Nota del Autor
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Hola a todos y bienvenidos a otro capítulo de Regret.
Apuesto a que todo el mundo se preguntaba cuántas partes serían antes del final, pero voy a salir y decirlo, este es el último. Por lo tanto, pase lo que pase. También me abstendré de responder a las críticas, porque quiero mantener el suspense hasta la última palabra. Así que sin más dilación, prosigamos.
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Capítulo 25 – Batalla Final Parte 3
Beta: Kyuubi123
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Mientras el destino de las naciones elementales estaba en juego, un hombre en particular estaba ocupado realizando varios experimentos que, de tener éxito, podrían ayudarle a convertirse en el shinobi más poderoso que jamás haya vagado por las tierras elementales. Tras recoger los restos de Orochimaru y sintetizar su sangre, un tal Yakushi Kabuto comenzó el procedimiento de inyectarse la sangre de Orochimaru. Su teoría era que, al hacerlo, tendría todas las capacidades que poseía su maestro y, de este modo, podría continuar el trabajo del sannin en la creación del cuerpo perfecto. Kabuto había ayudado a su maestro a planear los siguientes pasos, pero parecía que Akatsuki se interpuso y decidió que el sannin no debía seguir viviendo.
Sin embargo, tras cinco intentos fallidos, el cuerpo de Kabuto no pudo adaptarse a la sangre del sannin serpiente. El medic-nin teorizó que su técnica especial de curación sería suficiente para soportar la tensión.
Ahora mismo, la gota intravenosa estaba sujeta a su brazo derecho. El músculo del brazo de Kabuto era simplemente enorme en comparación con el resto de su brazo, ya que las venas brotaban de su bíceps. El dolor era evidente por la cantidad de sudor en su cara y el tejido húmedo que mordía como si su vida dependiera de ello. No podía permitirse abandonar el procedimiento. Orochimaru tenía que vivir. Como mano derecha de la serpiente, le correspondía a Kabuto asegurarse de que la visión del hombre tuviera éxito. Dejó escapar una buena lista de maldiciones al concluir, por sexta vez, que no había pasado nada. Estaba a punto de almacenar el resto de la sangre de Orochimaru cuando, de repente, su cuerpo se convulsionó de dolor. Se arrodilló en el suelo, sujetándose el estómago con desesperación para aliviar el dolor.
Era sencillamente insoportable.
Su cuerpo empezó a sufrir una transformación de forma, como él no había previsto. La piel de su brazo se endureció hasta parecerse a la de un reptil. Sus dientes se afilaron hasta parecerse a los colmillos de una serpiente. Todo su cuerpo se transformó en el de una serpiente de tamaño humano, hasta que sólo su pelo gris siguió siendo humano. Con los ojos rasgados, Kabuto... bueno, si todavía se le podía llamar así, miró a su alrededor moviendo la lengua, mientras se arrastraba por el suelo, el único pensamiento en su mente en este momento era la próxima comida. Lo que Kabuto no tuvo en cuenta, sin embargo, fue que la única razón por la que Orochimaru tomó el aspecto de una serpiente fue que llevó a cabo su ritual junto con el clan de las serpientes. Kabuto, en cambio, no lo había hecho.
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En Konoha
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Debajo de la Torre del Hokage, la tensión era bastante densa ya que la gente de dentro sentía temblar la tierra de vez en cuando. El Hokage y el Raikage, seguidos por Nara Shukaku, se encontraban dentro de una sala especial que había sido construida como una especie de sala de guerra. Cada una de las tres aldeas había elegido sus mejores sensores para monitorizar los niveles de chakra del ejército y también los de los enemigos. El secretario del Raikage, Mabui, se encargaba de coordinar la información generada por la unidad de sensores con los Kages. Además, Tsunade había enviado a cuatro miembros del clan Hyuuga y a cuatro del clan Yamanaka a lugares clave del campo de batalla. El clan Hyuuga usaría su byakugan para escanear el campo mientras los miembros del clan Yamanaka trabajaban en sincronía transmitiendo las imágenes generadas por el byakugan al cuartel general.
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Arrepentirse
DragosteNo importa cuán descaradamente obvia sea la verdad, la mente humana elige ignorarla para mantener algún tipo de ilusión. Se necesita una bofetada en la cara o más bien un golpe penetrante en el pecho para darse cuenta de que las cosas probablemente...