de pasar tiempo a tu lado, fui a un concierto que no quería, por ti, muchas veces deje de lado a Pablo por salir corriendo a auxiliarte cuando peleabas con tu papá- limpio una lagrima traicionera- no es mi culpa que me hubieses sido infiel con la persona que más me importó en el mundo.

- Perdóname si, fui una tonta y tienes razón en enojarte conmigo- toma mis manos- olvidemos esto que sucedió.

- Y Sebastián que?- le pregunto de inmediato- eres su novia ahora.

- Claro que no- acaricia mi mejilla- seamos felices juntas mi niña bonita, te amo demasiado como para perderte por un error.

No deja que le responda negativamente, solo me toma desapercibida y me besa, mi corazón es demasiado ingenuo como para procesar lo que sucedió, por lo que obliga a mi cerebro a corresponderle; como la tonta que soy, le creo cada una de las palabras que me dice y aunque sé que lo voy a lamentar luego, regreso con ella bajo la mirada desaprobatoria de la hermana de mi mejor amigo y los hermanos Vargas.

Desayunamos los cinco juntos, en un silencio incómodo porque a ninguno le pareció que yo decidiera darle una segunda oportunidad a alguien que quizás no se la merezca, pero necesito gastar la carta del perdón con la única mujer que he amado en mi vida, aunque no puedo utilizarla con mi hermano.