Lágrimas de ayer
El sonido de la lluvia me despierta poco a poco, y, sinceramente, se me hace raro despertar en un lugar que no es mi habitación.
Sus sábanas huelen a él, a ese olor acaramelado que trae consigo a todas partes, y eso me hace sentir extraña, pero no es una sensación que me disguste, ni mucho menos.
Por otro lado, apenas he dormido en toda la noche, puede ser porque quizás he estado llorando toda la madrugada.
Zack aceptó enseguida que me quedase en su casa, no quiero ser un incordio así que me iré en cuanto encuentre otro sitio.
De repente, el susodicho toca a mi puerta, y tras unos segundos, pasa a la habitación con una taza de leche calentita.
–Buenos días, Helen –. Coloca la taza sobre la mesita de noche con cuidado –. ¿Cómo te encuentras?
Su voz es suave y aterciopelada, tanto que hace que me olvide de todo aquello que realmente me atormenta.
–Te mentiría si te dijera que bien... –Suspiro –. Gracias, Zack. No tendrías que haberte molestado –. Refiriéndome a la taza de leche caliente.
–Tómate la leche caliente, te sentará bien –. Comenta, tiene cara de no haber pasado una buena noche tampoco.
–Toma algo tu también, tienes cada de no haber dormido bien –. Añado.
–Y es que no he dormido bien... –Se sienta a los pies de la cama –. No podía dejar de pensar en Nik...
–Yo tampoco podría dejar de pensar en él... –Agacho la cabeza, pero entonces, él me agarra del mentón y me la levanta suavemente.
–Ey...mírame –. Hacemos contacto visual –. Sé que es duro, lo estamos pasando mal, pero no podemos dejar que la pena nos coma...
–Eso es lo que ha hecho Ethan... –Tengo ganas de llorar, pero no me salen más lágrimas, he gastado todas las que tenía, ahora estoy seca –. Zack –. Me incorporo, sentándome –. Lo mires por donde lo mires, mi vida es un desastre, un completo desastre...
–Helen...mi vida también es un desastre, tampoco tengo a nadie, bueno, tenía, porque ahora si tengo a alguien –. Me mira –. Nik nos ha dejado a ambos algo muy importante antes de irse.
–¿El qué?
–A alguien en el que apoyarse y confiar –.
Tiene razón, Nik antes de irse me ha puesto a Zack en mi camino, y a mi en el suyo, solo nos tenemos el uno al otro. Él no tiene a nadie, ni yo tampoco.
–En fin...tómate la leche, que se enfría –. La coge y me la da.
Este hombre...realmente se preocupa por mi, y lo hace de verdad, de forma sincera y desinteresada...
–No me la tomaré hasta que tú no tomes algo también –.
–Está bien, prometo comer algo pero solo si tu te bebes la leche ahora –. Me mira con sus ojos de color caramelo, y es en este mismo momento cuando recuerdo las palabras que me dijo en el coche cuando estaba apunto de ser consumida por la desesperación: "Te quiero".
Me quiere...
–Está bien –. Le doy un pequeño sorbo, la verdad es que ahora mismo no me entra nada de comer ni de beber.
El líquido caliente pasa por mi garganta, abrasando, enfurecido, ardiente, mientras lo saboreo.
–¿Le has echado miel?
–Casi, caramelo –. Sonríe de forma leve –. Pensé que te gustaba, ya que una noche en el hospital me llamaste así –. Ya veo que tiene en cuenta hasta los detalles más importantes, eso realmente está muy bien.
ESTÁS LEYENDO
No muy lejos de las vías
RomanceHelen ha vivido siempre cerca de las vías, por lo tanto, sabe de primera mano que la tristeza y la alegría viajan juntas en el mismo vagón, sin importar las diferencias que haya entre ellas. Desde la muerte de su hermano menor, la vida de Helen se d...