Rescate. P2.

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Con la información que obtuvimos de parte de los otros guardias, fuimos a despejarnos en un mirador cercano a la explanada. Las noticias no eran alentadoras; nos dijeron que no había prisioneros de la Tribu Agua en la prisión. Sokka, al llegar al mirador, empezó a maldecir y a enfadarse por completo. Sentí un vacío en el pecho, como si todo estuviera perdido, pero no quería admitirlo.

—Esto es un fracaso —dijo molesto—. Vinimos aquí para nada.
—¿Qué diría mi tío en esta situación? —comencé a mirar a mi alrededor, buscando una metáfora de vida que pudiera darle esperanza—. Las nubes suelen tener dos lados, uno claro y otro oscuro. Y la esperanza está en medio. Es como... un sándwich, tienes que darle una mordida justo en medio para encontrar las respuestas.
—¡Eso es! ¡Tengo un plan!
—¿En serio funcionó? Ni siquiera sabía lo que estaba diciendo —admití nervioso.
—Nah, lo que dijiste no tuvo ningún sentido, pero ¡mira! ¿Recuerdas a la chica de la que te hablé en el globo? ¿Suki? Está abajo.

Miré hacia donde Sokka señalaba y efectivamente pude ver a una joven con traje de prisionera sentada en una roca, con semblante apagado. Supe entonces que ella podría ayudarnos a saber más sobre la prisión y darnos pistas para encontrar al padre de Sokka, que estábamos casi seguros de que estaba ahí.

Pasados unos minutos, ambos bajamos y encontramos a la chica en su celda. Me ofrecí a montar guardia para que Sokka hablara con ella, pero sospechaba que harían algo más que solo hablar. Observé con cautela mis alrededores y, casi como un golpe de suerte, Sokka salió de la celda, haciéndome casi perder el equilibrio porque estaba recargado en la puerta.

—¡Cuidado! Vas a hacer que nos descubran —Sokka me sostuvo de la espalda.
—Lo siento, pensé que iría para largo —me reincorporé—. ¿Y bien? ¿Te dijo algo respecto al lugar?
—Necesitamos encontrarnos a la hora de la limpieza. Tengo un plan.
—Te sigo entonces —me encogí de hombros.

...

Varias horas más tarde, cuando el sol empezaba a ponerse en el horizonte, ordenaron a los prisioneros salir a limpiar el barco. Sokka y yo nos hicimos pasar por los guardias que custodiarían a los prisioneros en esa ocasión, para poder acercarnos a Suki y crear nuestro plan de escape. Hasta ese momento, parecía que Sokka no trataría de buscar a su padre y que tal vez ya había aceptado que no estaba ahí, al igual que su tribu. No quise cuestionarlo para no meternos en más problemas, pero sabía que, si era así, tendríamos que buscar en otra parte en algún momento.

Cuando los prisioneros salieron, Sokka se acercó a la chica y yo lo seguí de cerca.

—¡Suki! Al fin estamos los tres, al fin podrán conocerse.
—En realidad, ya nos conocíamos... —admitió la chica mientras fregaba el piso.
—¿Ah, sí? —no me sonaba de ninguna parte.
—Tú fuiste quien quemó mi aldea.
—Ah —me avergoncé—, lo siento mucho.
—Sí, bueno, como sea —interrumpió Sokka—. Tengo el plan perfecto para escapar. Escuchen, estuve pensando en las celdas especiales que mencionaron los guardias. Se supone que son contenedores helados que mantienen a los maestros fuego control tranquilos. Su función es mantener el frío, por lo que deben estar perfectamente sellados para que el calor no entre.
—¿A dónde quieres llegar, Sokka? —preguntó la chica, confundida.
—Espera, ¿quieres usar una de esas cosas para salir? —el misterio se resolvió en mi cabeza.
—Piénsalo. La única forma de evitar el lago hirviente es usando una nave que mantenga el calor afuera y el frío adentro, y adivina qué cosa hace esa función... ¿ah? —parecía buscar una respuesta nuestra.
—Estás loco —admití divertido—, pero podría funcionar.
—Suena como un plan perfecto —una voz nos interrumpió.
—¿¡Qué!? No sé de qué nos hablas, estábamos... amh, planeando la cena... —Suki y yo nos sentimos terribles. La voz misteriosa era el tipo que había sido metido en el congelador antes, quien enfrentó a un guardia. No parecía que nos lo quitaríamos de encima, así que decidí comprar su silencio.
—Escucha, si le dices a alguien de nuestro plan, el escape no funcionará. Hagamos un trato: si nos ayudas a sacar ese congelador de la prisión, vendrás con nosotros.
—¿Zuko? ¿No hablas en serio, o sí? —Sokka se molestó.
—El joven tiene razón, no querrán que les diga a los altos mandos su plan. Solo quiero escapar de este lugar, y sé cómo ayudarles.
—Por favor, Sokka, es nuestra única oportunidad —dije compasivo.
—Bien, bien, pero tenemos que organizarnos. Hay un punto ciego entre dos torres afuera de la prisión. Hice pruebas y nadie notó mi ausencia, así que debemos colocar nuestro congelador ahí y la corriente nos llevará al otro lado.
—¿Y cómo sacarás el congelador de la celda? —Suki parecía acertar en algo importante.
—Tenemos que quitar todos los soportes de dentro para sacarlo y llevarlo fuera.
—Yo puedo ayudarles a entrar.
—Yo lo haré, solo necesito sacar los soportes, ¿no? —pregunté.
—Sí, pero ten cuidado, dentro de esa cosa no podrás hacer fuego control —me entregó una llave para sacar los tornillos necesarios.
—Tranquilo, no te defraudaré —ambos nos dedicamos una sonrisa de complicidad, la primera en todo este tiempo juntos.

Como una chispa | Zukka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora