En la piel de la Luna
Y justo en este momento viene a mi mente la palabra empatía, y pienso en la cantidad de personas que quedan en el mundo con esa gran capacidad de ponerse en el lugar de cualquier vida, de cualquier sentimiento y de cualquier sueño.
Me encantaría tener ese gran poder para entender a mi hermano. Me gustaría poder leer su mente.
Siempre he pensado que cada persona es una estrella, ya que, las hay más brillantes, más apagadas, e incluso, las que no se ven, pero siempre están ahí, esperando a que más se les unan, y así juntas formar una constelación.
Me gustaría ser una que brille, pero lamentablemente soy una que se apagó cuando su Sol murió.
Han pasado unas semanas desde que guardé aquella caja en el sótano, no quiero volver a sentir esa nostalgia que me perfora poco a poco por dentro.
Una intensa lluvia comienza a caer, impactando toda su rabia contra mí. Mis manos están frías, pero antes de meterlas en mis bolsillos coloco las flores sobre ese tipo de piedra, y a continuación acaricio con la yema de mis dedos las letras, que forman palabras, y juntas, un nombre.
"Mathias Allen".
Vengo todos los días después del trabajo a dejarle flores, siempre le traigo las mismas, lirios azules. Cualquiera pensaría que lo hago porque son las más baratas en la floristería, pero, en realidad, eran las que le gustaban.
Las flores las recojo de un campo no muy lejos del cementerio, y está repleto de flores, algo mojadas debido a las constantes lluvias y nevadas, pero se mantienen.
Lanzo un largo suspiro, intentando contener las lágrimas, y entonces me pregunto cuánto tiempo hará desde que Ethan no viene a visitar la lápida de Mathy.
Levanto la mirada y miro directamente a la frase escrita debajo de su nombre.
"No te hace falta tener un corazón en tu interior para ser recordado como un ángel, siempre lo serás con o sin él".
–¿Sabes? Aún sigo buscando al tal Aksel. Mentiría si te negara que todas las noches sueño con que lo encuentro y hablo con él, unas veces es alto, otras bajo, rubio o moreno, pero el caso es que es él –. Desvío la mirada –. Incluso una vez soñé que era un pato de colores...
No hay respuesta, sólo silencio, y a continuación, vacío.
–En cuánto a Ethan, ya no es aquel hermano mayor que conocías. Ha cambiado, ya no toca la guitarra, ahora solo sueña que lo hace, y que todo es como antes. Intento hablar con él, pero sigue sin romper esa barrera invisible que hace que resulte imposible –. Me acerco un poco más y acaricio esos lirios azules –. Te prometo que haré que vuelva a estar bien, de verdad.
Miro hacia la izquierda, dos tumbas, las de mis padres. Les dejo unas rosas blancas sobre la piedra lisa y las miro con tristeza.
–A vosotros también, os lo prometo –. La lluvia sigue mojando cada rincón de mi piel, debí de haberme traído un paraguas –. Os quiero, no...os amo, a los tres. Por y para siempre.
A esa brusca lluvia la comienza a complementar un agresivo y gélido viento que no tarda en eliminar la poca y casi inexistente calidez que quedaba en mi.
Y aunque esté lloviendo, hay una tormenta en mi corazón. Y odio admitirlo.
Cuando noto como mis lágrimas comienzan a brotar, me marcho del cementerio, directa a mi coche, el cual he dejado aparcado en un parking que se encuentra cerca de este triste lugar.
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No muy lejos de las vías
RomanceHelen ha vivido siempre cerca de las vías, por lo tanto, sabe de primera mano que la tristeza y la alegría viajan juntas en el mismo vagón, sin importar las diferencias que haya entre ellas. Desde la muerte de su hermano menor, la vida de Helen se d...