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Revisaba unos contratos con Maxime, quien había supervisado todo lo referente a Kasha así como el hecho de que el tal Joe tuviese las consecuencias adecuadas, cuestión confirmada. Reían por algo relacionado con la junta que sostuvieron minutos atrás, donde uno de los directivos de una cadena importante de hoteles, había cuestionado una parte del presupuesto sugerido para la construcción y como, otro de los accionistas, que al parecer no soportaba, lo calló en el acto.

Presenciar ese tipo de cuestiones no era lo común, pero sí divertido y a ellos no les afecto en nada. Habían conseguido el contrato para cinco hoteles.

En eso estaban cuando llamaron a la puerta, Kylian alzó la cabeza, imaginaba que sería su asistente, pero se había equivocado. Se puso de pie arrugando la frente, no lo veía desde hacía dos meses, aunque sabía que estaba en Boston.

Maxime le sonrió al hombre de manera cordial, tomó sus cosas y prefirió darles espacio. Estaba enterada de que Kylian llevaba meses evitando a Karan Craig, no hablaban mucho sobre ese tema, pero su amigo y jefe estaba cambiando mucho, y parte de ello era notarlo un poco más comunicativo: no se sentía listo para tener cerca a su padre y a su hermana. Lo entendía.

—Buenas tarde, Karan. Me retiro —murmuró pasando a su lado.

El hombre le dedicó una agradecida mirada y esperó a que saliera para cerrar la puerta, entonces encaró de nuevo a su hijo, que lucía diferente, pero inexpresivo.

—Debemos hablar —anunció su padre, decidido, sosteniéndole la mirada. Kylian se pasó la mano por los rizos que ahora llevaba sin fijadores, asintió calmado y le indicó un asiento frente a su escritorio, para luego acomodarse en el propio.

Que estuviera ahí no era buena señal, bien podría ser otro matrimonio, dinero o algo referente a Kasha, quien sabía acudía su trabajo comunitario y sesiones.

—Dime.

Karan lo observó tomando aire, serio.

—¿Cómo estás? —comenzó. Kylian se recargó en el respaldo, entrelazando las manos sobre su vientre.

—Ocupado.

—Lamento interrumpirte, entonces.

—Ya estás aquí, ahora dime —replicó con tono neutro. Karan se puso de pie, respiró hondo y lo encaró decidido.

—Sé lo que ocurre, la razón de esta actitud, de tu lejanía e indiferencia... —se atrevió a decir.

No había ensayado lo que haría al tenerlo frente a sí, pero desde lo ocurrido con su hija, las confrontaciones, el llanto, comprendió lo que había hecho y el arrepentimiento lo comenzó a comer vivo. Los había dañado mucho más de lo que pensó, había sido egoísta, inmaduro, débil.

—Mmm —respondió su hijo mayor, asombrosamente sereno. Karan aferró el respaldo decidido.

——No sé cuánto tiempo llevará, si es que lo consigo, enderezar lo que torcí. Fui cobarde, débil. No merecían eso menos después de perder a su madre. Pero quiero que sepas algo: no los perderé. He hecho muchísimas cosas mal, tantas que no sé aún como acomodarlas... Los afecté. Los...

—¿Abandoné? —completó Kylian, recargando los codos en la mesa, atento a su padre, asombrado aunque ocultándolo. Pero si era sincero, agradecido de alguna manera pues el primer paso había surgido de él y eso había sido algo inesperado.

—Sí, entre otras cosas —admitió con tristeza y culpable—. Sé que no sirve de nada ahora, pero lo lamento. Pasará mucho tiempo hasta que entienda todo lo que los lastimé con mi comportamiento, solo debes saber que esta vez no hay escusas, lo hice y no estuvo bien.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora