15. Kingston Hall

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Todos en el palacio sabían que la Reina estaba más seria que de costumbre ya que desde hace una semana que el cuarto Príncipe partió dejando el palacio junto con el Floricultor Kim Taehyung, aún recuerda la impresión que le genero verlo en ese estado irreconocible, llevado en brazos por su hijo, dejando un camino de flores de jacarandas a su paso, su cuarto hijo siempre se había caracterizado por ser calmado, pero ese día su irritabilidad estaba en sus limites, se le veía preocupado subiendo y bajando por todo el palacio, lo veía ansioso, La Reina lo ayudó dandole ordenes a los criados para que se movilizaran en subir sus pertenencias a los carruajes, la guardia real llegó movilizándose en llevar las carretas, dos enfermeras y Monique bajaron al último a toda prisa con sus pertenencias, sin detenerse a despedir como se debía pasando de la Reina, algo que ella entendía perfectamente, el palacio se movía rápidamente atendiendo al Cuarto Príncipe.

El Príncipe Heredero solo observaba, no se entrometió, ni reto a su hermano cuando se dispuso a dar ordenes, por primera vez veía a su hermano fuera de sus cabales, hasta asustado, no sabía canalizar esos sentimientos, también se sorprendió al ver al Floricultor en ese estado, toda la familia real estaba en shock, pues la apariencia de Taehyung era muy dolorosa de ver.

Atiendan las ordenes que mi hermano les de, vayan unos cuantos a Kingston Hall, de antemano autorizo todo lo que él decida en cuanto a su Floricultor Kim Taehyung. — 

El permiso que había dado Yu Woo, solo se le daba a los Lores que eran diplomáticos y los Reyes, ahora Jung Hoseok podía disponer de cualquier cosa que necesitara en un futuro, Lady Agatha quien observaba todo unos pasos atrás, vio por primera vez como los sentimientos dominaban al Cuarto Príncipe, apretó los labios del enojo, pues en su cortejo jamás fue tan pasional ni siquiera cuando se enteró del rompimiento de su compromiso, solo se había portado sereno y estoico ante la noticia. 

Todos en el palacio estaban preocupados sobre la salud del Floricultor, entre los pasillos los criados se susurraban, esperando noticias sobre él o el Cuarto Príncipe, las Princesas aunque no lo conocían en persona, estaban preocupadas por el cortejo de su hermano.

La Reina se encontraba siendo abanicada por sus criados, tomando limonada con la cara ceñuda, la preocupación y culpabilidad corría por su ser al enterarse cuando el Rey dio una audiencia urgente a la familia real, al enterarse que posiblemente cayó en ese estado por falta de atención, falta a su invernadero el cual necesitaba de un jardín, acordándose de lo hostil que fue con él, negándole el uso de su jardín, ¿Cuándo fue que se insensiblizó con las necesidades básicas de estos seres que no conocía del todo? pudo atribuirlo a su ignorancia, pero peor fue seguir en ella y no preguntar más si el floricultor estaba bien o si le hacía falta algo estando en el palacio.

Su Majestad, ninguna carta ha llegado hoy—  le dijo su consejero a un costado de ella, agachando la mirada, la Reina cerro los ojos, se sentía el clima del palacio, preocupación y ansiedad de no tener noticias de hace una semana de que partieron.

En Kingston Hall la situación no era mejor, en el jardín se encontraba el gran invernadero de Kim Taehyung, él recostado en medio, rodeado de flores, los abuelos de Tae habían llegado hace tres días, preocupados y con señales de haber llorado mucho, pues les recordó a su amada hija que ahora pertenecía a la tierra, otra perdida y sentían que no soportarían más, Taehyung les había dado un motivo para seguir viviendo, ya habían hablado y tomado la decisión de que si su nieto partía, ellos lo harían con él.

Yoo Na por su parte, lo visitaba a diario, solo le hablaba por horas, junto a jungkook, y le hacía lo minimo porque el Cuarto Príncipe lo hacía todo, lo bañaba en agua de rosas, le podaba su cabeza con sumo cuidado, le ponía medicina herbal en las venas que rodeaban su torso y parte del cuello para que dejaran de inflamarse, se encargaba del riego de sus plantas y le leía por dos horas, nadie sabía que al terminar las dos horas él se le ponía de rodillas, algo que jamás había hecho en su vida, tomaba su mano con delicadeza rogándole perdón, con los ojos cristalinos le rogaba que se recuperase.

Flores y Espinas HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora