Capítulo 13

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Nuestro sueño, roto

Y ya por fin puedo decir que ha llegado el gran día. Me acaban de dar el alta.

Se siente como si hubiera estado años dentro del hospital, es extraño.

Estoy esperando a Zack, ya que a él tenían que hacerle más pruebas debido a que el día del accidente sufrió un impacto más fuerte que yo, y ya sabemos por qué.

Miro hacia el cielo, apagado, sin pilas, sin batería, sin nada. Se cierra cada vez más ante mí, asustado, falto de amor.

Se avecinan grandes lluvias, como siempre.

Suspiro, vacía, harta y desganada. No tengo fuerzas para seguir de pie, pero supongo que siempre hay un motivo para volver a levantarse tras una caída.

En ese momento recuerdo la primera vez que ví el Sol, o, el amanecer, en el extranjero. Era muy bonito, me habría encantado que en su momento, Nik hubiera venido conmigo.

De repente, veo a Zack salir del hospital, me alegro, sus huesos ya no están rotos y puede andar con normalidad, al igual que yo.

–¿Todo ha ido bien? –Le pregunto.

–Claro. ¿Y a ti? –Me devuelve la pregunta.

–También –. Sonrío de forma leve.

De pronto, se escucha un trueno, parece que viene cargado con furia y que la va a pagar contra nosotros mediante una tormenta.

–Parece que va a haber una tormenta, deberíamos irnos –.

–¿Irnos? ¿No íbamos a ver a Nik? –Lo miro, confusa.

Se queda callado durante unos segundos, y acto seguido me mira.

–Lo sé, pero...¿vamos a ir a visitarlo con las manos vacías? –

–Tienes razón, deberíamos ir a por unas flores para él –. Suspiro.

–Perfecto. Conozco una floristería que tiene las mejores flores del mundo –. Exagera, y aunque se muestra inexpresivo, noto como si algo dentro de su corazón no estuviera bien. Estará, al igual que yo, entristecido por el estado en el que se encuentra Nik –. Está un poco lejos del hospital.

–No importa, Nik se merece las mejores flores –.

–Tienes razón, las mejores... –Comenzamos a caminar.

Mientras estamos yendo de camino, ninguno de los dos tiene muchas ganas de hablar, cualquier persona estaría feliz de salir del hospital, pero, en este caso, ni Zack ni yo estamos muy animados. Salimos nosotros dos, pero Nik no, aún no.

El cielo cada vez se va cerrando más, y, por tanto, reduce su brillo, el poco que tenía.

De pronto, llegamos a casa de Zack.

–Voy a coger un abrigo y a ver como está Lola, ¿sí? –Me mira.

–Está bien, hace mucho que no la ves.

Abre la puerta algo torpe, me atrevería a decir que algo nervioso incluso, pero es normal que esté así.

Una vez en el interior de la vivienda los dos, Zack vuelve a cerrar la puerta, de igual forma que se cierra un corazón después de tantas decepciones.

De forma inesperada, un pequeño chihuahua aparece corriendo con emoción hacia Zack, este la acoge en sus brazos y comienza a acariciarla, con cariño.

La imagen es conmovedora, me enternece tanto que me acerco hacia la pequeña perrita y comienzo también a darle mimos.

–Encantada, Lola. Soy Helen –. Le sonrío un poco.

No muy lejos de las vías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora