Volver a verte otra vez
Le echo una foto a la Torre Eiffel, está preciosa al atardecer, el sonido de los pájaros la compagina muy bien, es precioso, todo es perfecto. Pero de pronto, el canto de los pájaros y el sonido de mi alrededor comienza a distorsionarse, los pájaros comienzan a desaparecer, y las hermosas vistas que tenía de París, también. Apenas puedo entender lo que está pasando.
De repente, siento cómo si me hubiera teletransportado, y así es, ahora estoy en el campo de lirios, está totalmente nevado, hace mucho frío, tanto que apenas siento mi propio cuerpo.
De repente, miro hacia el cielo y no puedo creer lo que estoy viendo, un cielo azul, el sol, sin nubes que le roben el protagonismo a ese azulado claro.
–Todavía no puedes morir –. Añade una voz, que me parece muy infantil. Miro hacia abajo, y es un niño que me llega por la cintura. Un momento, no puede ser.
Es Mathy, pero tiene como unos cinco años aparentemente.
No puedo hablar, solo puedo observarlo y escucharlo.
–Eres fuerte, Helencita –. Añade un hombre, que aparece de pronto a su lado, es mi padre, y al lado, mi madre. Me sonríen, y a continuación, salen corriendo, intento perseguirlos, pero comienzan a aparecer más y más árboles a mi alrededor que me impiden ir en su dirección.
Quiero gritar, no entiendo nada, no sé qué está pasando.
Una enorme niebla me acorrala, no sé en qué dirección ir.
Sin previo aviso, un hombre sin rostro se coloca delante de mí, no puedo ver quien es porque solo es una sombra.
–¿Es a mi a quien buscas? –Añade esa sombra.
¿Quién es?
–Soy Aksel –. Coge mi mano y la pone sobre su pecho, para que escuche sus latidos. El boom boom del corazón de mi hermano hace que mi alrededor comience a temblar, como si fuera un terremoto, y de forma inesperada, abro los ojos.
Vuelvo a la realidad, me levanto bruscamente de la cama, acalorada y sudando. Tengo la respiración agitada y el corazón me va a mil por hora.
Noto algo extraño en mi brazo derecho, lo observo y veo que es la típica bolsa de suero que se inyecta mediante una aguja en mi antebrazo.
Confusa, miro hacia mi alrededor, estoy en...¿la habitación de un hospital?
Repentinamente, noto como me duele todo el cuerpo, tengo el brazo izquierdo escayolado. Nerviosa, comienzo a examinar el resto de mi cuerpo, tengo varias heridas que no puedo decir exactamente de que tipo o gravedad son ya que estan vendadas, seguramente sean cortes o algo así por el cristal de la ventana.
Un momento...el cristal de la ventana, ¡eso es! Iba en el coche con Zack y Nik y nos caímos por un acantilado. ¡Mierda!
Yo estoy viva , parece que solo me he roto el brazo y tengo algunas heridas...pero...¡¿y ellos qué?!
Intento levantarme, me duele todo, así que me siento de nuevo. Mierda...¿Cómo coño he acabado así?
Sin duda mi vida no puede ir peor que ahora.
De repente, me percato de que hay una cama más en la habitación, parece ser una compartida. Miro hacia mi izquierda y, allí lo veo.
Zack.
Es extraño, está consciente, sentado sobre la cama, mirando a un punto fijo, dándome la espalda.
–¡Zack! –Exclamo, a punto de llorar.
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No muy lejos de las vías
RomansaHelen ha vivido siempre cerca de las vías, por lo tanto, sabe de primera mano que la tristeza y la alegría viajan juntas en el mismo vagón, sin importar las diferencias que haya entre ellas. Desde la muerte de su hermano menor, la vida de Helen se d...